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A un mes del terremoto en Turquía, hay más de un millón de personas en la calle y la ayuda no llega

Terremoto en Turquía. Foto: BBC

Terremoto en Turquía. Foto: BBC

Miles de sobrevivientes siguen sin techo y la situación humanitaria se agrava en medio de reclamos: “No ha llegado nada”. Más de 50 mil muertos. Millones de desplazados y de personas viviendo en tiendas de campaña sin acceso a servicios básicos. Problemas de desabastecimiento y riesgos de creciente pobreza que la ayuda internacional no logra subsanar.

A un mes del terremoto que arrasó partes de Siria y Turquía, la situación humanitaria sigue siendo crítica y de difícil pronóstico, particularmente para la población siria en el noroeste del país, una región controlada por los rebeldes y que aún sufre los efectos de los casi doce años de guerra civil.

Según AFAD, la agencia turca a cargo del manejo de emergencias y desastres, hay al menos 1,5 millones de personas sin hogar, y no hay estimaciones claras acerca de cuánto tiempo les tomará volver a encontrar una residencia permanente.

Casi dos millones de personas han abandonado la zona del desastre y se han ido a vivir con amigos y parientes en otras partes del país. Los viajes en tren y avión son gratis para las víctimas del terremoto que quieran irse.

Las imágenes de personas viviendo a metros de los escombros de sus viviendas se han convertido en postales usuales en el sur de Turquía, la zona más castigada por el sismo de 7,8 que sacudió la región el pasado 6 de febrero.

Familias enteras que lograron rescatar algo del interior de sus viviendas arman dormitorios y comedores improvisados sobre las veredas, un intento por seguir adelante que se superpone a los esfuerzos por localizar parientes que aún siguen con paradero desconocido.

“Esto es muy importante para nosotros. Pase lo que pase, aunque la casa se venga abajo, nos quedaremos aquí. Este es nuestro hogar, nuestro nido. Todo lo que tenemos está aquí. No nos vamos a ir”, afirmó en una entrevista con la BBC Songul Yucesoy, una mujer turca que actualmente vive a metros de su casa, una edificación que se balancea en un precario equilibrio, las ventanas destruidas y parte del techo caído sobre el jardín.

Campamentos de personas que perdieron todo tras el terremoto en Turquía. Foto: Clarín

Tiene algunos muebles que lograron sacar del interior, como así también algunas fotos y adornos familiares que acomodaron sobre una mesa. Cocinan con una pequeña hornalla a gas de camping y duermen sobre colchones en el piso. Si bien no tienen baño, han logrado sacar un inodoro de la casa, y ahora buscan armar un lavatorio improvisado.

La mujer perdió a 17 familiares en el terremoto. Recientemente sepultó a su cuñado y a su sobrino de 11 años, que murieron cuando el edificio de viviendas en el dormían se vino abajo. Aún no tiene noticias de una de sus hermanas, que sigue oficialmente desaparecida.

“No sabemos si sigue bajo los escombros, si han sacado su cuerpo o no. Estamos esperando. No podemos empezar el duelo. Ni siquiera podemos encontrar a nuestro familiar perdido”, se lamenta en diálogo con el medio británico.

La crisis por la falta de vivienda se ve agravada por los pocos espacios que han quedado en pie, o que pueden considerarse seguros.

Más de 160 mil edificaciones colapsaron o quedaron inutilizables tras el sismo. Las autoridades han distribuido tiendas y carpas, pero sigue habiendo faltante. En algunos casos, las familias se han mudado a vivir a edificios públicos.

En Samandang sigue sin haber luz eléctrica, y la situación de noche se complica. Yucesoy ha colocado luces de noche alrededor de las carpas, pero el temor a la inseguridad, sumado al de la posibilidad de nuevos temblores, hace que dormir se haga muy difícil. Sus hijos también sufren la falta de escuela, que está suspendida hasta nuevo aviso.

“Todo esto es nuevo para nosotros, no sabemos lo que nos depara el futuro. Y siempre está el miedo. Nuestras casas se han derrumbado, ¿qué pasará después? No lo sabemos”, completa la mujer.

La tragedia de Siria

A los devastadores efectos del sismo, en Siria se agrega el agravante de que la región afectada también es la que viene sufriendo los peores efectos de los casi doce años de guerra civil. En medio de una pobreza creciente (y una inyección de ayuda internacional que no termina de paliar las necesidades), la situación humanitaria no hace más que agravarse.

“Un mes después, la vida continúa siendo inimaginablemente dura para los niños en las áreas afectadas por el sismo. Miles todavía están viviendo en tiendas, los escombros aún están siendo sacados de las calles y los servicios básicos son todavía insuficientes para cubrir las necesidades”, dijo a la agencia EFE Kathryin Achilles, de la ONG Save the Children (Salven a los niños).

El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, en inglés) advirtió en un comunicado de que la financiación para asistir a los afectados en Siria “no alcanza” para cubrir sus necesidades “inmediatas”, pues la ONU ha recibido menos de la mitad de los 400 millones de dólares requeridos y las donaciones a ONG son “lentas e inadecuadas”.

A ello se suma que ya no había fondos suficientes para hacer frente a la situación humanitaria previa al terremoto, la peor desde el estallido del conflicto en 2011, por lo que la ONG consideró que “sin más recursos Siria no será capaz de recuperarse de estas crisis múltiples”.

“Mis compañeros en Siria describen una creciente crisis humanitaria en la retaguardia de un desastre natural. Alguna gente tiene que sobrevivir con una bolsa de pan y comida enlatada, que es todo lo que han recibido este mes”, afirmó el director de NRC para Oriente Medio, Carsten Hansen.

En el caso de las zonas del noroeste del país, que está en manos de fuerzas rebeldes opuestas al régimen de Bashar al-Assad, el envío de asistencia humanitaria estuvo rodeado de polémica desde el inicio, pues la región no recibió su primer convoy de las Naciones Unidas hasta pasados cuatro días del sismo.

Región de Siria tras el terremoto. Foto: Clarín

Omar Mohamed Kharoufi, un agricultor que vive en la provincia de Idlib, bajo el control rebelde, perdió su casa y a 13 miembros de su familia por el terremoto. Desde hace un mes, toda su familia vive en tiendas de campaña. Pero dice que ha recibido muy poca ayuda.

“Todas las casas están destruidas. Hace un mes que no se mueve nada. Necesitamos ayuda, pero no hemos recibido nada. Las organizaciones vinieron, hicieron fotos y luego se fueron”, afirmó en diálogo con Radio France International (RFI). En un momento, desplegó una lista de lo que ha recibido: un kilo de bulgur, un kilo de lentejas, un litro de aceite y unas latas de sardinas y atún.

“Hemos recibido mucho apoyo. Lo hemos visto en nuestros teléfonos y en Facebook. La ayuda ha venido, ha venido, ha venido. Pero vivimos en un pueblo. Sí, han venido las organizaciones. Muchas. Y tomaron muchas fotos, hablaron con la gente. Pero ¿nos dieron algo? No vimos nada”, insiste.

Para el promotor de Refugees International en Oriente Medio Jesse Marks, la respuesta en estas áreas de las provincias de Idlib y Alepo sigue representando un “fracaso inadmisible” un mes después.

“Al acercarse el duodécimo aniversario de la guerra civil, los sirios en el noroeste podrían enfrentar un capítulo todavía más oscuro según los efectos secundarios del terremoto y una respuesta totalmente insuficiente impiden recuperarse de uno de los peores desastres de la historia moderna en la región”, sentenció en un comunicado.

Una semana después del sismo, el gobierno sirio permitió a la ONU aumentar de uno a tres el número de pasos fronterizos por los que puede suministrar a los bastiones rebeldes de forma directa desde el otro lado de la frontera turca, ahorrándole una votación en el Consejo de Seguridad.

Fuente: Clarín.

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