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Juicio por Báez Sosa: dónde y cómo esperarán el veredicto los padres de Fernando y los rugbiers acusados de matarlo
Padres de Fernando Báez Sosa. Foto: Archivo
El Tribunal se tomará unos días de lo previsto y anunciará el fallo el 6 de febrero, tras intensas jornadas de presentación de pruebas y alegatos.
Tortas fritas y mates, valija lista y regreso a Buenos Aires con la expectativa en que el Tribunal “haga Justicia y Fernando tenga algo de paz”. Graciela y Silvino, los papás del chico asesinado hace tres años en Gesell, dejaron este viernes Dolores, que poco a poco retoma su pulso de pueblo de siesta y sosiego.
Permanece la avenida Belgrano cortada al tránsito y vallada de esquina a esquina, con seguridad policial, igual que la calle Riobamba, la de la Unidad Penitenciaria N°6 donde fueron alojados desde el primer día de este año los ocho rugbiers. Allí, en los llamados “buzones”, celdas de aislamiento y castigo que para ellos funcionan a modo de alcaldía, permanecerán a la espera del veredicto que defina sus destinos.
Sus familiares también dejaron la ciudad. Algunos se instalaron en un barrio que da sobre la ruta 63, que conduce a Pinamar, y otros llegaron para determinadas fechas. Las últimas audiencias, en que se oyeron los alegatos, las presenciaron todos.
También se habían ido a Zárate en el impasse que hubo entre el final de la etapa probatoria del debate, y las jornadas de alegatos, a las que llegaron escoltados por la Policia, lo mismo a la salida.
Se fue del pueblo también este viernes el holgado equipo de Fernando Burlando, porque no sólo lo integran los abogados que representan a Graciela y a Silvino, Fabián y Facundo Améndola, padre e hijo, y Germán Facio; entre colaboradores y jóvenes profesionales, la dotación suma una docena de personas.
Algún trípode de cámara de TV aún quedaba en pie en la esquina del coqueto edificio de los Tribunales, algunos periodistas todavía merodeaban la zona. Pero el fin de semana definitivamente será como suelen ser todos los días de enero aquí, calurosos y apacibles, aunque en los últimos años el pueblo ganó cierto tránsito turístico por sus flamantes parques de aguas termales.
“Fueron días de mucho estrés”, dijo a este cronista un allegado al Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Dolores, que no descuidó pormenores de organización. La jueza que lo preside, María Claudia Castro, fue tajante cuando al mínimo cruce debió encauzar en el debate a alguna de las partes.
A una semana del veredicto, el cierre de la etapa probatoria y de los alegatos sin que se haya registrado algún tipo de incidente, tanto dentro como fuera del Tribunal, les deparó algo de alivio, cierto desahogo después de tanta tensión, no solo a los judiciales también a quienes se ocuparon de la seguridad.
Se desconoce si a la lectura del veredicto, previsto para las 13 del 6 de febrero próximo, le seguirá la de la sentencia. Al anunciar el cierre del debate tras las palabras de los ocho imputados, que conllevaron el fallido pedido de disculpas a la familia de Fernando Báez Sosa, la jueza habló de “la eventual” sentencia.
Es decir que los fundamentos del Tribunal, que llevarán además los votos de los jueces Christian Rabbaia y Emiliano Lazzari, bien podrían conocerse días después del dictado de la pena. Pero habrá veredicto y se leerá en la misma sala de audiencia del primer piso, que da a Belgrano, donde ahora son juzgados los ocho jóvenes de Zárate.
Allí, hace 24 años la jueza Castro ocupó el mismo lugar que hoy ocupa Burlando: en diciembre de 1999 acababa de asumir como fiscal de instrucción e integró el equipo de investigadores que llevó adelante la acusación contra -coincidentemente- los ocho acusados por el crimen José Luis Cabezas.
El lugar donde se sienta Castro lo ocupaba entonces el juez José Luis Macchi, y el que ocupa hoy el abogado de los rugbiers, Hugo Tomei, el abogado defensor, lo tuvo en aquellos días a un joven Fernando Burlando. Fue, junto a su ex socio Juan Martín Cerolini, quien defendió a “Los horneros”, que fueron condenados por el asesinato del fotógrafo.
“No se olviden de Cabezas”, decían entonces los folletos y afiches que lucían en los frentes de los comercios de los alrededores de la Plaza Castelli, como ahora también en árboles y columnas de alumbrado, y en el vallado frente al Tribunal, que tiene velas y colgado algún rosario, con fotos en blanco y negro de Fernando Báez Sosa sonriente, y embanderado el pedido de Justicia en su nombre.
Fuente: Clarín.
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