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Italia rompe el tabú de los pactos con la extrema derecha en la UE
La líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni. Foto: España.es
La corriente de Meloni acaba de ganar las elecciones en Suecia y gobierna en Polonia, Hungría y República Checa.
La victoria de la nacionalpopulista Giorgia Meloni en Italia ha disuelto de un plumazo un debate que planeaba desde hace ya varios años en la política comunitaria, concretamente entre los populares europeos, sobre la conveniencia o no de los pactos con los partidos de extrema derecha. Guste más o menos, el resultado de las elecciones en Italia, el tercer país más importante de la Unión Europea (UE) y uno de los seis fundadores, ha convertido en obsoleta esa disyuntiva porque ya se ha materializado y de paso abre también el escenario de que una fuerza política de la misma órbita, la Agrupación Nacional francesa, pueda también llegar en el futuro más o menos lejano al poder en otro de los países fundadores, algo que parecía hasta ahora absolutamente imposible y desde ayer no tanto.
En un principio, la dirección del PPE, inspirada por los democristianos alemanes, había sentado la tesis de que era mejor defender sus propias ideas moderadas y perder las elecciones que llegar al poder pactando con populistas de extrema derecha. El año pasado, cuando los populares expulsaron del grupo al partido en el poder en Hungría, el Fidesz de Viktor Orbán, la idea de una alianza con la extrema derecha euroescéptica parecía insoportable para el conjunto del centro-derecha europeo y los pactos que se atrevieron a cerrar en Austria acabaron mal. Después de la victoria de Meloni, en la que los populares de Forza Italia han hecho el papel de comparsas, lastrados además por la controvertida figura de Silvio Berlusconi, la cuestión sobre asociarse o no con la extrema derecha ha desaparecido. Es evidente que esta situación va a ser utilizada como munición política de gran calibre por parte de los socialistas y la extrema-izquierda contra el centro-derecha en su conjunto. Pero la misma corriente política que representa Meloni acaba de ganar las elecciones en Suecia y gobierna en Polonia, Hungría y en otros países estratégicos como la República Checa, lo que hace muy difícil seguir ignorando esta realidad.
Para la Comisión Europea es una máxima abstenerse de entrar directamente en los debates electorales nacionales porque el pragmatismo obliga a mantener un cierto grado de cortesía con quien va a ser su interlocutor necesario en la gestión cotidiana. Tampoco es corriente que se señalen las enemistades políticas por parte de otros Gobiernos, teniendo en cuenta que a la postre se va a sentar todos en la misma sala del Consejo Europeo. En el caso de Italia, sin embargo, ha sido muy significativo que fuera el primer ministro polaco, el nacionalpopulista Mateusz Morawiezki, el más rápido en dar la enhorabuena a la italiana en redes sociales, un gesto que demuestra claramente que desde Varsovia se da por hecho que ha ganado un aliado en su pulso contra las presiones de Bruselas por sus políticas nacionalistas. Meloni comparte grupo político en Europa (ECR) con el partido en el gobierno en Polonia, el PIS, o la formación española Vox, pero ha dicho claramente en varias ocasiones durante la campaña electoral que la UE y la OTAN son los dos pilares inamovibles de su política exterior. De su habilidad para mantener este rumbo dependerá en gran parte que se mantenga la estabilidad política en la UE.
Tras la victoria de Meloni, en la que los populares de Forza Italia han hecho el papel de comparsas, la cuestión sobre pactar o no con la extrema derecha ha desaparecido
Pero no todos mantienen la calma. La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, se ha puesto en actitud defensiva y recordó ayer en una entrevista radiofónica que «en Europa tenemos ciertos valores y, obviamente, estaremos atentos», teniendo en cuenta que en su país viven desde hace décadas bajo la sombra de una posible victoria de Marine Le Pen, que ha entrado con fuerza este año en la Asamblea Nacional, siendo la única alternativa en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
Von der Leyen pertenece a la corriente de pensamiento de la CDU-CSU alemanas que proponía vetar los pactos con la extrema derecha, lo que explica que la víspera de las elecciones en Italia, en un gesto poco corriente, hubiera lanzado lo que se podía interpretar como una advertencia a los electores italianos. La presidenta dijo que la Comisión está dispuesta a trabajar con cualquier Gobierno democrático, pero también tiene las «herramientas necesarias» si las cosas van en una «dirección difícil». Una vez conocidos los resultados, ya sabe cual es el escenario en el que tendrá que gestionar la segunda parte de su mandato.
Fuente: ABC.es
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