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La UE responde al órdago de Boris Johnson: “Las medidas unilaterales son inaceptables y responderemos”
Boris Johson, reunido con su equipo de trabajo. Foto: El Mundo
Bruselas insiste en que el Protocolo es la mejor solución para la cuestión de Irlanda del Norte y que da flexibilidad más que suficiente para solucionar los problemas causados por el Brexit.
“Las acciones unilaterales que contradigan un acuerdo internacional son inaceptables” y, si ocurren, se responderá “con las medidas a disposición”. La Unión Europea lleva más de tres años repitiendo sistemáticamente esta frase, esta idea, este principio básico de las relaciones globales y la diplomacia, pero Reino Unido, antaño ejemplo de credibilidad y respeto por las leyes, ha decidido una vez más hacer oídos sordos. A las quejas de sus ex socios de la Unión, al derecho internacional y a los compromisos adquiridos.
El Gobierno británico ha confirmado que, en las próximas semanas, adoptará legislación para cargarse el Protocolo de Irlanda del Norte, esto es, el mecanismo creado tras años de negociaciones para intentar que el Brexit sea lo menos doloroso posible en Irlanda del Norte y que el Acuerdo de Viernes Santo no salte por los aires. Es un instrumento que se ha demostrado útil, pues ha evitado, desde la salida de Reino Unido de la UE, las fronteras duras, pero que tiene costes y consecuencias. Más dificultades en el comercio, tarifas, controles, papeleo.
Las autoridades norirlandesas y las empresas han logrado acostumbrarse, y, aunque siempre han dicho que preferirían algunos retoques para hacer más fácil el día a día de los ciudadanos y las compañías, no hay apetito en absoluto por una decisión draconiana. Londres, en cambio, lleva meses apoyándose en esa salida, esa cortina de humo. Y el resultado de las elecciones, que ha dado la mayoría por primera vez al Sinn Féin, ha sido la excusa.
“El anuncio del gobierno del Reino Unido de presentar una legislación que dejaría de aplicar los elementos constitutivos del Protocolo plantea preocupaciones significativas. En primer lugar, porque el Protocolo es la solución acordada entre la UE y el Reino Unido para hacer frente a los desafíos que plantea la retirada del Reino Unido de la UE para la isla de Irlanda y para proteger los logros obtenidos con tanto esfuerzo en el proceso de paz. En segundo lugar, porque el Protocolo es un acuerdo internacional firmado por la UE y el Reino Unido. Las acciones unilaterales que contradigan un acuerdo internacional no son aceptables. En tercer lugar, porque el Acuerdo de Retirada y su Protocolo son la base necesaria para el Acuerdo de Comercio y Cooperación, que la UE y el Reino Unido han acordado para organizar su relación general tras la retirada del Reino Unido”, ha reaccionado el comisario Maros Sefcovic, responsable de las negociaciones con Londres después de que Michel Barnier se encargara de toda la parte del divorcio.
En un comunicado publicado este martes, Sefcovic ha cargado contra la decisión de Boris Johnson, pero cuidando el lenguaje y el tono. No hay nada perdido todavía y espera poder reconducir la situación. La UE ha mostrado en infinitas ocasiones su cintura y paciencia, ha permitido cambios, retoques, ajustes como el que afecta a las medicinas, que según la negociación no podrían fluir como antaño, pero para las que se ha hecho una excepción. Pero nunca es suficiente para Londres, que reniega, una vez más, de lo firmado.
La posición de Johnson es clara: ‘no nos gusta, así que lo cambiamos, independientemente de lo acordado’. Quieren forzar así un cambio en la UE, que celebra en dos semanas un Consejo Europeo en que los líderes de los 27 se pueden ver forzados a abordar la cuestión. La ministra de Exteriores británica, Liz Truss, ha dejado bastante claro ante Westminster lo que buscan.
“El desafío es que esta solución requiere un cambio en el propio Protocolo, ya que su redacción actual impide que se implemente, pero el mandato de la UE no permite que se cambie el Protocolo”, ha dicho. Esto es: quieren que los 27 cambien el mandato de los negociadores de la Comisión para implementar cambios, pero en la UE no hay ningún apetito, ninguna gana y hay, cada vez, más hastío. Hay preocupaciones mucho más severas, empezando por la guerra en Ucrania. La cuestión irlandesa parecía a punto de explotar en noviembre, se calmó pero ahora regresa con fuerza tras los comicios.
“Si Reino Unido decide seguir adelante con un proyecto de ley que deshabilite los elementos constitutivos del Protocolo, como anunció hoy el gobierno del Reino Unido, la UE deberá responder con todas las medidas a su disposición. Nuestro objetivo general es encontrar soluciones conjuntas en el marco del Protocolo. Esa es la forma de garantizar la seguridad jurídica y la previsibilidad para las personas y las empresas de Irlanda del Norte”, ha avisado el comisario.
Arbitraje, recursos, procedimientos de infracción y sanciones o réplicas en el apartado comercial pueden ser inevitables si no hay acuerdo negociado. Poniendo en entredicho las bases del acuerdo comercial firmando a continuación del Brexit, pero totalmente condicionado a que Londres respetara el acuerdo, algo que en el fondo nunca ha tenido mucho interés en hacer.
La UE podría aplicar los artículos del acuerdo comercial, el 770 y el 779, en concreto, y cargarse el marco actual, sería la opción más drástica y que devolvería enseguida los aranceles y acabando de facto con mucha de la cooperación bilateral. Podría suspender algunas partes concretas, pero también es complicado y lento. O bien, más probablemente, podría tomar represalias rápidas en el mar, en materia de pesca, por ejemplo, algo que se puede hacer en unos días.
“Con voluntad y compromiso políticos, los problemas prácticos que surjan de la implementación del Protocolo en Irlanda del Norte pueden resolverse. La Comisión Europea está dispuesta a seguir desempeñando su papel, como lo ha hecho desde el principio”, ha reiterado la Comisión, recordando todas las ofertas de flexibilidad que ha hecho durante estos meses, cómo ha mirado para otro lado cada vez que Reino Unido no cumplía un plazo, no aplicaba la legislación prometida o prorrogaba unilateralmente los periodos de transición, al no ser capaz de llevar a la práctica los complejos mecanismos que aseguró que funcionarían en el día a día.
Fuente: El Mundo.
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