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El incierto y caótico proceso de Haití para reemplazar a su asesinado presidente

El primer ministro, Claude Joseph, tomó la iniciativa y declaró el estado de sitio en el país, otorgando amplios poderes al ejército. Foto: Getty.

El primer ministro, Claude Joseph, tomó la iniciativa y declaró el estado de sitio en el país, otorgando amplios poderes al ejército. Foto: Getty.

El asesinato a tiros del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ha llevado al país caribeño a una nueva cota de incertidumbre e inestabilidad, incluso para los estándares de una nación que ha tenido más de 20 gobiernos en 35 años y ha sido azotada por todo tipo de desastres naturales, pobreza y violencia.

Los expertos coinciden en que, incluso para un país inestable como Haití, un magnicidio es un paso de consecuencias imprevisibles.

La última vez que un presidente del país fue asesinado sucedió en 1915, cuando Vilbrun Guillaume Sam fue arrastrado y golpeado hasta la muerte por un grupo de rebeldes. La situación terminó con una ocupación de Estados Unidos.

Pero más de 100 años han pasado y, si bien los tiempos son muy distintos, los analistas temen por las consecuencias que dejen el actual vacío de poder.

“El asesinato del presidente Moïse pone al país a la puerta del caos, de una inestabilidad que puede tener implicaciones para toda la región”, advierte el académico haitiano Robert Fatton en una entrevista con BBC Mundo.

Y la primera fuente de inestabilidad, la más urgente de resolver, es saber quién manda en el país.

¿Quién está al mando ahora mismo?

Tras anunciar al país la noticia del asesinato a tiros del mandatario, sucedido el miércoles en su domicilio, el primer ministro, Claude Joseph, tomó la iniciativa y declaró el estado de sitio en el país, otorgando amplios poderes al ejército.

Y ahí comienzan los problemas, porque “no está claro que sea él realmente el primer ministro”, advierte Fatton.

Solo un día antes de su muerte, Moïse había designado un nuevo primer ministro que debería tomar el poder esta semana, por lo que Joseph estaba prácticamente dejando el cargo.

Y ese hombre es Ariel Henry, que ya ha mostrado su contrariedad.

“Claude Joseph no es primer ministro, es parte de mi gobierno”, ha declarado en una entrevista al periódico haitiano Le Nouvelliste.

“En mi opinión, ya no es primer ministro. ¿Hay más de un primer ministro nombrado en el país?”, se preguntó con ironía.

Y no acaba ahí su discrepancia, ya que asegura no estar de acuerdo con algunas de las decisiones tomadas por Claude Joseph en las últimas horas, incluido el estado de sitio que ha declarado en todo el país. “No creo que estemos en una situación que requiera un estado de sitio. Creo que es un poco precipitado. Este es mi punto de vista”, señaló.

Sin embargo, Henry ha querido también mostrarse conciliador: “Claude Joseph ha hecho hoy un buen trabajo que aprecio. […] Creo que tenemos una oportunidad de diálogo para llegar a un acuerdo para llegar a unas elecciones en un mejor clima”, apuntó.

El Parlamento se hallaba disuelto

Antes de la muerte, Haití se encontraba camino de unas elecciones presidenciales y legislativas, convocadas para el 26 de septiembre. Unos comicios en los que Moïse no podía ser candidato.

El Parlamento haitiano lleva desde enero del año pasado parcialmente disuelto a la espera de este cita con las urnas.

Desde entonces, Moïse gobernaba a golpe de decreto.

Lo que también arroja algunas dudas sobre el nombramiento del primer ministro.

“[A la situación] se suma el problema de la legitimidad constitucional: para ser primer ministro, tienes que ser aprobado por la Asamblea Nacional, pero al no haber parlamento, Moïse los ha nombrado por decreto”, señala el académico Fatton.

Henry, sin embargo, no muestra dudas al respecto: “Soy un primer ministro designado, Claude fue un primer ministro interino que retomó sus cargos como ministro de Asuntos Exteriores”, afirma en la entrevista al medio haitiano.

¿Existe entonces un calendario para formar su gobierno y tomar posesión?

Tampoco parece claro: “Había un calendario con el presidente Jovenel Moïse. Pero ahora está muerto. Creo que tenemos que encontrar un consenso con todos los actores, no soy el único capitán a bordo…”.

¿Se celebrarán elecciones?

A Fatton no le sorprenden esas dudas sobre la formación del gobierno y la convocatoria de elecciones.

“De acuerdo con la Constitución, el juez jefe de la Corte Suprema es el siguiente designado cuando hay un vacío en la presidencia y en el gobierno”.

Pero, para complicar aún más la situación, el juez que estaba al frente, René Sylvestre, falleció de covid-19 el 23 de junio pasado.

Un paso más. El siguiente en la lista sería “quien esté presidiendo la Asamblea Nacional, que no existe. Entonces no hay una transición clara. Hay una posición que constitucionalmente no puede ser llenada”.

La división política tampoco ayuda a resolver el actual vacío de poder y a tender los puentes necesarios.

A esas elecciones se llegaba en una situación de anormalidad y enfrentamiento entre el gobierno y la oposición, agravado también por el intento de celebrar un referéndum para aprobar una nueva Constitución, proyecto que no contaba con el apoyo de la oposición ni de la comunidad internacional.

La oposición clamaba que el mandato de cinco años de Moïse debía haber acabado el pasado 7 de febrero, cuando se cumplían los cinco años del fin del gobierno del expresidente Michel Martelly en 2016.

Moïse, sin embargo, insistía en que debía gobernar un año más porque no tomó posesión hasta el 7 de febrero de 2017.

Tras el magnicidio, la legislación establece la convocatoria en 90 días de unas nuevas elecciones para renovar el Parlamento y la presidencia, informa el diario El País.

Pero son muchos los que dudan de su viabilidad y de la posibilidad de formar un gobierno de concentración.

“Si hay una solución local y se logra crear un gobierno de unidad nacional que incluya la oposición, agrupaciones de la sociedad civil y otras organizaciones y miembros del actual gobierno, puede ser un aspecto positivo. Pero con un ambiente político tan dividido, es muy difícil que pueda darse una transición pacífica”, sostiene Fatton.

Sea como fuere, los comicios habían sido convocados y aprobados por la comunidad internacional con la esperanza de cerrar el clima de división política y social que reinaba en el país.

La apuesta de la Comunidad internacional

Y esa sigue siendo la apuesta de la comunidad internacional.

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, condenó el crimen, tachándolo de “horrible” y aseguró que su país estaba dispuesto a ayudar de cualquier manera.

Pero Washington también demandó a Haití que siga adelante con las elecciones, y el Departamento de Estado señaló que una votación justa “facilitaría un traspaso de poder pacífico a un nuevo presidente electo”.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, por su parte, llamó a la prudencia y pidió a los haitianos que “permanezcan unidos” y “rechacen toda violencia”.

También el jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, advirtió del “riesgo de inestabilidad y de una espiral de violencia”.

Sin embargo, esa es la gran pregunta ahora: “¿Cuánto puede empeorar el infierno?”, se cuestiona el experto en Haití Irwin Stotzky, de la Universidad de Miami, en declaraciones a la agencia AFP.

“Haití se enfrenta a más violencia y muerte y a un fracaso como nación democrática como nunca antes, lo que es difícil de imaginar dada su reciente y caótica historia”.

“Todavía no está claro quién liderará Haití”, reconocía el miércoles por la tarde el embajador de Haití en Estados Unidos, Bocchit Edmond.

Los próximos días serán claves para dilucidar la resolución del enrevesado laberinto en que se halla la nación caribeña.

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