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La cuarentena no logró aumentar la natalidad en varios países

Los habitantes de Alemania, Francia y Reino Unido que vivían en las zonas más afectadas por la covid-19 eran más propensos a posponer la maternidad, según un estudio.

Los habitantes de Alemania, Francia y Reino Unido que vivían en las zonas más afectadas por la covid-19 eran más propensos a posponer la maternidad, según un estudio.

Para los que pensaron que el confinamiento dejaría a las parejas con poco más que hacer que procrear, hubo una sorpresa: no un baby boom sino todo lo contrario. Los estudios muestran que Estados Unidos se enfrenta al mayor descenso de nacimientos en un siglo, y en algunos lugares de Europa el declive es aún más pronunciado.

Cuando Frederike se mudó con sus padres para cuidar a un pariente anciano al principio de la pandemia, lo consideró un regalo, una oportunidad para pasar tiempo con su familia. Pero a los pocos meses, esta alemana de 33 años empezó a sentir una profunda sensación de pérdida.

Frederike está soltera y se dio cuenta de que la pandemia le estaba robando la oportunidad de conocer a alguien y formar una familia. “El tiempo es muy valioso en este momento y mi vida se ha puesto en pausa”, dice.

Probó a tener citas por internet, pero salir a pasear en invierno con temperaturas bajo cero no favorece el romance. Ahora, deprimida, el mismo pensamiento gira obsesivamente en su cabeza: “Cuando esto acabe voy a ser infértil”.

“Me siento en los años en que puedo tener un hijo”.

Para los que estudian la población, la caída de los nacimientos no fue una revelación. “Viendo lo mala que fue la pandemia no me sorprende”, asegura Philip N Cohen, profesor de sociología de la Universidad de Maryland. “Pero sigue siendo impactante ver que algo así ocurre en tiempo real”.

En junio del año pasado, los economistas del Instituto Brookings de Estados Unidos estimaron que los nacimientos en Estados Unidos caerían entre 300.000 y medio millón de niños.

Al mismo tiempo, una encuesta sobre planes de natalidad en Europa mostraba que el 50% de las personas en Alemania y Francia que habían planeado tener un hijo en 2020 iban a posponerlo.

En Italia, el 37% aseguró que había abandonado la idea por completo.

Un informe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. indica un descenso del 8% de los nacimientos en el mes de diciembre.

Los primeros datos de Italia sugieren un descenso del 21,6% a principios de año, y en España se registra la tasa de natalidad más baja desde que se guardan registros de ella: marca un descenso del 20%. Nueve meses después del inicio de la pandemia, Francia, Corea, Taiwán, Estonia, Letonia y Lituania han notificado cifras mensuales de nacimientos en diciembre o enero que han sido las más bajas en más de 20 años.

Términos de búsqueda en Google

Joshua Wilde y su equipo del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica (Alemania) predijeron este descenso y su investigación muestra que el efecto -al menos en Estados Unidos- probablemente se extienda durante meses.

Observaron la prevalencia de términos de búsqueda en Google en EE.UU., como la prueba de embarazo “Clearblue” o el concepto de “náuseas matutinas”.

En octubre predijeron que en febrero habría un descenso del 15,2% de los nacimientos. Ahora ven que esa caída se prolonga hasta agosto.

Sería la mayor caída de nacimientos en más de un siglo, y duraría más que el efecto de la recesión de 2008 o incluso la Gran Depresión de 1929.

Normalmente, en recesiones y pandemias se produce un descenso de los nacimientos y luego un repunte, explica Wilde.

“Uno se imaginaría que cuando la primera ola terminara, todo el mundo estaría como, ‘Oh, chico, ya sabes, hora de tener todos esos hijos que íbamos a tener'”.

Pero esta vez es diferente

“Lo que estoy descubriendo es que no. La gente, si está esperando, está esperando realmente mucho tiempo”.

Y algunos habrán decidido no tener ese hijo en absoluto.

Esto tiene sentido para Steve.

Durante los últimos tres años ha tenido la misma conversación una y otra vez con su mujer.

Ella quiere otro hijo, una hermanita para sus dos hijos. Él es feliz con su familia de cuatro miembros.

“Así que cada año me invento excusas”, reconoce.

Ha intentado convencerla de que la situación económica de Nigeria, donde viven, es demasiado imprevisible, pero ella no se lo creía, hasta ahora. “Por primera vez, debido a la covid-19, ella ha aceptado que el momento ha pasado”.

Un precio elevado

Todo ello forma parte de una tendencia mucho mayor a la disminución de los nacimientos, lo que preocupa a algunos.

En el futuro, si hay menos personas en edad de trabajar, se generarán menos ingresos fiscales para pagar las pensiones y la asistencia sanitaria de los ancianos, que a su vez viven más tiempo.

Hay soluciones a este problema -aumentar la edad de jubilación, por ejemplo, o fomentar la inmigración-, pero éstas tienen implicaciones políticas.

Muchos países han intentado aumentar el número de niños con poco éxito.

Una vez que las tasas de natalidad disminuyen, es complicado convencer a las mujeres de que tengan más bebés.

“Después de la gran recesión de 2009 puede que haya habido un cierto repunte, pero no hasta el nivel que tenía”, analiza el profesor Philip Cohen.

“Ciertamente, en Estados Unidos las tasas de natalidad nunca se recuperaron a sus niveles anteriores a la recesión”.

En este contexto, las mujeres son mayores cuando empiezan a pensar en tener hijos, el margen de tiempo que tienen para concebir. Frederike siente que se le acaba el tiempo, pero al menos es optimista.

Está pensando en congelar sus óvulos o en tener un hijo con un amigo gay, o tal vez en no tener ningún hijo. Eso le ha dado una sensación de control.

“Estoy contenta de hacer esto para proteger a las personas mayores, pero es un precio bastante alto”.

 

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