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Moho en casa: lo que cada color significa para tu salud

Moho. Foto: DW

Moho. Foto: DW

Los hongos invisibles que habitan nuestras casas tienen un lenguaje cromático propio. El negro puede anunciar un peligro mortal, mientras el azul nos recuerda el descubrimiento que salvó millones de vidas.

Cada día, sin siquiera darnos cuenta, inhalamos e ingerimos miles de diminutas formas de vida. El aire y las superficies que nos rodean albergan un ecosistema completo de bacterias, hongos, virus, ácaros y otros organismos microscópicos. Normalmente, estos pasan desapercibidos, pero cuando encuentran un nicho favorable (humedad y “algo” de lo que alimentarse), se hacen notar a través de manchas de colores, olores peculiares y, en ocasiones, problemas de salud.

Ese invasor multicolor es el moho, un organismo que prospera en la humedad y que puede aparecer en cualquier rincón de nuestro hogar: desde el frutero olvidado hasta las paredes del baño. Aunque convivimos con él a diario –algunos incluso nos han salvado la vida, como el Penicillium, base de la penicilina–, saber distinguir sus tipos por colores puede ayudarnos a proteger nuestra salud y la de nuestra familia y evitar así alergias y enfermedades respiratorias.
Moho negro

Las manchas negras suelen ser las que generan mayor inquietud, y no sin razón. El temido “moho negro tóxico”, científicamente conocido como Stachybotrys, suele formarse en materiales de construcción que han estado húmedos durante largo tiempo, de acuerdo con Michael Taylor, experto en mohos de la Universidad Flinders de Australia.

Según el Dr. Nik Money, microbiólogo especializado en hongos, entrevistado por el Daily Mail, deberíamos preocuparnos si encontramos zonas negras y polvorientas del tamaño de una caja de pizza, pues podrían liberar gran cantidad de esporas nocivas para la salud, especialmente para niños y personas con sistemas inmunitarios comprometidos.

En el Reino Unido, un caso trágico concluyó que Awaab Ishak, un niño de dos años, falleció como consecuencia de la exposición al moho en el apartamento de su familia, tras sufrir lo que los médicos describieron como una “grave inflamación” de las vías respiratorias.

Sin embargo, no todas las manchas negras son igualmente peligrosas. En la ducha, por ejemplo, el responsable suele ser el Aureobasidium, un hongo viscoso a medio camino entre un moho filamentoso y una levadura. Este suele eliminarse con blanqueador, aunque su pigmentación oscura puede persistir de forma inofensiva.

Moho azul y verde

¿Recuerdas aquella naranja olvidada cubierta de un aterciopelado crecimiento azul verdoso? Es obra del Penicillium, el mismo organismo que nos dio el antibiótico penicilina y el queso azul. Este grupo incluye cientos de especies que, al ser molestadas, liberan nubes de esporas que parecen humo, contaminando rápidamente todo lo que las rodea.

El verde, por su parte, es un color común en alimentos enmohecidos. Contrario a la creencia popular, cortar la parte visiblemente afectada no es suficiente, pues las raíces del hongo (el micelio) ya se han extendido por todo el alimento. Los principales culpables suelen ser especies de Aspergillus, que bajo el microscopio recuerdan a la parte hinchada de un diente de león convertido en semilla.

Para completar la gama verde está Trichoderma, que en latín significa “piel peluda”, un hongo que produce masas esféricas de esporas color verde bosque y que suele crecer sobre cartón mojado o alfombras sucias.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Penicillium, Aspergillus y Cladosporium (de color verde aceituna) constituyen los mohos de interior más comunes. Curiosamente, este último ha demostrado una resistencia extraordinaria, prosperando incluso en el reactor nuclear de Chernóbil, según reporta IFL Science.

Moho amarillo y naranja

Mientras que muchos hongos prefieren la oscuridad, algunos como el Stemphylium y el Epicoccum necesitan luz ultravioleta para completar su ciclo vital. Estos producen manchas amarillas, marrones o naranjas en objetos húmedos y suelen encontrarse en fibras naturales como el yute, el cáñamo y la arpillera, según describió Taylor en un artículo en The Conversation.

A diferencia de otros mohos, estos necesitan exposición solar, por lo que es poco probable encontrarlos en lugares oscuros. Sin embargo, cuando forman grandes colonias, también pueden liberar esporas al aire y provocar problemas respiratorios.

“Moho” rosa o rojizo

Esa espuma rosada que aparece alrededor de los grifos o en las esquinas de la ducha no es en realidad un hongo, sino una bacteria llamada Serratia. Se alimenta de los restos de jabón que quedan en los cuartos de baño y puede sobrevivir en jabones líquidos y de tocador.

Aunque generalmente es inofensiva y puede limpiarse con una esponja y detergente, grandes concentraciones podrían propagarse por el aire y causar infecciones urinarias, respiratorias o incluso oculares, especialmente en personas inmunodeprimidas.

Moho blanco y transparente

Los hongos blancos o “hialinos” (transparentes) representan otra categoría interesante. Uno de los más curiosos es Isaria farinosa, un hongo parásito de polillas y cigarras que se manifiesta como crecimientos arborescentes de color blanco brillante sobre sus desafortunados huéspedes.

El Cladosporium blanco es otro tipo común que puede transmitirse por el aire y suele encontrarse en zonas húmedas y oscuras. Aunque la mayoría de sus formas no son peligrosas, pueden empeorar el asma y las alergias.
¿Qué hacer si descubrimos una invasión? ¿Cuándo preocuparse?

Según un estudio citado por Daily Mail, más del 70 % de los hogares estadounidenses tienen algún tipo de crecimiento de moho, y unos 45 millones de casas tienen niveles insalubres de estos organismos.

Los expertos coinciden en que, más que el color o la especie, lo importante es la extensión del crecimiento. Una regla práctica: si el área afectada supera el tamaño de una caja de pizza, es momento de alarmarse y tomar medidas inmediatas.

La exposición prolongada al moho puede causar desde síntomas leves como congestión nasal, sibilancias y picazón en los ojos, hasta problemas respiratorios graves en personas con asma o sistemas inmunitarios debilitados. Algunos estudios incluso sugieren posibles vínculos con problemas cognitivos y depresión.

El moho resulta especialmente preocupante cuando aparece en aparatos de aire acondicionado, pues estos dispersan las esporas por toda la vivienda, multiplicando el problema.

Dicho de otro modo, independientemente del color, si detectas moho visible u olfativo, es mejor eliminarlo. La recomendación de expertos es limpiarlo con una mezcla de agua y lejía (cloro), ventilando adecuadamente la zona y usando mascarilla para evitar inhalar esporas. La prevención pasa por mantener los espacios secos. Para infestaciones graves, especialmente en sistemas de climatización, es aconsejable recurrir a profesionales.

En definitiva, el moho nos recuerda que compartimos nuestro entorno con millones de microorganismos, algunos inofensivos, otros potencialmente dañinos, pero todos con un papel en el ecosistema. Al fin y al cabo, como señala Taylor, “cuando notes que el mundo que te rodea cambia de color, puedes maravillarte con tus nuevos conocimientos de las maravillas microscópicas que viven complejas vidas junto a la tuya. Luego, tal vez, límpialo y dale un lavado al frutero”.

Fuente: DW.

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