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Él, su amante y yo
Foto: Planetamamá
Cuando en la cama somos tres se confunden los sentimientos, se exageran los miedos, se pierde la dirección, se ensombrecen los proyectos. Sin embargo, los vínculos a veces son muy contradictorios, sobre todo cuando deben expresarse emocionalmente, de hecho muchos pacientes manifiestan que siguen enamorados de su mujer y que tienen una amante, solo para renovar la pareja o descargar fantasías, aquellas que con la mujer no pueden cumplir.
La vida de pareja cuando cursa una infidelidad es sorprendente, algunas mujeres sienten que su relación mejora durante un breve tiempo, que su pareja está más atenta y cuidadosa, que se manifiesta muy amoroso, siendo que detrás de ese cambio existe una relación paralela.
La culpa transforma todo, acompleja y provoca un sentimiento que se manifiesta a menudo en este tipo de casos. Es más, ciento de parejas logran de esta manera ocultar lo que sucede en su vida íntima, ya que su mujer se siente feliz y jamás podría sospechar de una infidelidad.
El poder del peligro, ese miedo a perderlo todo, a ser descubierto, y a quedar expuesto. Esta emoción asociada al riesgo, es tan excitante para muchos como el mejor afrodisiaco. Algunas personas sienten un potenciador efecto a modo de estímulo sobre el hecho de correr el riesgo de perder a su pareja, un porcentaje interesante de matrimonios se sustentan, finalmente, sobre este
inminente peligro, evadiendo en forma consciente en el miedo a la soledad, o sobre el hecho de correr el riesgo de separarse.
Los hombres y las mujeres son muy diferentes en cuanto al modo de sentir y de responder ante la infidelidad. Las mujeres se sienten defraudadas y experimentan una gran angustia, pero les cuesta soltar, prefieren quedarse con un hombre infiel que reconocer la necesidad de la soledad. La distancia resulta ser una verdadera amenaza. Los tríos muchas otras veces resultan dar una suerte de ventajas en un vínculo deteriorado, de hecho muchas parejas en la actualidad proponen traer un tercero a la relación, a fin de reavivar el vínculo, reestablecer la pasión, y reinventar el deseo.
Del desamor al amor
Los sentimientos amorosos son indescifrables, sobre todo cuando exploramos el pasaje por el engaño amoroso, el desamor está acompañado por una sensación de desapego, que a veces se recompone después de transitar una infidelidad. Si bien creemos que el desengaño amoroso es una emoción subjetiva, existe en lo concreto un sentimiento de fracaso que sobrepasa a un gran número de parejas que dan sus testimonios sobre como reencauzaron su relación, reeligiéndose después de descubrir una infidelidad. Nos llama la atención cuando escuchamos que algunas parejas que descubren infidelidades se acomodan a esa situación, conceden y perdonan o pasan por alto el dolor o la frustración para evitar la separación, de hecho les preocupa más divorciarse que la traición.
¿Entonces preguntamos si es amor verdadero o ficticio, fantasioso, o una mera ilusión?
El amor toma diferentes intensidades de colores y se cubre de matices que resignifican emociones, perdonar quizás lo imperdonable en una distorsión lamentable, confundiendo la interpretación de ciertas conductas que amenazan la razón.
A modo de encontrar una justificación en los relatos, algunas mujeres se complacen justificando el engaño por desesperación o por miedo, y también buscando echar la culpa al chivo expiatorio.
El engaño o la infidelidad toma otra forma, resaltando vagas justificaciones que dejan expuestas la falta de atención sobre el infiel de parte de la víctima engañada, cambiando de roles la víctima termina siendo el victimario, de esa forma queda justificada la conducta infiel. Estos sucesos en manos de un manipulador encuentran la coartada perfecta, también quienes apresados a estos vínculos dejan que suceda por medio del engaño sobre el beneficio para la pareja.
Algunas personas suelen poner en categorías diferentes las relaciones, ser amante o tener una, no sería un inconveniente si se le reconoce mayor estatus a la relación estable, “ella es mi amante, pero vos mi mujer”, lo más triste es que muchas mujeres piensan que existe realmente una diferencia preferencial en estos vínculos y que sin duda si tuvieron un hijo con ellas y no con la amante, eso marca la diferencia en cuanto a la revaloración de ese vínculo.
Las mujeres que hacen de cuenta que no saben, se definen como indiferentes o ignorantes, pretenden autoengañarse para evitar el final de la relación, se revelan como temerosas frente a un futuro incierto, donde la otra es el eslabón que mantiene la relación estable.
El, yo y su amante es la historia de muchas mujeres que entran en un circuito de mentiras y engaños, dejando que sucedan las creencias, consensuando un modelo de relación ausente de satisfacción, con un vínculo que retroalimenta sin duda la conducta del infiel.
Las ofrendas y regalos suelen ser otra modalidad de autoengaño, así para tapar emociones, motivando el engaño y dibujando una situación ideal cuando claramente no lo es. A modo de ejemplo, una paciente me contaba como su pareja le decía, “vos sos mi amor y la otra, la otra solo es la ocasión”. Lo cierto es que se manipula la información, se subestima al otro, pensando que así lo que el infiel hace tiene una razón, un justificativo y hasta un permiso. Si no modificamos esta modalidad se vuelve estable y se repiten una y otra vez en forma patológica, con connotaciones muy negativas que afectan la conducta, con posibilidad de desencadenar violencia frente a la desobediencia.
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