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La fascinación de las perlas, ayer y hoy
Las perlas simbolizan pureza y riqueza. Imagen: Foto: imagebroker / Imago
La “Perla de Abernethy”, hallada hace casi seis décadas en Escocia, fue subastada por más de 93.000 libras en Edimburgo. Un vistazo a la fascinación que han ejercido las perlas a lo largo de la historia.
La “Perla de Abernethy” es una de las más grandes halladas jamás en Escocia. Cuando William Abernethy la encontró en 1967, en el río Tay, esta perla de agua dulce tenía ya 80 años de existencia.
Se calcula que solo uno de cada 5.000 moluscos de los ríos escoceses contiene una perla. Abernethy, quien murió en 2021 a la edad de 96 años, jamás reveló el lugar exacto donde encontró este valioso ejemplar. Conocida también como “Little Willie”, tiene 14,1 quilates y, aun así, se cuenta entre las más bien pequeñas.
Una de las perlas más famosas es “La peregrina”, de 50,56 quilates, que estuvo en poder de casas reales y también de la actriz Elizabeth Taylor. En 2011, fue vendida por 11,8 millones de dólares.
Fruto de la autodefensa
Las perlas son producidas por moluscos bivalvos. Cuando se introduce en ellos una partícula dura que irrita su tejido blando, su mecanismo de defensa recubre el cuerpo extraño con capas de nácar. Así se forma una perla. Las hay de agua salada y de agua dulce, como la de Abernethy.
Siempre han sido codiciadas y han adornado piezas de joyería. Debido a su origen, con frecuencia se las ha visto también como símbolo de la belleza que puede nacer de una necesidad. El pintor Vincent van Gogh dijo una vez: “El corazón humano es muy parecido al mar, tiene sus tormentas, sus mareas, y en sus profundidades tiene también sus perlas”.
Las lágrimas de una diosa
En muchas culturas, las perlas simbolizan pureza, sabiduría o divinidad. En la mitología griega, se las consideraba lágrimas de alegría de la diosa del amor, Afrodita, nacida de la espuma del mar. A lo largo de los siglos, Afrodita -o Venus, como se le llamó en la mitología romana- fue representada frecuentemente con perlas, en diversas obras de arte. Por ejemplo, en “El tocador de Venus”, un óleo de 1751 del pintor francés François Boucher. También muchas otras pinturas dan testimonio de la fascinación que ejercen las perlas.
En la mitología hindú, se atribuye a Krishna el descubrimiento de la primera perla. Cuenta la leyenda que la sacó del mar y se la regaló a su hija para su matrimonio. Hasta el día de hoy, las perlas simbolizan amor y pureza en la cultura hindú.
La mitología china asocia las perlas con dragones, que vigilan las joyas preciosas. La “Perla del dragón” representa sabiduría, poder y fortuna, al igual que el equilibrio armónico del yin y el yang, ya que incorpora energías masculinas y femeninas. En Japón, en cambio, se dice que las perlas se forman de las lágrimas de sirenas y traen mala suerte.
Codiciadas y caras
Hasta la aparición de las perlas cultivadas en Asia, en el siglo XIX, eran usadas sobre todo por élites que querían exhibir su riqueza y su estatus. El adorno más antiguo de perlas que se conoce fue encontrado en el sarcófago de una princesa persa, que murió el año 520 antes de Cristo.
Ya en el Antiguo Testamento, en el Talmud y en el Corán se mencionan las perlas. En la antigua Roma, eran incluso más valiosas que los diamantes. Julio César promulgó un decreto, en virtud del cual solo podían usarlas los miembros de la aristocracia dentro de las fronteras romanas.
Botín colonial
Cuando Cristóbal Colón llegó a América, las perlas eran consideradas un importante botín. Dado que la costa atlántica de Venezuela era rica en perlas, los colonizadores españoles erigieron allí poblados para su explotación, según dice Molly A. Warsh en su libro “American Baroque: Pearls and the Nature of the Empire, 1492-1700”. Allí, obligaban a los nativos a bucear en busca de perlas.
“Esos asentamientos se hicieron pronto tristemente célebres porque, en medio de acalorados debates sobre el trato a los habitantes originarios de América, se desarrolló un brutal sistema de trabajo de la búsqueda de perlas”, escribe Warsh.
En Inglaterra, la época de los Tudor, en el siglo XVI, es llamada también con frecuencia la “era de las perlas”, porque la clase alta solía usarlas para hacer ostentación de su riqueza. Basta ver retratos de ese tiempo para comprender el valor que se les asignaba.
¿Y hoy? También en el siglo XXI, las perlas siguen siendo codiciadas. La subasta de la perla de Abernethy es solo el capítulo más reciente de una larga historia.
Fuente: DW.
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