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¿Por qué algunas personas le temen al silencio y qué proponen los expertos para abordarlo?
Silencio. Foto: Infobae.
La ausencia de sonido puede estar asociada, en ciertos casos, a la soledad, una sensación que a muchos los abruma. No obstante, estos momentos pueden aprovecharse para encontrar calma y reflexión. Los consejos de los especialistas consultados por Infobae.
La Real Academia Española (RAE) define al silencio como “la falta de ruido”. Esta descripción concisa y ampliamente reconocida es motivo de análisis para los especialistas. Algunas de las inquietudes rondan, esencialmente, entre dos planos: ¿hay personas que le temen al silencio? ¿Tiene beneficios permanecer sin escuchar sonido alguno durante un tiempo prolongado?
Antes que nada, un contraste: para la doctora Bente Mikkelsen, directora del Departamento de Enfermedades No Transmisibles de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “millones de adolescentes y jóvenes podrían sufrir pérdida de audición”, entre otras cosas, “por la exposición a niveles de sonido nocivos en lugares como clubes nocturnos, bares, conciertos y eventos deportivos”.
En esa línea, está claro que, especialmente en las grandes ciudades del mundo, atestadas de sonidos provenientes del tránsito y de actividades humanas, el silencio parece ser una quimera.
“La vida humana se caracteriza, actualmente, por ser agitada y ruidosa”, le dijo a Infobae el sociólogo y psicólogo Martín Wainstein, profesor consulto e investigador de psicología social de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Según el experto, “existen personas que no aguantan las situaciones de silencio. Esto tiene mucho que ver con resistirse a la introspección, porque la introspección significa entrar en contacto con uno mismo, con nuestra propia conciencia, y entonces ahí se produce cierto temor o fobia. No tanto a escuchar, sino a encontrarse con voces internas o pensamientos que son los que aparecen cuando nos quedamos un rato en silencio. Esto muchas veces produce ansiedad, estrés y una sensación de vacío”.
“Desde el punto de vista psicológico, uno podría pensar que el temor es a que el silencio nos confronte con heridas o miedos internos, o situaciones que en algún momento constituyeron partes oscuras de nuestra propia experiencia interior. También tiene que ver con que el silencio nos conecta con la soledad, y el temor es el temor al vacío o al sentimiento de soledad. Estar a solas con el pensamiento y las emociones puede generar mucha ansiedad y temor”, postuló el sociólogo y psicólogo.
Y sumó: “Practicar ciertos momentos de silencio permite mejorar la claridad mental y emocional. El silencio también permite reducir el estrés. De hecho, puede modificar la respuesta hormonal como, por ejemplo, bajar el cortisol en sangre, mejorar la calidad del sueño y fortalecer el sistema inmunológico. Mucha gente realiza rutinas de silencio, dedicando tiempo cada día para estar relajado y volcado sobre uno mismo. Esto significa, por caso, realizar una práctica de respiración consciente o desconectarse de las tecnologías. Una de las prácticas más comunes es el mindfulness, que tiene que ver con la conexión de la persona consigo misma y con situaciones presentes”.
“La práctica del silencio o tratar de estar en silencio significa estar alejado de los estímulos externos. La idea es encontrar momentos o espacios donde de alguna manera la persona se pueda conectar más consigo misma. Es decir, los estímulos externos son ruidos, palabras ajenas y ruidos que actúan sobre algo que nosotros llamamos ‘reflejo de orientación’: nos obligan a fijar la atención en el elemento que esté provocando ese estímulo externo. Entonces, el silencio se convierte en una especie de herramienta para cultivar un cierto estado de paz interior, para poder dedicarse a una reflexión profunda o conexión con uno mismo”, planteó Wainstein.
“Un antiguo axioma de la comunicación de los años 60 —detalló Wainstein—, parte fundante de la teoría de la comunicación humana, dice que no se puede no comunicar: es decir que el silencio comunica mucho, en ocasiones. Hay muchas cosas que se dicen a través de no decir nada o no dar señales de vida”.
El miedo al silencio
¿Existe el miedo al silencio? Para la neuropsicóloga Cynthia Zaiatz, jefa del servicio de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros, “hay mucha gente que tiene miedo, en realidad, a la soledad, y no al silencio en sí. En estas personas, la soledad atrae el silencio, y ahí aparecen muy pocos pensamientos buenos. En general, estos pensamientos tienden a ser negativos y a rondar en una idea de que todo va a estar mal, como un círculo de 180 grados. No terminan de cerrar y la persona piensa que siempre va a estar mal, que siempre va a tener un problema, que nunca va a salir de eso”.
“Por eso decimos que no es bueno que algunas personas estén mucho tiempo en silencio —señaló Zaiatz—. De todos modos, por otro lado, es bueno que el individuo tenga una introspección cuando está en silencio, cuando está solo y tiende a mirarse a sí mismo, sin tener esta tendencia a los pensamientos negativos. Es un avance en su vida. Eso es lo que tiene de beneficioso el silencio. Cuando se usa para ese fin, surgen buenos pensamientos para seguir adelante”.
“Si encontramos que la persona tiene buena introspección, que puede estar un rato en silencio y puede hablarse y contestarse sin tener ningún problema, es muy bueno que tenga esos momentos de soledad. ¿Por qué? Porque lo que hace es hablarse, contestarse de buena manera y tender a elegir buenas acciones para su vida”, enfatizó la neuropsicóloga.
Al tiempo que remarcó: “No hay que asustarse ante el silencio y la soledad. Aquel que puede resignificar la soledad puede decir lo siguiente: ‘Bueno, estoy conmigo mismo’. Eso es algo vital para las personas”.
A su turno, el psicólogo Sebastián Ibarzábal, miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) y de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA), apuntó en conversación con Infobae: “Algunas personas pueden sentir temor o incomodidad ante el silencio. Esto se debe a varios factores. En primer lugar, los seres humanos somos inherentemente sociales y buscamos la compañía de otros para desarrollarnos y sentirnos seguros. El silencio puede conectarnos con la idea de soledad, lo cual puede ser intimidante”.
“Además —sostuvo Ibarzábal—, el silencio puede llevar a una confrontación con pensamientos y emociones internas que han sido evitados o reprimidos. La falta de ruido elimina las distracciones, obligándonos a enfrentar nuestras preocupaciones y ansiedades internas. En una sociedad donde la constante estimulación es la norma, el silencio puede parecer inusual y hasta aterrador”.
No obstante, el psicólogo reflexionó: “El silencio tiene múltiples beneficios psicológicos y emocionales. En esos momentos se puede reducir el estrés, ya que el silencio puede ayudar a disminuir los niveles de cortisol, además de facilitar la claridad mental, permitiendo una mejor toma de decisiones desde la reflexión profunda. También ayuda a reconectar con nuestras emociones, lo cual es esencial para el bienestar emocional. Bien aprovechados, los momentos de silencio pueden fomentar la creatividad al dar espacio a la mente para descansar, generando nuevas ideas y soluciones innovadoras”.
Por su parte, en diálogo con Infobae, el psicólogo Alexis Alderete, especialista en trastornos de ansiedad, apuntó: “Permanecer en silencio tiene grandes y diversos beneficios tanto para la salud mental como para el correcto funcionamiento del cerebro. Al lograr estar en silencio, en un entorno lleno de estímulos que conducen a un estado de alerta constante por todo lo que ‘podría pasar’, el cuerpo empieza a reducir los niveles de estrés, por la hormona cortisol”.
El silencio, asociado a conectar con uno mismo, “permite enfocar la atención y, con el paso del tiempo, se ve una mejora en la capacidad de concentración, especialmente para aquellas tareas que requieren atención al detalle, como el estudio o un trabajo demandante”, dijo Alderete.
Y añadió: “Cuando estamos en silencio, con el paso de los minutos, la mente empieza a conectarnos con emociones a las que cotidianamente no les prestamos atención”.
Alderete sugirió, como práctica empezar “con unos pocos minutos en silencio con nosotros mismos, en la habitación, en el jardín o en otro espacio sin interrupciones, y ver, como si fueran nubes en el cielo que van pasando, todas las sensaciones, pensamientos, emociones o impulsos. Al principio, es posible que se incremente el malestar, pero es algo que se debe tolerar para permitir que el sistema nervioso se relaje y, a partir de ahí, lograr experimentar el beneficio del silencio para nuestras vidas”.
“Hay que recordar que el silencio puede ser intimidante para algunas personas, pero al permitirnos ese momento para nosotros disfrutaremos de la tranquilidad que inevitablemente lleva a una vida más equilibrada”, planteó el experto.
El sonido del silencio
En 2023, en un descubrimiento sorprendente, un equipo de filósofos y psicólogos ha revelado que el silencio, aunque no sea ensordecedor, es algo que literalmente se puede escuchar. Utilizando ilusiones auditivas, los investigadores han demostrado que los momentos de silencio pueden distorsionar la percepción del tiempo de las personas de la misma manera que lo hacen los sonidos.
Este hallazgo, que arroja luz sobre un antiguo debate filosófico, abre nuevas vías para comprender cómo percibimos la ausencia de sonido.
Investigadores de la Universidad Johns Hopkins llevaron a cabo este experimento innovador en el que sustituyeron sonidos por silencios en conocidas ilusiones auditivas. Este trabajo buscaba determinar si el cerebro humano trata los silencios de la misma manera que los sonidos. Por ejemplo, en una ilusión auditiva, un sonido puede parecer mucho más largo de lo que realmente es, según los expertos. En la nueva versión de la ilusión basada en el silencio, un momento de silencio equivalente también parecía más largo de lo que realmente era.
Los resultados del experimento fueron reveladores. El hecho de que estas ilusiones basadas en el silencio produjeran los mismos efectos que sus contrapartes sonoras sugiere que las personas pueden escuchar el silencio de la misma forma que escuchan los sonidos, de acuerdo a los autores. Este hallazgo fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
El estudio no solo establece que el silencio puede ser escuchado, sino que también abre nuevas formas de investigar la percepción de la ausencia. Los investigadores planean seguir explorando hasta qué punto las personas pueden escuchar el silencio, incluso en contextos donde no está precedido por sonidos. Además, tienen la intención de analizar desapariciones visuales y otros ejemplos de percepciones de ausencia.
Para llevar a cabo este estudio, el equipo adaptó ilusiones auditivas conocidas, creando versiones en las que los sonidos originales fueron reemplazados por momentos de silencio.
Uno de los ejemplos más significativos es la ilusión de “uno es más”, en la que un pitido largo parece más largo que dos pitidos cortos consecutivos, aunque las dos secuencias duren lo mismo. Al sustituir los pitidos por momentos de silencio, los participantes del experimento también percibieron el momento largo de silencio como más extenso que los dos momentos cortos.
“Normalmente pensamos que nuestro sentido del oído se relaciona con los sonidos, pero el silencio, sea lo que sea, no es un sonido, es la ausencia de sonido. Sorprendentemente, lo que nuestro trabajo sugiere es que la ‘nada’ también es algo que se puede oír”, dijo Rui Zhe Goh, uno de los autores.
“Los filósofos llevan mucho tiempo debatiendo si el silencio es algo que podemos percibir literalmente, pero no ha habido ningún estudio científico que se haya centrado directamente en esta cuestión. Nuestro planteamiento fue preguntarnos si nuestro cerebro trata los silencios de la misma forma que trata los sonidos. Si se pueden conseguir las mismas ilusiones con los silencios que con los sonidos, puede que eso sea una prueba de que, después de todo, oímos literalmente el silencio”, agregó Chaz Firestone, otro de los expertos a cargo del trabajo.
Fuente: Infobae.
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