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Divorcio del sueño: ¿las parejas que duermen en camas separadas tienen beneficios en su salud?

Imagen referencia. iStock.

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Si tu pareja ronca, padece insomnio o tiene un reloj corporal diferente, dormir en camas o habitaciones diferentes puede ser una solución.

Una nueva investigación de la Academia Americana de Medicina del Sueño revela que más de un tercio de los estadounidenses optan por “divorciarse del sueño” de sus parejas, lo que refleja una tendencia creciente en las relaciones, incluidos los famosos como Cameron Díaz y Carson Daly, a dar prioridad a la calidad del sueño.

“Nos han estafado con la idea de que debemos dormir juntos si tenemos pareja”, dice Neil Stanley, coautor de A Sleep Divorce: How to Sleep Apart, Not Fall Apart (El divorcio del sueño: cómo dormir separados, no separados).

¿Qué es el divorcio del sueño?

El divorcio del sueño consiste en que las parejas duerman en camas o dormitorios separados para mejorar la calidad del sueño. Esta práctica ayuda a evitar trastornos del sueño tan comunes como los ronquidos, el insomnio, los horarios de sueño diferentes y la inquietud, que pueden provocar fatiga y tensiones en la relación. Esto es lo que hay que saber sobre esta tendencia y sus posibles beneficios para la salud.

En la antigua Roma, el concepto de lecho conyugal, conocido como lectus genialis, era a la vez práctico y simbólico. Las parejas romanas solían utilizar una cama para las conversaciones íntimas y la intimidad física, convirtiéndola en un espacio privado dentro del hogar. No era raro que se retiraran a camas separadas cuando llegaba la hora de dormir.

Sin embargo, durante el periodo medieval, el concepto de cama conyugal exclusiva era menos claro debido a la naturaleza comunal de los espacios vitales. Las familias más pobres solían compartir una cama o una zona para dormir cerca de una fuente de calor, mientras que las familias más ricas podían reclamar habitaciones individuales, ya que vivían en casas más grandes.

En el Renacimiento aparecieron dormitorios más privados para las parejas. Sin embargo, no eran infrecuentes los dormitorios separados para maridos y mujeres, especialmente entre la realeza y la nobleza.

En la época victoriana se puso de moda que las parejas durmieran juntas, pero a finales del siglo XIX los expertos médicos volvieron a abogar por la separación. En su libro, A Cultural History of Twin Beds (Historia cultural de las camas dobles), Hilary Hinds afirma que los profesionales médicos de la época consideraban que las camas separadas eran la opción más saludable.

Figuras destacadas como el médico neoyorquino William Witty Hall y el médico de medicina alternativa Edwin Bowers hacían hincapié en los beneficios para la salud de las camas individuales. Hall abogaba por “una cama individual en una habitación grande, limpia y luminosa” y Bowers sostenía que “camas separadas para cada durmiente son tan necesarias como platos separados para cada comensal”.

En los años veinte, las camas gemelas se convirtieron en símbolo de riqueza y moda. Sin embargo, en la década de 1950 se volvió a las camas dobles, ya que la era posterior a la Segunda Guerra Mundial consolidó el concepto de dormitorio principal, considerando las camas separadas como un signo de fracaso matrimonial. Hoy en día, a medida que aumenta la concienciación sobre el papel del sueño en la salud general, la tendencia a dormir en camas separadas está resurgiendo.

Consejos para superar el divorcio del sueño

Para algunas parejas, compartir la cama mejora la conexión emocional y la intimidad. Para otras, no tanto.

El psicólogo del sueño Dan Ford, director clínico de la Better Sleep Clinic de Nueva Zelanda, explica que hay muchas razones por las que las parejas se sienten más cómodas durmiendo solas. Tu pareja puede roncar o sufrir, como una de cada diez personas, insomnio crónico. “Algunas parejas tienen relojes corporales muy diferentes, lo que les lleva a tener horarios de sueño distintos, por lo que les resulta más fácil dormir en camas separadas en lugar de molestarse mutuamente”, explica Ford.

Un estudio de la Universidad de Michigan descubrió que compartir la cama puede comprometer la calidad del sueño, lo que puede poner a prueba las relaciones de pareja. Investigadores de la Universidad de California, en Berkeley, descubrieron que, tras una mala noche de sueño, las parejas experimentan más peleas.

Tami Shadduck, una profesora de Estados Unidos, pasó muchas noches en vela debido a la apnea del sueño de su marido. Se mudó a otra habitación durante la pandemia, cuando tuvo faringitis estreptocócica, y nunca volvió atrás. “Dormir es dormir, y la intimidad no se construye mientras estás inconsciente”, dice. “La intimidad se crea en un millón de pequeños momentos mientras estás despierto”.

Stanley sostiene que la clave para que el divorcio del sueño funcione es que no debes llamar a la segunda habitación el cuarto de invitados. “Debería ser tu habitación”, recomienda Stanley. “La tienes decorada a tu gusto, con el colchón, el edredón y las almohadas que quieras”.

Aunque un divorcio para dormir puede mejorar la calidad del sueño y reducir las molestias, en algunas parejas puede provocar sentimientos de desconexión emocional y reducir la intimidad espontánea.

Sin embargo, para otros, las habitaciones separadas pueden impulsar una relación. Cuando la escritora Marcella Hill, residente en Utah, se mudó a su propia habitación hace un año, dijo en TikTok: “Es bastante sexy poder invitar al otro a casa. Creo que debería ser la nueva norma”.

Stanley argumenta que dormir separados no tiene nada que ver con la fortaleza de su relación. “Es algo perfectamente normal”, afirma. “Dormir divorciados no es un castigo, es hacer lo mejor el uno por el otro”.

Fuente: National Geographic.

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