Connect with us

Lifestyle

Tres curiosos acertijos sobre el tiempo (y por qué hay quienes viven en los siglos XV y XXX a la vez)

Reloj de arena. Foto referencial. EMMANUEL LAFONT/BBC

Reloj de arena. Foto referencial. EMMANUEL LAFONT/BBC

Intenta resolver estos tres, ideados de la mano de Helen Parish, profesora visitante de historia en la Universidad de Reading en Reino Unido. Las respuestas están detalladas más adelante, así como más sobre las peculiaridades temporales que siguen existiendo en el mundo.

1. La carta imposible

Una mujer escribió una carta en Francia el 8 de noviembre de 1582. Esa carta fue recibida en Inglaterra 3 días antes… ¿Qué pasó?

2. El misterio de los cumpleaños desaparecidos

En el año 46 a.C., en Roma, nació un niño en primavera. Vivió hasta los 60 años, pero nunca cumplió años… ¿Por qué?

3. El peón extrañamente envejecido

Después de trabajar en el campo el último día de diciembre del año 800 a.C., un trabajador agrícola deja sus herramientas y se va a la cama. El primer día del nuevo año, cuando recoge sus herramientas para empezar a trabajar de nuevo, es dos meses más viejo… ¿Cómo puede ser?

Respuestas

1. La carta imposible

En el siglo XVI, el antiguo calendario juliano fue reemplazado por el calendario gregoriano. Sin embargo, las naciones de Europa adoptaron el nuevo calendario en diferentes momentos, lo que significó que los días en todo el continente a menudo no estaban sincronizados, dejando a algunos países varios días o semanas por detrás de otros.

2. El misterio de los cumpleaños desaparecidos

Los romanos solían utilizar meses adicionales conocidos como “meses intercalares”, que se añadían ad hoc para realinear el año romano de 355 días con el año solar. El niño en cuestión nació en el mes intercalar de Mercedonio. La última vez que se utilizó el mes de Mercedonio fue en la primavera del año 46 a.C., por lo que el niño fue muy defraudado respecto a sus cumpleaños.

3. El peón extrañamente envejecido

El calendario anterior al juliano sólo tenía 10 meses y no incluía los aproximadamente 60 días del invierno en los que no había trabajo agrícola que realizar. Durante este invierno, no existía el concepto real de “meses”.

Y si piensas que esas son divertidas curiosidades del pasado, no te equivoques: en nuestro mundo moderno también existen peculiaridades del calendario. Resulta que muchas culturas experimentan varios años (o varias edades) simultáneamente.

Ahora mismo estamos en 2024, pero si vas a Myanmar, será 1385, mientras que Tailandia estarás en 2567.

Los marroquíes rezan en 1445, pero cultivan en 2973, siguiendo el calendario de los bereberes, y los etíopes viven en el año 2017, pues tienen un mes extra, Pagumē, de 5 o 6 días, dependiendo de si es año bisiesto.

Mientras tanto, en Corea del Sur, todo el mundo cumple años en el Año Nuevo. Ahora, teniendo en cuenta que los surcoreanos nacen con un año de edad, a partir de ese momento tienen dos o tres edades oficiales en un momento dado: nacional, internacional (contando desde cero), más un año extra cuando todo el país envejece junto el 1 de enero.

El lento camino hasta ahora

Las fechas son un trasfondo de nuestras vidas y una de esas cosas que simplemente parecen existir. Pero, por supuesto, cualquier fecha es la construcción de un sistema específico de cronometraje.

Como calendario estándar global aprobado por Organización Internacional de Normalización (ISO), obligatorio en todos los sectores internacionales, desde la aviación hasta la política, se podría suponer que el calendario gregoriano es superlativamente preciso y eficiente.

Pero resulta que no lo es. Su ascenso al dominio se debió más bien a que apareció en la cultura imperialista, el lugar y momento adecuado.

Producto de la doctrina religiosa y la ciencia renacentista, fue creado para corregir un desfase de 10 días entre el año litúrgico católico (entonces basado en el calendario juliano) y el año solar real.

No obstante, su introducción en 1582 encontró resistencia inmediata: ni los protestantes ni los cristianos ortodoxos estaban dispuestos a reimaginar el concepto de tiempo basándose en un decreto papal.

Así que sólo las partes católicas de Europa adoptaron el nuevo calendario para 1600. Otras regiones se fueron uniendo lentamente: la Alemania protestante y los Países Bajos en 1700, Inglaterra y sus colonias en 1800.

A partir de 1900, lugares remotos y no cristianos como Japón y Egipto lo habían incorporado, pero países ortodoxos como Rumania, Rusia y Grecia resistieron hasta bien entrado el siglo XX.

No fue hasta el año 2000 que Europa saludó unánimemente un nuevo siglo con el 1 de enero gregoriano.

Sin embargo, la mayoría de las principales potencias imperiales ya usaban ese calendario a mediados del siglo XIX, cuando más del 80% del mundo estaba bajo dominio europeo.

Eso coincidió con un movimiento entre las comunidades científica y empresarial euro-estadounidense en favor de un calendario mundial para facilitar el comercio. Casi por defecto el gregoriano ganó ese concurso.

En las regiones que Europa no conquistó, se difundió por otros medios.

En su libro “La transformación global del tiempo”, la historiadora Vanessa Ogle argumenta que el capitalismo, la evangelización y la pasión científica por la uniformidad contribuyeron más a estandarizar el tiempo que cualquier política imperialista.

El colonialismo ni siquiera fue un factor esencial.

Beirut estaba bajo dominio otomano cuando aparecieron fechas gregorianas en sus almanaques a finales del siglo XIX. Japón nunca fue colonizado, pero adoptó el calendario gregoriano en 1872.

Nunca el único

El uso de calendarios múltiples existió durante milenios antes de que apareciera el gregoriano.

Tanto los antiguos egipcios como los mayas utilizaban dos calendarios, uno religioso y otro administrativo.

El rey Sejong de Corea encargó específicamente dos sistemas para su reforma del calendario de la década de 1430: uno adaptado del calendario chino y otro del árabe.

En el Beirut de la década de 1880, el gregoriano era sólo uno de los cuatro calendarios de uso diario.

Incluso Japón, que aparentemente cambió por completo al tiempo gregoriano, conservó su sistema de datación imperial, el calendario Rokuyo de días auspiciosos y el calendario de 24 Sekki de cambios estacionales, todos los cuales todavía se utilizan en la actualidad.

Ese “pluralismo de calendario”, como lo llamó la antropóloga social Clare Oxby, que ha estudiado el uso del calendario en el Sahel y el Sahara, puede parecer un acto de malabarismo, pero en la práctica, diferentes calendarios tienen diferentes funciones.

En el norte de África, los imazighen, los tuareg y otras comunidades de habla bereber pueden utilizar tres o cuatro sistemas simultáneamente: los calendarios estelares marcan las estaciones agrícolas; el calendario lunar islámico guía la práctica religiosa; el gregoriano dicta las interacciones con el gobierno.

Vivir en múltiples líneas de tiempo puede ser una forma práctica de unir diferentes necesidades temporales.

Este no es un concepto desconocido en Europa y América del Norte: las personas tienen años escolares y años fiscales, por ejemplo.

“El uso paralelo de múltiples calendarios está mucho más presente en nuestro mundo contemporáneo de lo que pensamos”, afirma Oxby.

Y si el pluralismo ha sido una constante histórica, también lo ha sido el cambio: “La cultura humana está en constante evolución”.

El de los días auspiciosos

Un cambio cultural en curso es la expansión al ámbito digital. Los cables de fibra óptica han reemplazado a las antiguas rutas comerciales, llevando el calendario gregoriano a lugares a los que el colonialismo no llegó. Y la conectividad ha creado un nuevo tipo de pluralismo de calendario.

Nepal es uno de los pocos países de la Tierra donde el gregoriano no es un calendario nacional: oficialmente el año es 2080 (Bikram Sambat) o 1144 (Newari Nepal Sambat), o ambos. En total, se utilizan al menos cuatro calendarios entre diferentes grupos étnicos, con una variedad de años nuevos.

Nepal está incluso 15 minutos fuera de sincronización con las zonas horarias estándar. Es un país con su propia situación temporal.

A pesar de eso, nepalíes como Sanjeev Dahal no utilizan múltiples calendarios.

“Sólo uso el calendario Bikram Sambat”, dice Dahal, “nunca en mi vida he usado el otro”.

No es exactamente monotemporalismo (el Bikram Sambat contiene varias capas de cronometraje cultural y religioso dentro de su año solar, 12 meses lunares y seis estaciones), pero para un hindú que vive en Katmandú, este sistema cubre todos los aspectos de la vida diaria, desde los días de ayuno hasta los días de pago.

Sin embargo, Dahal es un estudiante de doctorado remoto en Boston College y estudia la diáspora nepalí. Esto significa que está inextricablemente involucrado en el calendario de la cultura digital, que, como la Europa imperialista del siglo XIX, es casi exclusivamente gregoriano.

“Existo en dos espacios y tiempos”, dice Dahal, quien aborda este enigma tecnológico con una solución tecnológica.

Su computadora portátil está programada para 2024 y su teléfono inteligente para 2080. Una aplicación lo ayuda a navegar entre los dos sobre la marcha.

Dahal ve una división generacional: sus padres no utilizan el tiempo gregoriano en absoluto. Pero entre sus amigos también hay una división funcional: gregoriano para los negocios y Bikram Sambat para los eventos sociales y familiares.

Y aunque el calendario occidental domina las redes sociales (y, por tanto, cuando la gente le desea feliz cumpleaños), es inútil para aspectos importantes de la cultura nepalí como determinar los días auspiciosos y seguir los ciclos lunares. Por esta razón, Dahal no cree que el gregoriano se impondrá oficialmente en el corto plazo.

Muchos tiempos

Al igual que con el movimiento del Calendario Mundial de finales del siglo XIX, el siglo XXI ha visto un impulso hacia la unidad del calendario por razones económicas.

En 2016, Arabia Saudita cambió el calendario salarial de los trabajadores gubernamentales del calendario islámico al gregoriano en lo que se interpretó en gran medida como reducción de costos.

En diciembre de 2022, Corea del Sur aprobó un proyecto de ley que prescindía de las edades tradicionales con el argumento de que el sistema de edades múltiples es económicamente ineficiente… ¡adiós a celebrar múltiples veces los cumpleaños!

Pero, ¿qué se podría perder o ganar al consolidarse en torno a un calendario único?

“Los gobiernos pueden ganar control imponiendo calendarios centralizados”, dice Oxby, quien ha escrito sobre la dinámica de poder del uso del calendario.

Pero, “la nación puede perder en historia y diversidad cultural. El pueblo puede salir perdiendo. Si son parte de una cultura regional minoritaria, pueden sentirse infravalorados a nivel nacional”.

Sin embargo, 150 años de globalización no han dejado obsoleto el pluralismo. Los calendarios han sobrevivido los cambios… Y quizás lo sigan haciendo.

Fuente: BBC.

Click para comentar

Dejá tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Los más leídos

error: Content is protected !!