Lifestyle
“Aháta aju”: conocer Brasil tierra adentro, compartir con nuevos amigos y mucho pan con chimia
Plaza de Central de Francisco Beltrão, Brasil. Foto: Alfredo Guachiré.
Conocer el Brasil tierra adentro viajando en bicicleta es muy diferente a los viajes de turismo encartonados que algunos acostumbran hacer para vacacionar en las playas del vecino país. En mi caso entré pedaleando por la puerta trasera del Brasil y llevo recorriendo lentamente más de 1.000 km, es que la tierra y las costumbres de este país gigantesco son muy particulares, su división en cinco regiones con características totalmente distintas en cuanto a la gastronomía, música y variaciones lingüísticas hace de Brasil un país único.
Actualmente, me encuentro recorriendo los estados de Paraná y Santa Catarina del sur de Brasil y pretendo todavía cruzar el sureste, pasando primero el litoral del estado de São Paulo hasta llegar a Río de Janeiro.
Planificaciones previas
Cuando crucé la frontera del Brasil por la tierra colorada de la provincia de Misiones, Argentina, me instalé en Dionisio Cerqueira, ciudad compartida por los estados de Paraná y Santa Catarina, mi primera tarea al llegar a este lugar fue una reorganización y una nueva planificación de la ruta a pedalear.
Es que salir de cicloviajero y pretender quedar mucho tiempo en otro país requiere de mucha planificación para prever sorpresas o malos momentos, por ejemplo en Brasil solo se puede permanecer hasta 90 días, con posibilidad obviamente de renovar la permanencia, pero la clave es obtener previamente el CPF (registro de contribuyentes individuales), en mi caso solicité en el consulado de Brasil en Asunción y lo obtuve en una semana. Por medio del CPF pude retirar una línea telefónica, firmar contratos, acceder al sistema financiero/comercial y abrir una cuenta digital de pago electrónico, Pix.
En los primeros días, en Brasil no puede abrir mi cuenta digital de pago y tuve que salir a buscar un cajero internacional para retirar dinero en efectivo que solo se encuentran en las ciudades grandes, además se paga R$ 24 (G. 35.000) por cada extracción de dinero. Hay que tener en cuenta que no todos los comercios cuentan con un POS o terminal de venta internacional para las tarjetas y por eso no es aconsejable el uso de la tarjeta internacional a los que hacemos cicloviajes.
Además, en mi caso, que necesariamente debo realizar algún tipo de trabajo en la ruta para que sea autosustentable el viaje, se requiere si o si una cuenta digital de pagamento y del CPF. Más adelante voy a compartir los tipos de trabajos que se puede ofrecer y ganar lo necesario para cubrir los gastos.
Haciendo amigos en Beltraõ
Como no tenía efectivo y no tenía todavía cuenta digital, desvíe el camino planificado y viaje más de 80 km rumbo a Francisco Beltraõ, estado de Paraná, este municipio tiene más de 80.000 habitantes. Llegué a la ciudad de Beltraõ sin conocer a nadie, cansado, exhausto y de noche, pero de la nada y como un milagro apareció mi amigo Geovane y me ofreció quedarme en su casa a dormir, sin dudar acepté y nos fuimos a su hogar, donde también me presentó a su novia Paula.
Con Geovane y Paula pasamos horas conversando sobre la vida y el proyecto que también tienen como pareja: salir de viaje. Además, me enseñaron sobre la gastronomía del sur y especialmente a comer pan con chimia.
Me voy a explicar mejor, la parte de la región sur de Brasil, especialmente en las regiones de colonización e inmigración alemana de Santa Catarina, Rio Grande do Sul y Paraná, chimia se llama a todo tipo de alimento que se pueden untar con pan y es una costumbre mucho más arraigada en Paraná.
Aparte de pasar el fin de semana en la casa de Geovane y Paula, también salimos de paseo en bicicleta por la ciudad de San Francisco Beltraõ a conocer lugares como o Morro do Calvario, Torre Nossa Señora da Gloria, la plaza central, Museo de Colonización y el parque Boa Vista.
Pasé de lo mejor con Geovane y Paula en Beltraõ, la hospitalidad y el cariño que me dieron no se encuentran en ningún hotel de cinco estrellas, sigo extrañando mucho a Geovane y Paula, pero también al pan casero untado con chimia, pero la ruta en Paraná debe seguir y en la próxima nota voy a relatar sobre la ciudad de Dos Vizinhos y el mejor churrasco que comí con mi amigo Paulo y familia.
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