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¿Ser infiel estimula la vida sexual de las parejas?
Foto referencial. Ultimasnoticias.ec
¿Por qué pensamos que la infidelidad mejora la vida sexual de las parejas?
Las parejas suelen transitar durante sus vidas diferentes momentos y etapas de estadios sexuales. ¿Quién afirmó que la mujer que está durante toda la vida con el mismo hombre en la cama es la más feliz? Sin duda es imposible de demostrar, porque en esta creencia popular, la rutina toma la delantera y aparece en el medio de toda pareja que cree que el amor es para toda la vida. La infidelidad, como el salvavidas de la relación, tomó un papel primordial.
¿Ser infiel con el pensamiento es ser infiel?
Con la mente podemos jugar a ser otras personas y cumplir fantasías diferentes, ejecutar otros roles, ser parte de otras situaciones que vuelvan más emocionantes los encuentros, modificar el escenario sexual, concretar relaciones prohibidas, experimentar juegos, estimular sensaciones y otras tantas experiencias desconocidas. Por eso fervientemente no creo en el fanatismo por la infidelidad; sin embargo, para algunas parejas y en algunos momentos por los que atraviesan, puede ser una solución o una definición en la relación hacia un camino de equilibrio, y claramente es la mejor propuesta para algunas parejas que no han comprendido las diversas opciones para renovar la vida íntima, muchas confían que estar juntos es condición suficiente para alcanzar la felicidad plena, cuando lejos de ser una regla simple de tres, ser feliz implica una consecuencia de vivencias que muchas veces no se experimentan en el mejor de los casos en este contexto. Algunos hombres creen que son buenos amantes y se regocijan suponiendo que su mujer es satisfecha sexualmente solo cumpliendo; sin embargo, en la cama, solo logran desempeñarse para lograr un acto sexual precoz, conseguir el relax o el sueño inmediato. La previa suele ser un artilugio para pocas y singulares parejas que se detienen en la performance y logran descubrir lo esencial que es el tiempo con relación a generar un buen estímulo. En algunas ocasiones, en que no hay tareas prioritarias que requieran ser atendidas, se dedican a explorar la sexualidad, o sea el “sexo” en sí mismo, no es una oportunidad, sino una tarea más. La frecuencia sexual, si suele ser muy rígida, también afecta la relación de la pareja, siempre uno se queda con ganas de más. Como bien dicen muchas mujeres que vienen a consulta, la frecuencia no existe, “se hace cuando se puede, y cuando se quiere”, significando un real abandono hacia la intimidad en la pareja. Siendo un punto crítico en el ámbito de muchas parejas y son las que terminan cayendo en la infidelidad con la excusa de que, “ser infiel” a veces es una elección para poder resolver cuestiones de fondo.
Y es que nada más fuera de la regla que no creer que el sexo placentero existe, pero hay que motivarlo. El encuentro íntimo se enriquece con la posibilidad de recrear en la mente distintas formas de legitimar la intimidad en el ámbito de la pareja, la buena imaginación es un incentivo para ese momento básico y un excepcional estímulo que llevará al encuentro de placer, especular con la pasión no es buen consejo, las parejas deben recrearse en la intimidad y reinventar cada encuentro.
Que todos los amantes sean buenos, no es suficiente para el éxito, pero sí podemos con voluntad hacer que el único amante sea el mejor.
Experimentar es poder conocerse mejor, la pareja debe encontrar un espacio íntimo en el que puedan aprender de los signos del cuerpo del otro, es un entrenamiento a través del cual podemos ejercitar la búsqueda de los puntos erógenos de la persona con la que intimamos, conocer más sus vulnerabilidades, sus sensaciones cuando sienten determinado estímulo.
He tenido la oportunidad de atender a una pareja joven que estimulaban su deseo jugando a ser infieles entre ellos, buscando representar cada vez un personaje diferente y un modo de encuentro distinto, planteando un nuevo modelo de seducción y coqueteo.
Y es que no es fácil poder sortear los efectos de la infidelidad, dicen otros pacientes que nunca se atrevieron a incursionar en el mundo de los infieles, el temor a perder el amor de su compañero o destruir la familia, a veces se mezcla con el pánico de afectar la economía.
En la actualidad hay una clara conciencia de los efectos de la infidelidad en las relaciones, en cierta forma la libertad sexual ha provocado un efecto positivo en el ámbito vincular de las nuevas generaciones, con modelos modernos de la pareja abierta, una iniciativa recreativa que apunta a evitar la monotonía y el inconformismo, algo esporádico que no crea lazos emocionales, pero que da aire y ventila con sentimientos más frívolos, un “permitido” ha venido a distender el estrés, ya que cuando se otorga permiso, la transgresión pierde fuerza de atracción y sirve para dejar de ser una motivación para el entusiasmo sexual de la pareja.
Es que, sin duda, las parejas necesitan de la imaginación y transitar otros caminos, experimentar y aprender, puesto que lo contrario pone barreras al placer. Algunas parejas que pudieron superar la situación de crisis, producto de haber experimentado en su relación una infidelidad, relatan que han sufrido muchísimo siendo victimarios, que la presión que se siente mientras se incursiona en la infidelidad es indescifrable y que sin duda ha sido de las peores experiencias, por miedos profundos de ser descubiertos y tratar de ocultarse o evitar ser descubierto in fraganti. Pero algunos han dado una versión diferente a la experiencia sobre ser infiel, han traducido la palabra a un lenguaje más naturalizado, pudiendo entender cuál es el origen que causa la decisión de ser infiel, y llegando a la conclusión de que la vida sexual estaba bloqueada en la pareja, que nada podría volverse a construir si continuaban estancados en el fracaso sexual, y que la infidelidad les ha servido para poder recuperar el deseo perdido, reconstruir el vínculo y darse cuenta de los sentimientos que los unían. También muchos otros manifiestan que la infidelidad ha sido el puntapié hacia el sexo divino, que el resultado fue el éxtasis y que así se han permitido los deslices, descubriendo otros caminos de la intimidad, que han podido reeducarse sexualmente liberándose de viejos prejuicios.
La versión sobre la infidelidad en los últimos tiempos ha cambiado, “ser infiel”, entonces, puede ser un virus que ataca en determinado momento, y que este puede enfermar el vínculo o puede ser una nueva forma de renacer, con hallazgos sobre el resultado final, para qué sirvió, si ha sido beneficioso o no. O sea que es probable, que muchas veces la infidelidad estimule la relación, provocando esa adrenalina necesaria para que la pareja salga de la rutina sexual, evite el abandono de la frecuencia de relaciones íntimas a causa de sentimientos de culpas, que se generan la mayoría de las veces cuando alguno de los participantes de la relación falla en su forma de funcionar sexualmente. Las causas pueden ir desde la falta de comunicación, miedo, la falta de educación sexual y tantas otras formas de expresar un conflicto y entrar en crisis.
Una traición amorosa ya no tiene las consecuencias psicológicas que solía tener tiempos atrás, ni tampoco es una situación irreversible, siempre hay una luz al final del túnel que invita a encontrar el sentido a estos sucesos que muchas veces son una nueva oportunidad.
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