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La falta de deseo sexual en el trastorno dismórfico corporal
Falta de deseo sexual. Foto: La Vanguardia.
¿Cómo se diagnostica este trastorno y cómo afecta el deseo? Los pacientes que padecen este trastorno tienen pensamientos, sentimientos y conductas relacionadas con una imagen negativa de ellos mismos.
María, de 18 años, tenía un síndrome obsesivo respecto a las veces que se miraba en el espejo, temor a ser criticada, angustia por no ser mirada, por no gustar, y fundamentalmente una vergüenza constante por los defectos corporales que percibía. La timidez la distanciaba de las relaciones sociales, se volvía hermética, se escondía para ocultarse de la mirada de los demás, sin haber incursionado en el sexo, ya que el pudor sobre su cuerpo la hacía evitar cualquier tipo de intimidad con alguien.
Algunas personas maquillan esos momentos mejorando algunos defectos, esta angustia disminuye, pero solo momentáneamente, esto sucede cuando la elección de las cirugías lleva a las personas que sufren de este trastorno a una obsesión en función a mejorar su aspecto, pero nunca llegan al resultado esperado.
La preocupación al principio alarma sobre manera al entorno familiar, por sobre todo porque nadie más que la víctima de la enfermedad puede observar los defectos que piensa que tiene, lo que ocurre que esto es producto de una personalidad sumamente exigente y obsesiva con la perfección, la sugestión provoca otras sensaciones desagradables, como sentirse feo, o verse mal, creyendo que los otros solo se focalizaran en mirar eso que disgusta, la persona que padece el problema se vivencia deformada, la tendencia permanente a mejorar lo que perciben que está mal, a ocultar esa zona, es lo que más llama la atención, pero todo esto trasciende a una alarma mayor cuando la persona da cuenta en forma exagerada de la evitación social. Tan preocupada está por el cuerpo y por el área que percibe en forma distorsionada, que no puede experimentar relaciones, y que manifiesta apatía a todo tipo de contacto que se expande a diferentes cuestiones de su vida cotidiana, como es también el “deseo sexual”, y siente que esto le ocurre por temor o vergüenza en exhibirse.
¿Qué pasa con la falta de control de esos pensamientos y actos obsesivos?
La dificultad en controlar esas ideas de rechazo es lo que más angustia, pensar que una cirugía cambiara lo que la mente está construyendo y que sobredimensiona es un error, algunas personas llegan al extremo de intentos de suicidio, ya que la situación de sentirse absolutamente deformado produce serias depresiones.
La falta de deseo sexual, es consecuencia de esa vergüenza, de mostrarse y no gustar, de provocar el rechazo, del temor a enfrentarse con la evitación del otro, la ansiedad que se experimenta lo lleva al aislamiento. Los orígenes del problema se relacionan con la posibilidad de una enfermedad que puede tener diferentes causas, por antecedentes familiares, criticas que afectan la autoestima que se originaron en la infancia y que hicieron que la persona crezca con inseguridades sobre sí misma, y también una excesiva cantidad de serotonina en la función cerebral.
Durante la adolescencia, en la elección de imagos, la personalidad muy perfeccionista, vivir alrededor de personas con altos niveles de exigencia puesta en el cuerpo, (ej. modelos), sentimientos de baja autoestima y transitar depresiones que afecten el estado anímico, trastornos de ansiedad, y fobia social, abuso de sustancias tóxicas, desfiguración por reiterados intentos de cirugías.
Estos problemas pueden desencadenarse tanto en mujeres como hombres, lo que puede cambiar es la cuestión de fondo que hace que se origine el trastorno en cada género, y sin importar el sexo en ambos casos hay que buscar de forma urgente el motivo.
En las diferentes sociedades se manifiesta este trastorno, a veces en forma intensa se observa en adolescentes, que se preocupan sobre manera por la imagen, la libido está puesta en el cuerpo y el desgano y la preocupación en este objetivo hace que se aíslen, que abandonen objetivos por falta de interés porque lo único que los impulsa es reparar la deformidad que perciben, lo cual hace que vivan para eso, perdiendo de vista otras atracciones que pudieran ayudarlos a superar el conflicto. Es alarmante como estos trastornos afectan a un elevado porcentaje de personas que a veces piden ayuda tarde, cuando han arruinado su rostro o desfigurado su cuerpo o cuando han intentado terminar con el calvario a través del suicidio a causa de la creciente depresión y sus consecuencias.
El amor sana
La mejor terapia es el amor, la vida de relación cura los miedos, encamina los sentimientos negativos, promete otra forma de vida y otra manera de encarar las ansiedades. Es importante que la mirada del otro se convierta en espejo y refleje una mirada positiva de uno mismo, esto provoca esperanza, cambiar la mirada crítica y que estos ayuden a la imagen que cada uno tiene de sí mismo.
Tócame un poco como si te gustase
Las caricias son esa mágica forma de establecer un vínculo de comunicación, la forma en que te mira, la manera en que te besa, o la lengua que se encamina por tu piel. El deseo hace que todo se mire y se internalice de otra forma, es la capacidad que tenemos de experimentar aquellas cosas que disfrutamos, cuando sentimos que gustamos, cuando vemos que nos eligen, que disfrutan de nuestro cuerpo, nuestra mirada cambia, porque tan solo es el camino para alimentar nuestra imagen y forma de percibirnos.
La reciprocidad en el deseo funciona positivamente para escapar a pensamientos negativos acerca de cómo nos percibimos. El deseo sexual es una emoción que nos llena de impulso para la acción, pero no solo es lo que funciona para la intimidad sexual, sino que funciona también para la intimidad emocional que tanta falta hace en la actualidad.
La libido cura el trastorno dismórfico corporal
Una dosis de libido, es la receta perfecta para despertar el comportamiento sexual, quedarse estancado en la queja solo es el camino directo a la apatía, cuando ponemos la mente o el cuerpo en otro lado, nos alejamos de ese nivel de libido que precisamos para desplegar la sexualidad, perdemos el interés y evitamos lo que pueda generar esa energía sexual.
El deseo sexual receptivo facilita la excitación sexual que da lugar a la búsqueda de intimidad, es interesante saber que no resulta necesaria la atracción para tener deseo sexual, la atracción sexual puede sentirse hacia varias personas, no es solo hacia una, en cambio, el deseo sexual no es prioritario de que se dé hacia otra persona, uno puede sentir deseo sexual y tener ganas de estimularse a sí mismo sin necesidad de otra persona.
La visión de uno mismo se ha enfermado frente al trastorno dismórfico, el cual solo se trabaja psicológicamente para cambiar la percepción que se encuentra totalmente distorsionada. En general, las personas que sufren de ese trastorno han recibido una mirada muy crítica y exigente sobre la propia imagen, y esto, sin duda, se fue asimilando con una preocupación excesiva puesta en el cuerpo.
Amame como si te gustase
En general no hay remedios santos o palabras que curen, para sanar la conclusión es una terapia conductual adecuada, los familiares de la persona que padece la enfermedad, se preocupan por cambiar la mirada distorsionada que tienen sin resultado alguno, todos los halagos son inútiles, porque el método es trabajar sobre los pensamientos y emociones y actuar sobre la conducta obsesiva. La vida se transforma en estas personas con efectos nocivos en las interacciones y relaciones con otras personas.
En los últimos tiempos los adolescentes cada vez sufren más de este tipo de trastorno, la obsesión por la imagen y los modelos ideales que deben imitar son cruciales para definir la sintomatología, en general intentan maniobras diferentes de perfeccionamiento, provocándose daños irreversibles, los medios televisivos son responsables de provocar un alto impacto en este tipo de trastornos, llevando a las personas a conductas perjudiciales y nocivas para la salud mental, con un excesivo nivel de competitividad. Lamentablemente, estas frustraciones afectan el deseo sexual, quizá como una manera de protección, y como un mecanismo defensivo ante el temor al rechazo.
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