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¿Hablamos de sexo los adultos? ¿O solo jugamos a tenerlo?

POR Sandra Lustgarten
Psicóloga y sexóloga. Matrícula N.º 19529

Cuánta exigencia sentimos cuando debemos demostrar en escena lo que aprendimos, el rol sexual que jugamos en la relación, modelos monopolizados al punto de hacernos sentir fuera de contexto si no seguimos a la letra lo que nos dijeron. De esta forma el dominio absoluto en el terreno de algunas culturas es del hombre, con la creencia popular de que debe jugar de dominante en la relación, lo que suele ser una exigencia para el varón y en la mujer la esperanza de incurrir en la idealización cuando se somete a él, el hombre infiel, el seductor, el mujeriego, prototipos de determinadas culturas que expresan cómo debe ser la conducta machista, tan naturalizada en ciertas épocas y generaciones; sin embargo, en la actualidad se contraría con otra mirada y forma de desarrollarse.

Me impresionó sobre manera escuchar a una mujer de 28 años hace poco cuando me expresaba su versión sobre el matrimonio y las parejas, con frialdad, tratando de mostrar su mejor versión de una mujer resuelta, sin miedos, ganadora, desprejuiciada, con una animosidad para enfrentarse a los desafíos vitales, como ser decisiones de una vida arriesgada en el término de las relaciones de pareja, donde el quiebre o la ruptura, lejos de atemorizarla, le generaba una sensación emprendedora, de riesgo para bucear en las relaciones abiertas, o por qué no, la mirada optimista de una elección sexual diferente. Los tiempos cambian y la velocidad en que la sexualidad evoluciona apremia a muchos que ignoran, o bien no saben cómo deben acomodarse a un modelo diferente y de nuevos desafíos que los enfrenta con mayor énfasis en descubrirse austeros en lo que respecta a la sabiduría del amor sexual.

La mirada desafectada de la nueva generación, que piensa “hablemos poco de sexo y hagamos más”, nos lleva a una forma de ver la intimidad frustrante. La sexualidad gira en torno a modelos idealizados para gozar más y lo que resulta es frustración por el fracaso y ansiedad, producto de un gran marketing del cuerpo ideal para tener buen sexo. Algunos alegan que el estilo en el sexo es lo importante, y que tener cierta muñeca para la seducción es lo que cuenta para llegar al mejor resultado, respetando un modelo sexual mecánico, que no asegura el orgasmo y en la mujer específicamente. Sin embargo, la mujer tiene tantos misterios en lo que respecta a su intimidad, que el viaje por esos túneles sin duda es una aventura, pero que se pueden aprender y por sobre todo si es guiada.

Las experiencias de algunos pacientes me dan información acerca de cuánto les cuesta establecer con la pareja un lenguaje sexual común. La forma en que se acercan, la forma en que crean un vínculo amoroso, la manera en que optimizan el tiempo íntimo, la forma en que se estimulan y aumentan el deseo a través de los juegos, los lugares de encuentro, la posibilidad de cambiar de roles, la imaginación para liberar las fantasías, la conexión con el otro, es lo que si no se experimenta los hace sentir inseguros. Es que la sexualidad hay que transitarla y entender que de a dos también se puede aprender, que no es cuestión de querer impresionar al otro, sino que en una pareja hay un aprendizaje mientras se descubren, y que es posible alcanzar el clímax. Me gusta averiguar sobre qué cosas se dicen o preguntan mis pacientes cuándo hablan de sexo. Descubrí que muchas parejas le temen a la intimidad, que algunas no quieren tener sexo si hay luz, o eligen ciertos horarios clásicos para tener sexo, que hay partes del cuerpo que por alguna razón no se tocan, que no quieren cambiar de lugar donde tienen sexo porque se sienten incómodos, que cuestionan el hecho de innovar, también descubrí que se instalan en excusas o frases prefabricadas para evitar lo que quizá les provoca miedo, que a veces utilizan estrategias para huir de momentos íntimos, y que el peligro de esto es que se vuelva crónico como modelo conductual de la pareja, que muchas parejas no se aventuran a jugar otros modos de tener sexo con sus parejas. El miedo al apego es muy común en los varones, y descubrí que muchos utilizan la maniobra de desconexión o distanciamiento a través de la infidelidad, como una forma de escaparle a vínculos apegados que los dejen emocionalmente quebrados, la clara sensación de apego emocional. Está claro que siempre la intimidad emocional es la que asegurará la buena intimidad sexual.

¿Por qué el no hablar de sexo con nuestra pareja nos lleva a un resultado frustrante?

Siempre les digo a mis pacientes que si no expresamos lo que sentimos, si no decimos lo que nos gusta, si no descubrimos frente al otro los misterios de nuestro cuerpo, es difícil llegar a una sintonía amorosa. Nos cuesta tener que pedir porque tememos descubrir tal vez que el otro no es capaz de darnos lo que necesitamos; sin embargo, más de una pareja se ha llevado una sorpresa, poder pedirle a su compañero sexual que se detenga en el sexo oral y que esta forma de jugar le da placer, y que le ha dado muchos mejores resultados que una penetración rápida, o sea que es un beneficio para su complicada intimidad, también pedir más caricias y juego previo, sugerir besos más apasionados o solo un encuentro íntimo de caricias y besos, fantasear libremente con propuestas prohibidas, innovar con juguetes y tantas nuevas formas de llegar a la cama hace que muchas parejas descubran una forma de luchar contra la monotonía que provoca el sexo sin incentivos, porque para que haya más práctica, hay que descubrir todas las formas de experimentar el sexo, sin represión, sin fantasmas. Así muchas parejas descubren la pasión, gran generadora de la atracción y en su etapa final la excitación fisiológica.

La intimidad de las parejas se vuelve incierta si no hay diálogo, si no existe empatía en la forma de relacionarse. Entender que imponer exigencias imposibles de alcanzar, como definitivamente es “el orgasmo” como una respuesta íntima, es una utopía, no siempre ni todas las noches estamos preparados para explotar con un orgasmo. La intimidad es muy delicada, debemos elegir el momento adecuado para el encuentro, debemos estar en concordancia con nuestras emociones para poder alcanzar el placer. No solo las mujeres se quejan de no lograr el placer, hay hombres que sinceramente no disfrutan del sexo, tener sexo de manera indiscriminada no significa disfrutar del mismo, ni tener habilidades, hay que saber cómo disfrutarlo, y para que experimentarlo.

Una vez leí en un libro algo que me encantó para transmitir y es que las parejas deben tener un ensayo – error de las posiciones sexuales que les permiten disfrutar del sexo. La escuela que enseña que debemos hablar de sexo, que debemos compartir experiencias, decir cuándo algo nos gusta, y cuándo no, esto no es una ofensa, esto colabora con las ganas de continuar haciéndolo, tampoco hacer algo porque pensamos que le gusta al otro, sentirnos molestos y dejar de practicarlo, hay que entender que la comunicación sexual es muy bueno para evolucionar en su práctica.

Hay una sobreexigencia cada vez mayor en lo que respecta al sexo, nos dicen que debemos ser perfectos, prearmados, con cuerpos dibujados para funcionar como estímulo, pero que solo exhiben una preocupación narcisista sobre la imagen en sí, pero no mejora la performance sexual, “cómo me veo” es lo que destruye el marco de toda relación íntima. Si se crean las reglas claras para tener una sexualidad prometedora, sin miedo al crecimiento, entonces cada quien sabe a qué se debe enfrentar, y no habrá misterios que asusten o generen miedo, así las personas pueden desligarse de culpas y sentimientos contradictorios hacia la pareja, enojos por disconformidad, o todo aquello que afectase la forma de disfrutar del amor.

Instagram: @SANDRALUSTGARTEN

Celular: +541161827888

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