Lifestyle
Convivir con un adicto sexual
Adicción sexual. Foto: Cadena Ser.
“Durante años sentí la sensación de estar atrapada en un vínculo del cual no podía salir, sentir que me tocaba a mí esto de no poder distinguir la mentira de la verdad, la traición de la enfermedad. Y mientras la vida transcurría solo sentía la ansiedad frente a lo incierto que era mi provenir”. Julia 45 años.
Cómo saber que se está frente a los síntomas de esta adicción al sexo. Las personas que padecen esta patología sienten la pérdida del control de sus vidas, esto va afectando el comportamiento diario y su forma de vincularse con los otros, con el incremento de la dependencia y abstinencia cuando intentan sobreponerse al curso de la patología, por eso cuando hablamos de adicción, mencionamos una compulsión extrema.
Muchas consultas respecto al origen dan como respuesta diferentes situaciones, pero sobre todo la primacía la tienen los conflictos familiares, abusos en la vida infantil que determinaron la patología, así como también conflictos en la personalidad del tipo de baja autoestima con una necesidad inmediata de reconocimiento, la posibilidad concreta de escapar a través de la adicción de situaciones que se vuelven inmanejables.
Cuando se confunde placer con necesidad
La pulsión sexual es incontrolable, la necesidad de evadir la realidad hace que los impulsos se manifiesten al eludir situaciones que no se puede enfrentar de la realidad. De esta manera reviven abusos infantiles. Esta necesidad incontrolable en la mayoría de las ocasiones anula el registro o la conciencia sobre la situación, al punto de poner en peligro a la persona.
Los adictos pierden la conciencia sobre la enfermedad, niegan el problema, y en general encuentran explicaciones para dar un significado a lo que hacen, argumentando lo que el otro desea oír, sobre que es momentáneo y van a dejar de hacerlo, sin embargo esta situación los encierra cada vez más en fracasos y además en una vida caótica llena de peligros que logran reconocer cuando empiezan a perderlo todo lo que han logrado en su vida.
Lo cierto es que esta conducta adictiva logra aliviar los síntomas compulsivos o la necesidad, pero no por mucho tiempo. Por eso de inmediato aparece la repetición de la conducta.
Convivir con un adicto es una de las peores experiencias por las que podemos pasar las víctimas de estas relaciones y de alguna forma de acuerdos tácitos con tal de ayudar y no perder a la familia, además de creerle a la persona que sufre el problema, sobre todas las historias que encubren el verdadero motivo que lo lleva a ponerse en esa situación extrema, a correr peligros sobre enfermedades de transmisión sexual, desequilibrar su familia, poner en juego su bienestar económico, arriesgarlo todo en forma exagerada.
Lo más significativo es el abandono de otras actividades, el sexo pasa a ser el foco de atención en sus vidas, y todo pensamiento se vuelve insistente en lo que respecta a lo sexual, sexo indiscriminado, jugándolo todo, además se circunscribe a relaciones promiscuas lo que es altamente riesgoso, etc.
La adicción al sexo va fluctuando y puede transformarse en otra adicción que no sea sexual o combinar a todas, lo más alarmante es que estos individuos que niegan lo que les pasa, en principio pueden hacerlo, pero la conducta irascible que tienen los va limitando cada vez más en la teatralización del personaje, síntomas terminan complicando a todo el grupo familiar en la enfermedad que padecen, inventan una historia en la que los otros caen, no pueden enfrentar lo que les pasa. Características comunes respecto a los momentos de irritabilidad que tienen, muestran una preocupación llamativa por la sexualidad, en diferentes sitios y horarios aparece la compulsión como algo irrefrenable, no importan las obligaciones, abandonan todo, el trabajo, la vida social, los amigos, las responsabilidades laborales y familiares, etc.
Algunas parejas sufren tanto con esta situación que no pueden expresarlo mejor que sentir que la vida no tiene sentido, es como vivir un calvario, expresan, se despiertan un día sin saber realmente quiénes son, se encuentran conviviendo con un adicto al sexo y la vida se transforma en un infierno, situaciones de promiscuidad permanente que arriesgan a todos. En cierto momento se segregan sustancias químicas relacionadas con la satisfacción, volviéndose necesaria ese tipo de satisfacción, pero en realidad la vida del adicto es tortuosa, debe ocuparse de engañar al entorno con lo que sucede en su mundo interno, por lo tanto siempre miente, engaña con diferentes
argumentos que se vuelven falacias para todos, en apariencia disfruta de lo que hace, pero en la realidad es un círculo vicioso que cada vez lo enfrenta más con la realidad infame que viven, sin proyectos ni porvenir.
“María de los Ángeles, 36 años, relata cómo su pareja les hizo vivir una agonía con la adicción sexual, jugaba todo lo que tenía, siempre aparecía ella con sintomatologías de ETS (enfermedades de transmisión sexual), sin saber a qué se debían, la enfermedad sexual se mezclaba con otras patologías, por ejemplo, la negación, la manía que tenían y demostraban con ciertas conductas que reflejaban una absoluta falta de empatía con los demás, solo le importaba la satisfacción y su propio goce, la angustia se siente, se toca, se huele; angustia por lo que no se puede encontrar”. Entender algunas situaciones es difícil, poder ponerse en el lugar que otro ocupa también, algunas personas creen tenerlo todo, sin embargo, nada las satisface, entonces siguen buscando lo que no hallarán nunca porque el problema está dentro de uno.
Salir de la adicción sexual, como de cualquier otro tipo de adicción, requiere confianza, tiempo, honestidad, interés, sobre todo reconocer el problema. Hay personas que viven provocando al otro, que se sienten más amadas o deseadas si provocan a otros, que siempre aparece la falta, buscando encender emociones que no encuentran ya que no logran tener satisfacción, aun en la búsqueda intensa de pareja en pareja, evitan el compromiso o la relación de pareja, esto los asusta, cuando intentan satisfacer sus impulsos la sensación de bienestar no perdura, rápidamente aparece nuevamente la necesidad.
Ser adicto sexual es una de las patologías más alarmantes de la época, una patología encubierta por muchos bajo un perfil narcisista, que se interpreta como un seductor; esta patología crea un modelo de vida agotador para el grupo familiar, deteriorando sueños y todos los proyectos que encierra el amor de pareja. La falta de criterio en cuanto a cómo manejarse en este terreno de la enfermedad del adicto al sexo puede provocar problemas graves, no buscar ayuda ni intentar iniciar un tratamiento, siendo esto uno de los problemas más graves que en la actualidad transitan algunas parejas, abrumadas por el deber de manejar con cautela el cuadro para evitar conflictos más serios producto de la depresión que ocasiona en muchos la pérdida de su estatus social, que desencadenen en problemas laborales, pérdida de trabajo y caída del estatus económico. No pedir ayuda a tiempo implica un gran riesgo, afectando al grupo familiar, que de a poco se distancia por las dificultades de la convivencia.
En general, el pedido de ayuda nunca viene de parte de la víctima, sino del grupo familiar, que solicitan algún tipo de protección frente a las irracionales situaciones de ira que vivencian, las conductas de la persona adicta, sobre todo exigiendo atención e intervención inmediata. Hay muchas personas que sufren de impulsos sexuales que no pueden controlar y no saben qué les sucede, pensamientos compulsivos sexuales repetitivos a toda hora y otros tipos de conductas que se vuelven extrañas . Entenderlos o vivir con ellos es un viaje de difícil regreso a la normalidad y el equilibrio vital que se experimenta después de presenciar el caos interno por el que pasa quien padece el conflicto y también su entorno.
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