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Impotencia sexual y sus consecuencias en la pareja
La impotencia sexual es la dificultad que tiene el hombre de conseguir o mantener la erección para poder tener una relación sexual. La disfunción eréctil puede tener un factor determinante psicológico o físico; sin embargo, en los casos en que la causa es física o deviene por cuestiones clínicas, se comprueba cómo afecta la relación de pareja, también de forma psicológica. Es importante bajar a tierra la interpretación de esta patología y cómo impacta en lo emocional, entender cómo afecta el vínculo, y de cualquier relación incipiente, pero además cómo angustia a la persona que la padece.
El varón experimenta una sensación de fracaso que se interpreta con un inmenso temor a no resolver la pérdida de la erección, la cual se manifiesta de distintas formas, por ejemplo, como evitación del encuentro íntimo. La sensación tremendista hace que la persona lo viva como una situación irreversible, al principio, algunos dudan sobre la causa, si es personal o si les ocurre con una determinada persona, así van en búsqueda de la verdad cambiando parejas, probando y experimentando resultados, en el transcurso del tiempo verifican que no se trata del otro sino de un problema propio y es así como piden ayuda.
“¿La impotencia se cura? ¿Podré tener una vida íntima de aquí en más normal?”
Preguntas llenas de inquietud y preocupación, sobre todo respecto a la existencia y beneficios del tratamiento. Tengamos en cuenta cómo impacta en la mujer esta situación, aunque la ciencia hoy propone muchas alternativas para sobrellevar la patología.
La indicación diagnóstica temprana es fundamental para determinar el tratamiento ideal y para la proyección de su efectividad, llegar tarde a la consulta solo provoca desesperanza. El diagnóstico preventivo también ayuda a evitar en algunos casos consecuencias serias como sucede en las neuropatías, en los pacientes diabéticos, por ejemplo, o en los hipertensos. Dar una esperanza es incursionar en el Sildenafil, que vino a dar en muchos pacientes una posible vida sexual placentera. Sin embargo no siempre es exitoso el uso de este medicamento, en algunos casos ha causado serias decepciones dependiendo del diagnóstico previo del paciente, que debe determinarse antes de su indicación, la medicación puede no ser funcional sin un buen estímulo, hay que calmar la ansiedad frente a esta incertidumbre provocada por esta patología que amenaza con el final de la vida sexual en el varón.
La falta de comunicación en la pareja colabora a esta disfunción, pronunciando el conflicto, en su caso hace que muchas mujeres sospechen de situaciones como engaño o infidelidad, a causa de la falta de deseo, sin embargo nada más alejado de la realidad; no se trata de infidelidad, no se trata de falta de amor, aunque también podría perder el hombre la erección ante la falta de deseo, la mayoría de las veces se debe a una patología clínica y en general pasa desapercibida para muchos médicos clínicos. Varias son las enfermedades clínicas que pueden provocar la impotencia, y muchos medicamentos recetados por largo tiempo son la causa clínica del origen de la impotencia sexual.
Nosotras las mujeres podemos dejar de hacer de cuenta que nada pasa y que nuestra vida sexual se interrumpe por un tiempo y tomar las riendas del problema, hay muchas sugerencias para poder subsanar esos. El sentimiento de frustración que deviene en el varón y la eventual herida en su autoestima hacen que su virilidad se vea totalmente afectada. Las mujeres no podemos renunciar a tener una intimidad placentera, pero de todos modos aceptar que un juguete puede ser la alternativa es una buena recomendación. Relajarse juntos es entender que el problema es de la pareja y no de la persona y dar tranquilidad a quien la padece en cuanto a que no es el fin de la sexualidad, sino el comienzo de una nueva sexualidad de la pareja, que debe reacomodarse a esa modalidad de funcionamiento, el estrés no es un amigo del problema, al contrario condiciona al mismo y a veces es un causal de su origen. Encontrar la unión de la pareja en una situación que afecta a ambos por igual, desbaratando las fantasías peligrosas que afectan emocionalmente. La primera indicación es fortalecer el vínculo y encontrar alternativas de juego que estimulen los encuentros.
¿Hay una edad para preocuparse?
La impotencia en los jóvenes puede ser el resultado de distintos factores, desde inseguridad, temor al fracaso, poca experiencia o situaciones de más envergadura como el uso de alcohol y drogas que afectan el buen funcionamiento sexual. La angustia de este fracaso ocasiona en los más jóvenes un temor profundo sobre el fracaso sexual que repercute en el futuro de su sexualidad, haciendo cada vez más frecuente el uso de un estimulador como el sildenafil automedicándose sin control, la competencia con el resto es lo que impulsa al sobreúso a fin de evitar el ridículo.
Las consecuencias de la medicación son variadas, pero por sobre todo el peligro de “priapismo” y el desconocimiento sobre mezclarlo con Nitratos. Una gran irresponsabilidad es pretender incursionar en el grupo de jóvenes que abusan de estos medicamentos cuando no son necesarios, desconociendo los riesgos debido a sus efectos y las contraindicaciones.
Algunos jóvenes pretenden mostrar una virilidad extrema, y creen que son mejores amantes cuanto más tiempo perdure la erección, sin embargo con carencia de información obvian la necesidad de una performance más dedicada, auto erótica y de estimulación, la inserción de la fantasía en este ámbito facilita un juego amatorio estimulante. Es usual que muchos jóvenes utilicen el sildenafil conjuntamente con alcohol y de esta forma pretendan aumentar los resultados, sin embargo un vasodilatador en contraposición con un vasoconstrictor, lejos está de obtener los resultados esperados.
Para los adolescentes y jóvenes adultos la mejor solución de la falta de erección, es trabajar sus inseguridades, atacar la inexperiencia sexual, reeducar sexualmente al sujeto y dar herramientas para mejorar las propuestas eróticas, evitar lo que comprometa el funcionamiento óptimo de la respuesta sexual masculina. La ciencia ha evolucionado actualmente tanto, con la propuesta de diversos tratamientos efectivos que prometen una vida sexual plena. Una promesa de una vida íntima más prolongada e inteligente. Claro está que para atacar el problema es fundamental ir a sus orígenes y para eso es fundamental hacer psicoprofilaxis a partir de seguir al paciente en su totalidad, para descubrir el núcleo del problema en forma interdisciplinaria.
A lo largo del tratamiento el profesional ira estableciendo cual es la mejor indicación según el diagnóstico, existen opciones de ejercicios que suelen ser funcionales, además de impactar en el problema muchas veces provocan una reversión del mismo dando autoconocimiento a la persona que sufre los síntomas. El peor diagnóstico es no hacer nada y esperar su evolución.
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