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Chemsex: una nueva y peligrosa práctica que combina sexo y drogas

Chemsex. Foto: Ansew Internacional.

Chemsex. Foto: Ansew Internacional.

Chemsex un término de origen británico que surgen de fusionar las palabras chems (de chemicals, eufemismo para referirse a las drogas) y sex (sexo). Esta palabra se usa para referirse a un tipo de consumo en largas sesiones de sexo que pueden durar horas o incluso días. Generalmente se da entre hombres gays o bisexuales.

Al consumirse las sustancias en estos contextos, los efectos de las drogas hacen que la persona se sienta más desinhibida, lo que conlleva múltiples riesgos. Entre ellos, que se sienta incapaz de poner límites que sí pondría estando sobrio o que lleve a cabo prácticas de alto riesgo, tanto sexuales (corriendo riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual) como de consumo (riesgo de sobredosis o interferencia de unas sustancias con otras, por ejemplo).

¿Por qué es tan adictivo?

Entre las drogas más consumidas en estas sesiones se encuentran:

  • El GHB o éxtasis líquido
  • La cocaína
  • Los poppers
  • Las metanfetaminas
  • Algunos fármacos para favorecer la erección
  • Y se suelen consumir juntas: el policonsumo es lo más habitual. A todo esto hay que sumarle que muchas de las personas que realizan estas prácticas tienen alguna patología, por lo que ya toman medicación que puede interferir, como los retrovirales.

Todas estas drogas tienen una gran capacidad adictiva por sí mismas pero además, el chemsex se realiza en un contexto que añade otros elementos perjudiciales que pueden favorecer la adicción, como las tecnologías (redes sociales para ligar, consumo de pornografía a través de webs), todo ello mezclado con factores como la soledad o el estigma. Esto puede dar lugar a cuadros bastante complejos que necesiten de la intervención de profesionales especializados para tratar la adicción provocada por esta práctica.

De hecho, cuando se trata de buscar una explicación al porqué los usuarios llegan a estas prácticas, las principales respuestas son la búsqueda de placer, la sensación de pertenencia a una comunidad y el uso de drogas como estrategia para poder afrontar el malestar o los problemas de la vida cotidiana. Y es que un porcentaje de las personas que realizan esta práctica son personas que conviven con el VIH.

Además, hay algunas señales que pueden indicarnos que este problema está viéndose agravado en aquellas personas que consumen drogas en un contexto sexual, como que consuman de forma más frecuente de la habitual o prueben drogas que antes no consumían, que no sean capaces de poner límites o cancelen compromisos (incluso falten al trabajo) por quedarse “de fiesta”.

¿Qué podemos hacer para prevenir?

Como siempre, es mejor prevenir que curar y la mejor prevención está en la educación. Para prevenir este tipo de actitudes, se pueden llevar a cabo actividades desde las edades más tempranas, implementando programas de educación afectivo-sexual en niños y adolescentes que reduzcan la LGTBIfobia (fobia a personas que se reconocen a sí mismas como LGTBIQ+) y la serofobia (prejuicio o rechazo a las personas que conviven con el VIH).

También es fundamental que haya programas de educación en hábitos saludables que incluyan información sobre el uso y abuso de las llamadas drogas recreativas (aquellas drogas que se consumen en ámbitos lúdicos o de fiesta).

Asimismo, y para evitar daños mayores, un concepto muy importante en la práctica del chemsex es el de reducción de riesgos, es decir, que quien realiza estas prácticas disponga de información objetiva sobre las sustancias, sus efectos, características, dosis y duración, así como de los efectos adversos posibles y de cómo actuar en cada caso. Por supuesto, el objetivo final siempre debería ser reducir el consumo lo máximo posible y si puede ser, dejarlo.

Tratamiento

Debido a su complejidad, en estos casos es fundamental realizar un abordaje multidisciplinar. Entre los distintos servicios que tienen que intervenir para atender las necesidades de salud de las personas que practican chemsex, destacan los centros de atención a las adicciones, como es el caso de Fromm Bienestar. A menudo estos usuarios requieren que se aborden tanto sus adicciones a sustancias como las comportamentales. Además, en ocasiones también sus parejas o familias necesitan atención personalizada.

Fuente: Fromm Bienestar.

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