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¿Qué relación hay entre la depresión y el alcoholismo?

Depresión y alcoholismo. Foto: Fromm Bienestar.

Depresión y alcoholismo. Foto: Fromm Bienestar.

Hoy nos gustaría cuestionarnos acerca de si existe relación entre la depresión y alcoholismo. Trataremos de responder a si la primera tiene la posibilidad de llevar a la adicción a la bebida y viceversa. Para ello, profundizaremos en los motivos que pueden llevar a una persona a consumir este tipo de sustancias y analizaremos si el decaimiento excesivo constituye uno de ellos.

Vayamos por partes.

¿Qué es la depresión?

Decimos que alguien tiene depresión si experimenta un sentimiento continuo de tristeza durante un tiempo prolongado. Además, la persona que sufre este trastorno suele experimentar una enorme pérdida de interés en realizar actividades que antes sí hacía. Ambas características tienden a crear una sensación de abatimiento de la que resulta difícil salir.

Es muy importante mencionar aquí que la persona deprimida tiende a experimentar también síntomas ansiosos, los cuales le producen una irritabilidad y malestar relevantes.

Aquí ya comienza a surgirnos la primera pregunta: ¿puede alguien en estas condiciones desarrollar una adicción al alcohol?

¿Qué nos da el alcohol?

El consumo del alcohol es casi tan antiguo como la agricultura. De hecho, muchos estudios afirman que fue ahí donde comenzó a utilizarse para conservar las cosechas, y poco más tarde empezó a consumirse.

La persona que bebe alcohol experimenta, por lo general, una serie de consecuencias positivas en un primer momento. Entre ellas podemos mencionar la desinhibición, la sensación de relajación, la euforia, etc. Cuando alguien vive en su propio cuerpo estas consecuencias al beber, parece lógico pensar que volverá a consumirlo para sentir todo eso de nuevo.

Lo que muchas veces se olvida es que, tras estas primeras sensaciones aparentemente positivas, vienen toda una serie de efectos adversos como la tristeza, la ansiedad y la preocupación cuando el consumo es prolongado. Digamos que tomar alcohol de forma continuada activa neurotransmisores en nuestro cerebro que nos llevan a sentirnos ansiosos muy a menudo. Esta situación que solo se puede combatir consumiendo más alcohol. Así se crea un círculo vicioso en el que quedamos atrapados en la bebida.

Entonces, ¿la depresión causa alcoholismo, o al revés?

Vamos a analizar los dos supuestos, y lo haremos con dos ejemplos para que sea más sencillo.

Caso 1

Juan acaba de perder su empleo. Al principio logra llevarlo bien, tratando de buscar otro y manteniendo la calma. Sin embargo, al no obtener resultados, va cayendo en una sensación de desgana y desilusión. Casi sin darse cuenta, le es imposible levantarse de la cama por las mañanas durante varias semanas para salir a echar currículos, y es aquí donde vemos la depresión. Además, se siente muy angustiado por el daño que está causando a su familia al no ingresar dinero. De repente, un día descubre que si se toma una copa de whisky bien temprano, es capaz de salir a la calle a buscar trabajo. Al principio lo hace medio adormilado, aunque tiene la sensación de controlar la situación. Más tarde se da cuenta de que necesita tomar dos, tres y hasta cuatro vasos para seguir funcionando al mismo nivel que antes…

Como podemos observar, lo que comenzó siendo una situación típica de depresión, acaba convirtiéndose en un alcoholismo incipiente. Juan intenta encontrar la energía, la gasolina, y calmar sus nervios para seguir adelante. El alcohol comienza siendo un aliado, pero a la larga se convierte en un temible enemigo.

Caso 2

Roberto es un adolescente algo tímido que sale de fiesta cada fin de semana. Por lo general se encuentra bien, y cuando lo hace tiende a beberse varios cubatas para perder la vergüenza. Aunque al principio le funciona, se da cuenta de que cada vez necesita beber un poco más para obtener los mismos efectos en su timidez. Un día, empieza a experimentar síntomas de depresión. Además de sentirse mal por tener que recurrir al alcohol para poder hablar con las chicas, el propio hecho de consumir tanto le lleva a vivir en su cuerpo una serie de consecuencias que nunca le habían sucedido. Con el tiempo comienza a sentirse triste, decaído y con ganas de beber para aliviar esa sensación.

En el caso de Roberto, nos damos cuenta de que ha sido el mismo alcohol el que ha acabado haciéndole experimentar síntomas de depresión. Esto ocurre por la propia acción de la sustancia en el cerebro, así como por la percepción de la persona de tener una dependencia de ella.

Reflexión final sobre la depresión y el alcohol

Tras analizar en detalle los dos conceptos, depresión y alcoholismo, llegamos a la conclusión de que sí que parece existir un vínculo entre ambos. Este es bidireccional, de manera que no podemos separar uno del otro.

El alcohol aparece como un salvavidas que termina por convertirse en un verdadero monstruo en quien no podemos confiar.

Fuente: Fromm Bienestar.

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