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El poder sanador del té, secretos para disfrutar una taza de calma

Foto: @mariadominga

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“Lo que bebemos nos calma o nos desinhibe”, explica Luján Riquelme. Ella como sommelier de té y Tea Meditation Instructor, da claves de cómo disfrutar de las infusiones.

 

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-¿Por qué el té lleva incidiendo tanto tiempo en la cultura de la humanidad?

-El té es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua, incluso más que el café. Hay registros dentro de la cultura oriental que dicen se trata de una planta que surge hace más de 5.000 años. Hay leyendas chinas, japonesas e indias, y lo que encontré en común entre estos expertos del té, es la tranquilidad que uno consigue después de tomar una taza de té. Te transporta a un estado de paz y claridad mental.

-¿Qué podés contarnos sobre el té?

-El té en sí no son todas las hierbas que consumimos, es una planta llamada camelia sinensis, y de ella provienen todos los tipos de té, el negro, el rojo, el verde, el blanco, el oolong y otros más. Un tilo -por ejemplo- es una tisana, se usan las flores y las hojas del árbol, y así con el resto de las hierbas. Más allá de eso, creo que no hay algo más placentero que una taza de agua caliente con tu hierba favorita, incluso para malestares físicos. Creo que ese es su gran secreto, el poder sanador.

-¿Qué significa ser Tea Meditation Instructor?

-Básicamente es guiar a la meditación y utilizar el té como herramienta. Es algo súper sencillo y especial para las personas a las que les cuesta meditar, o concentrarse o calmarse. Lo que se hace es activar los cinco sentidos y centrarlos en el consumo, desde la intuición y la ausencia, elegir las hierbas, olerlas, preparar el agua, elegir la taza, sentir el calor de la taza con las manos, tomar un sorbo y dirigir al organismo, encontrarse en el silencio.

-¿Cuando nació el entusiasmo por las infusiones?

-Hace un tiempo, después de muchos cambios, comencé a cambiar un poco mi estilo de vida. Siempre me gustó el té y en un momento -hace 3 años más o menos- decidí que era momento de darle un espacio más importante, porque me estaba haciendo cada vez mejor. Antes de la pandemia fui a Buenos Aires a hacer un curso para inmiscuirme más en el tema y al volver comenzó Manigua, sus primeros pasos.

-¿Qué pasó después?

-Después con la pandemia pude dedicarme en un 100 % a eso y decidí que iba a militar el uso de las hierbas con información. Me seguí instruyendo y lo sigo haciendo a la par de mi trabajo para poder compartir un poco de este amor a las plantitas.

-¿Qué futuro estás construyendo para Manigua?

-Manigua es un espacio que comparto con una amiga. Es mi momento de estar en contacto con mis necesidades más profundas. Cada receta que hago está súper pensada; propiedades de las hierbas, sabores, colores, todo literalmente está probado, medido y asentado antes de ver la luz. Es algo súper chiquito todavía, artesanal. Tardamos horas en producir las recetas y a veces días en cargar. Me gustaría que vaya tomando rumbo a su tiempo, es algo que quiero hacer sin presiones, dándole su momento y su espacio. Estoy bastante conforme porque la aceptación, a pesar de ser chica la producción, es súper bien recibida, lo cual quiere decir que el producto es bueno y puedo transmitir un poquito de mí en esas mezclas.

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