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¿El sexo con mi ex es una aventura o una excusa?
Imagen de referencia @institutoeuropeodelsueno.com.pa
Se trata de personas que mantienen vínculos eternos con sus exparejas, siendo la intimidad el nexo para no definir la separación.
La difícil tarea de separarse de una relación amorosa hace que tomemos decisiones que entorpecen el proceso, reincidir solo porque el sexo con esa persona era el motivo de la unión, o porque no hay piel ni química con otra persona, o porque nos convencemos de que así es menos traumático, todas razones y excusas que tienden a un objetivo final auténtico y es el de no soltar a la persona con la que se ha terminado la relación. Pero, aceptar el fracaso es parte de la elaboración del duelo, ya que nada es para siempre, y por eso saber despedirse de algo que no funciona es parte del crecimiento, fundamentalmente cuando las relaciones son tóxicas y la convivencia es complicada.
Muchas parejas resuelven distanciarse pero sin perder todo tipo de vínculo íntimo; algunas parejas tienen buena química y eso mantuvo la relación vigente, pero en la vida cotidiana viven con reproches, porque esa carga libidinal que tienen y la manera de descargarla es lo que incentiva el deseo y les sirve para tener un encuentro explosivo en la cama. Y es que el sexo de esta forma en que las cosas se arreglan en la cama retroalimenta el deseo. Sabemos que estas situaciones confunden a los integrantes, una suerte de duelo queda interrumpido, provocando angustia por la pérdida y dificultad para renunciar al otro.
Cierto es que algunas relaciones conflictuadas por la convivencia, que entran en la rutina causada por las exigencias familiares, laborales y sociales, empiezan a sentir serias consecuencias en el ámbito íntimo. Es allí cuando, ausente de recursos, buscan la forma de resolver el sufrimiento a través del distanciamiento. Es bastante común que alguna de estas parejas relate que el deseo sigue intacto y que necesitan seguir conectados de alguna manera. El desapego suele ser una de las tareas más complicadas para una pareja que ha compartido una vida común y que no saben cómo decidir el final de su historia amorosa. Es fundamental enfrentar el duelo, procesarlo y entender las causas por las cuales no funcionó esa modalidad de pareja, tal vez en la distancia aparezcan modelos más acordes a ambos, para reconstruir el vínculo dañado.
Más allá de la distancia está el sexo, porque es lo que nos mantuvo unidos siempre Cuando el sexo es una forma de comunicarse, intensa, apasionada, necesaria para provocar miedo a soltar, la pérdida representa algo más en el orden de la satisfacción asociado al placer, a llenar y alimentar vacíos, la evitación de la ruptura es algo que se convierte en el único objetivo de la relación. “No podemos estar juntos pero tampoco distanciados físicamente”, argumentan muchos frente al hecho inexplicable de seguir teniendo vida íntima con el ex. Si esa situación no termina, seguirá siendo una forma engañosa de creer que de esa manera se sufrirá menos, fingiendo como si fuera todo normal y aceptable; sin embargo, solo logran dilatar una decisión fundamental para la vida de cada miembro.
Algunas personas se muestran sensibles a las separaciones, tienen un sentimiento de temor profundo, de incertidumbre hacia el futuro, de evitación de la soledad, de angustia al enfrentarse a las dificultades que tienen en su vida amorosa. Estas personas creen que continuar la relación en la intimidad no provocará efecto alguno ni se dañará a nadie con esta decisión; sin embargo, desde afuera se observa como un duelo patológico, se aseguran que la otra persona no intime con nadie más, por lo cual los lazos siguen existiendo y se aseguran que no habrá peligro en cuanto a intentar encontrar una relación sana, diferente, o sea, la mejor manera de evitar un nuevo compromiso afectivo, ya que claramente estas personas temen el cambio.
Los encuentros genitales explosivos, pero, con certeza, emocionalmente devastadores, hacen que el sentimiento de adherencia al otro sea sintomático, de forma que no pueda haber desapego afectivo. En algún momento, esta intimidad engañosa hace que el desenlace sea volver al mismo modelo de relación, celos, posesión, manipulación, porque esa situación vincular se asocia a un compromiso en la relación que puede ser diferente para cada uno. En una situación así, la angustia y sentimiento de soledad siempre vuelven a aparecer.
Algunas personas lo exponen en sus escalas de valores como algo placentero pero que luego se vuelve una condena, y otras se sienten plantadas en un lugar incómodo, ya que piensan que esos minutos intensos y pasionales de una relación tan efímera y volátil solo es un pedazo de un sueño delicioso, pero temen en definitiva por el final que se aproxima. Cuando las cosas se llaman por su nombre, y se expresan los sentimientos en forma clara y sin dejar dudas en el modelo der relación que se ofrece, se hablan los miedos y se los trabajan, exponiendo las inquietudes, entonces las cosas pueden llegar a ordenarse mejor. Poder contar las fantasías que cada quien tiene respecto al final del amor, es importante para dar un buen cierre y desenlace de la relación. Es esencial saber más de uno mismo respecto a las ataduras que provoca un vínculo sexual que se extiende en el tiempo, es fundamental dialogar sobre lo que cada uno esperaba de la relación y que este estado puede ser maravilloso, pero en un vínculo sano y no en fabricar una fantasía de este vínculo que solo sirve para evitar aquello a lo que se le teme. Además, las cuestiones que desencantan a la pareja deben ser habladas, ya que claramente lo que no se habla se reprime, confunde y provoca sensaciones negativas.
La intimidad con alguien que se conoce de mucho tiempo es muy especial, crea una suerte de costumbre, y la idea de distanciarse se vivencia como una situación de estrés postraumático según la personalidad de cada quien, los porcentajes marcan una tendencia mayor en el caso de las mujeres, aunque no sea una generalidad, algunas parejas han llegado a un nivel de mucha agresión al separarse y en este caso es necesario que se establezca una postura que evite que se generen encuentros que enmascaran relaciones tóxicas.
El autoengaño es muy común a esta altura de los acontecimientos y nunca falta quien suspira detrás de la escena pensando ilusionada que la alcoba de una noche es una propuesta ventajosa para dar vuelta el final. Cuando los contextos difieren alguien sale dañado irreversiblemente, por eso es importante entender que una mirada, según la propia óptica, puede cambiar la historia de los amantes.
La intimidad con una persona conocida da cierta seguridad, se establece una costumbre lógica, se pierde la sensación de aislamiento y se da cierto arraigo; uno cree que en ese vínculo hay acostumbramiento, que el otro debe entender todos los mensajes y descifrarlos; sin embargo, el otro habla otro lenguaje y es cuando este tipo de relación se vuelve insostenible.
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