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Editorial

Canciller aplazado

La semana se ha visto alterada por una delicada situación diplomática, pocas veces vista en la historia reciente. El cobro unilateral de peaje por parte de la Argentina, lejos de resolverse a la fecha, se encuentra cada vez más enmarañado y sin dar señales importantes de resolución. Por si esto fuera poco, hoy aparece un sensible problema diplomático que, lejos de un camino de estrechar lazos, parece llevarnos a una distante y fría relación con el vecino país.

Tras el término de la reciente reunión del canciller nacional Rubén Ramírez Lezcano y el presidente de la República, Santiago Peña con el ministro de Economía argentino, Sergio Massa, el Paraguay anunciaba algarabía por lo que pareció una de las primeras importantes conquistas de la era Peña: la suspensión temporal del injusto y arbitrario cobro de peaje. El pomposo anuncio, dado por el canciller Ramírez Lezcano, mencionaba que la suspensión temporal sería de 60 días hasta lograr una propuesta integral a altas autoridades de ambas partes.

Desafortunadamente, el celebrado anuncio fue el preludio de un fracaso, no existió ningún compromiso argentino para la suspensión temporal del peaje. Solo horas después el ministro de Transporte de Argentina, Diego Guiliano, desmintió dicho supuesto acuerdo y lamentó que el ministro paraguayo haya entendido mal. Ramírez se ratificó en sus dichos, mientras que los funcionarios argentinos también hacían lo mismo. La ciudadanía quedaba confundida y miraba aquella amistosa reunión como una parodia diplomática.

Cuando parecía que el escenario no podía estar peor, en un intento por aclarar lo manifestado por Giuliano, una radio local intentó de manera amistosa comunicarse con él. Al cabo de unos minutos, solo se obtuvo tajante y tosca respuesta de su jefe de prensa, quien indicó que no tendrían por qué aclarar lo malentendido por Lezcano. La discusión trascendió incluso al ámbito de las redes sociales como la de dos disgustados rivales, los representantes de ambos gobiernos cruzaban palabras que exponían la tensa situación diplomática. Como broche de oro y de manera a eludir de cualquier forma la situación, Argentina recordó a Paraguay la deuda de hace 30 años por Yacyretá.

Una de las características fundamentales de la diplomacia debe ser la construcción mutua de la comunidad internacional. Y es que uno de los grandes errores de la diplomacia paraguaya en este episodio fue haberse olvidado de que los resultados de las negociaciones con otro país deben ser anunciados mutuamente. Aquí no hemos visto a Paraguay y Argentina unidos en comunidad internacional dando una conferencia de prensa; al contrario, vimos a un apurado Massa retirarse de la reunión y de manera separada el canciller paraguayo hacer el anuncio referido anteriormente.

A lo largo de su historia, el Paraguay se ha desenvuelto en el escenario diplomático haciendo frente a diferentes situaciones. Desde una expedición estadounidense de 20 buques y 2.900 soldados durante el periodo de los López que buscaban imponerse ante el incipiente Estado paraguayo, hasta las arduas negociaciones para definir los límites de parte del Región Occidental con la Argentina. En estos dos casos como en muchos otros, el Paraguay demostró actitud, capacidad e inteligencia para resolver la problemática.

La clave para una buena diplomacia es la buena negociación, teniendo siempre como principio y valor la paz. En esta semana, como consecuencia de una falta de gestión diplomática, el país se ha visto lejos de emblemáticos acuerdos que se han llevado a favor de la República. En las puertas de una inminente negociación por el Anexo C del Acuerdo de Itaipú con el Brasil, el Paraguay desde ningún punto de vista puede mostrarse débil ni confuso. El Gobierno paraguayo debe emular la ardua y sólida tarea diplomática de aquellos estadistas que supieron defender los intereses nacionales en las horas más oscuras del país.

A la fecha, el problema del injusto cobro de peaje se acentúa, productos paraguayos prestos para ser exportados deben atravesar por esta arbitrariedad y soportar la carga totalmente infundada, situación que nos recuerda los injustos tratos de requisa, revisiones y abuso impuestos en el recordado Puerto Preciso de Santa Fe durante el periodo colonial.

El Paraguay es un Estado soberano, su nación fue forjada en el sacrificio y desarrollo de su pueblo. Cuenta con una historia de episodios trágicos e infortunios, pero también llena de glorias, valor e integridad. Merece una representación diplomática sólida, eficiente y patriota, que se encuentre a la altura de tanta historia. El desarrollo de este país no debe dar tregua y no puede darse el lujo de perder tiempo y enredarse en cuestiones como la acontecida.

Estamos ante una situación que requiere de seriedad, una situación no irreversible que puede ser subsanada aún. Los días entrantes serán claves en la política exterior con el vecino país; el presidente aún está a tiempo de mostrar respuestas claras y estar a la altura de las situaciones. Y aquí un primer paso en el que muchos coinciden: destituir al canciller y hacer respetar la investidura. El ejercicio de la diplomacia es tarea formal, no es una mera gestión de fraternidad internacional, sino parte fundamental del desenvolvimiento de un Estado.

Como nuevo gobierno, Santiago Peña debe obligatoriamente analizar de manera urgente la situación y buscar una solución inmediata al peaje hasta hoy cobrado, así como a un encargado de las relaciones internacionales con postura firme y categórica. Es un nuevo e incipiente gobierno, pero no puede cometer un solo error en cuestiones tan trascendentes y tan fundamentales.

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