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Editorial

La carta de presentación

La designación del psicólogo y orientador educacional Luis Fernando Ramírez como futuro ministro de Educación y Ciencias (MEC) es -sin dudas- el hecho político más relevante desde las pasadas elecciones del 30 de abril pasado;  además de innovador por el perfil que presenta, como su paso por los organismos no gubernamentales y la sombra de la Agenda 2030.

El mismo, en sus primeras declaraciones, ha sorprendido con propuestas novedosas, como la idea de modificación de la malla curricular, redistribuyendo materias, teniendo en cuenta la realidad social, cultural y ambiental de cada departamento y las regiones del país. Habló de una “supercantidad” de asignaturas a ser evaluadas y redistribuidas, citando como ejemplo la materia de educación vial.

El futuro ministro pretende presentar una malla curricular basada en la realidad local. También considera necesaria la modernización de la  infraestructura tecnológica, siendo  justamente la conectividad la clave, ya que Paraguay debe asegurar que las herramientas para apoyar, enriquecer y diversificar el aprendizaje estén disponibles para aquellos que se encuentran en zonas remotas con acceso limitado. Y a toda la población educativa en general.

En Paraguay estamos acostumbrados a convivir entre cifras, índices y datos desalentadores. La principal -y de mayor relevancia- de los programas públicos es justamente el educativo; nuestro sistema educativo y la malla curricular que la compone. Sin embargo, en nuestro país existe una gran deuda política con la educación, siendo que es la respuesta a la capacidad de transformar la calidad de vida y el acceso laboral a tantas personas y familias enteras de nuestro país. ¿Cuál es el poder de transformación que tiene la educación en cada persona? Está confirmado por economistas, que aquellos países que logran sostener una educación más equitativa por grandes periodos de tiempo pueden aumentar su Producto Interno Bruto (PIB) hasta un 23 %. La Unesco confirma que se podría eliminar 50 % de la pobreza del mundo si todos los alumnos terminaran sus estudios secundarios.

Por eso se habla de inversión educativa y no de gasto educativo. El premio Nobel de Economía, Joshua Angrist, sostiene que cada año adicional de educación en la vida de un adulto puede aumentar su salario hasta en un 10 %. Los países que mejoraron radicalmente su sistema de educación repensaron sus objetivos y sus sistemas de evaluación; esto es, soñando que en esta oportunidad, efectivamente puedan darse los cambios y designaciones de personas idóneas que generen la transformación positiva y actualizada que requiere nuestra población.

Pero la realidad es que al próximo gobierno y en particular a la próxima administración  del MEC, no le espera una tarea sencilla y de rápida solución. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la edad comprendida entre los 15 y 19 años, existió en el 2022 una fuerte deserción escolar, como en años anteriores durante la pasada pandemia. Tenemos datos del año pasado específicamente,  de un total de 641.571 estudiantes en esa franja etaria, solo asistieron a una institución educativa 450.402. También es preocupante la tasa de analfabetismo, punto en el cual Paraguay se encuentra en desventaja frente a países de la región, con prácticamente el 6 % de alumnos que abandonan los estudios, siendo la principal causa de exclusión escolar la económica. Se debe hacer un gran esfuerzo y poner toda la atención y los recursos que fueran necesarios para disminuir estos indicadores negativos y dar oportunidad de formarse a aquellos que deseen hacerlo.

Otro punto es la preparación de los docentes, también debilitada, considerando que el presupuesto público en educación se concentró principalmente en gastos corrientes para sostener un sistema político y no para apuntalar la enseñanza calificada, de alto nivel.

Debe diseñarse una nueva política pública educativa, una verdadera política de Estado que  replantee todo el sistema educativo, una reforma que supere los problemas de alcance por insuficiencias financieras, de infraestructura edilicia, rubros y de enfoque cultural. Estos y otros temas de análisis -cuándo no- en su totalidad deben ser analizados y ajustados.

Es el momento y la acción política puede constituirse en la más trascendental del Gobierno electo y al mismo tiempo servirle de carta de presentación, ya en funciones, con la que serán evaluados por la opinión pública nacional y también por la internacional.

Deseamos que las decisiones y designaciones en tan importante área, como  es la educativa, tengan como principal interés que se constituya en medio y herramienta para la realización de nuestras actuales y próximas generaciones, dejando de lado el de actuar pensando solamente en nuestras próximas elecciones.

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