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Editorial

La salud, ¿un negocio o un derecho?

La salud pública, de acuerdo con lo establecido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) es responsabilidad de las autoridades sanitarias, que deben llevar adelante las políticas públicas para brindar la atención necesaria a toda la ciudadanía. En tanto que solo salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Considerando la conceptualización que dan estas organizaciones, podríamos entender que dichas funciones son exclusivas de los Estados, a través de sus gobiernos respectivos. Es decir, difícilmente el sector privado o el mercado asuman fines sociales y altruistas como el cuidado de la salud pública, sin que sea un buen negocio.

La salud pública, eficaz, de primera calidad para todos y que satisfaga plenamente las necesidades del área sigue siendo una materia pendiente en el país desde hace muchos años. Hace unos días salió al tapete nuevamente el tema y ya que estamos en plena etapa electoral sería bueno analizar qué nos proponen nuestros aspirantes a gobernantes. A juzgar por las condiciones en que actualmente se encuentra la salud en el Paraguay, el próximo gobierno tendrá mucho por hacer.

Los reclamos desde y para el sector sanitario son recurrentes: la mejora de infraestructura en los centros hospitalarios, mejoras salariales para los profesionales, exigencia de contratación de más personal de blanco para cubrir las necesidades, conectividad con todos los centros de salud del país, equipamientos actualizados, capacitación permanente y, por supuesto, la cobertura de medicamentos para los pacientes. El caso más reciente fue la manifestación de pacientes oncológicos que además de padecer la devastadora enfermedad deben luchar saliendo a las calles a exigir atención al sector ante la falta de insumos y medicamentos para enfrentar sus tratamientos. Mientras tanto, vemos contrataciones de funcionarios sin funciones específicas que cumplir. Y eso es uno de los muchos casos en que los ciudadanos se ven obligados a pedir ayuda con actividades como polladas, rifas y similares para enfrentar los gastos, mientras el Gobierno establece una pausa en su agenda electoral y destina los recursos necesarios a tan angustiante situación.

Entonces, si brindar una salud pública de calidad para todos es un derecho humano, ¿podríamos pensar en la posibilidad de privatizar el servicio público sanitario? ¿La autoridad directa, en este caso el ministro de Salud, debe delegar dicha función y pasar a ser un ente regulador? El candidato colorado Santiago Peña mencionó esta posibilidad en una entrevista reciente, la de descentralizar dicha función, al afirmar que el ministro de Salud tiene que ser solamente el órgano rector de la salud pública. Que él no debe tener a su cargo hospitales ni médicos. Que entonces el Estado lo que contrata es un servicio, el servicio de atención médica, lo cual no significa privatizar, sostuvo.

Sin embargo, a pesar de haber señalado que no es una privatización directamente, es hora de mirar y analizar qué nos proponen los candidatos y en este caso futuros gobernantes. Como ciudadanos somos responsables de elegir al que tomará el mando del país durante los próximos cinco años y debemos pensar qué queremos, qué esperamos y a qué apuntamos. Privatizar un sector que de por sí se encuentra bastante debilitado e inmerso en una red de corrupción de intereses privados justamente, sería la muerte segura para muchos ciudadanos en el país que no tienen las más mínimas condiciones para solventar los gastos que conlleva una enfermedad. El mundo está cambiando hacia un nuevo orden, y por estos lares de la Tierra se hace difícil interpretar los vientos, corrientes e intereses y, por supuesto, cuando entendemos lo que está pasando ya es tarde. Para nuestro medio, es momento, no de renunciar a las responsabilidades, sino por el contrario, de renovar y fortalecer el compromiso del servicio público, con señales claras, designando a los mejores hombres y mujeres del Paraguay en los cargos, combatiendo frontalmente a las redes de corrupción -que se tejen cual telas de araña- y manifestar a través de las prioridades en la agenda pública y el Presupuesto General de la Nación la importancia e interés para el Gobierno de la salud pública.

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