Entre el buen clima de negocios y la mala política

La seguridad, la estabilidad política, la transparencia y la solvencia de las instituciones públicas son factores clave para la atracción de inversión extranjera directa, que es una fuente de progreso económico esencial para el Paraguay y para todos los países de América Latina. Sin embargo, la corrupción es uno de los problemas más graves que está haciendo agonizar a nuestro país, es un drama –hasta se podría decir– institucionalizado.

La organización no gubernamental con sede en Berlín, Alemania, Transparency International cuenta con un índice de percepción de la corrupción (IPC) que incluye a 180 países en total, los cuales son calificados del 1 al 100. Este ranking ubica a Paraguay en el lugar 128, manteniéndose en el rango de países más corruptos del mundo. Según el organismo internacional, Paraguay permanece entre los peores a nivel mundial desde hace dos décadas y remarca que los niveles de corrupción aumentaron considerablemente en el periodo democrático.

La corrupción sistémica en Paraguay, que afecta todos los niveles del Estado, da lugar a deudas históricas en cuanto al déficit en atención a la salud, la educación y a sectores rurales, sin que se avizoren cambios. La incapacidad del Estado para dar respuesta a demandas sociales, el narcotráfico, el avance del crimen organizado, la inseguridad jurídica, incluso el surgimiento de tensiones fronterizas por la mala gestión de nuestras autoridades, ponen en riesgo las inversiones extranjeras y, por ende, el crecimiento y desarrollo en el Paraguay.

Los principales factores que afectan las decisiones de inversión son la estabilidad política y la seguridad, así como el ambiente legal y regulatorio.

A pesar de toda esta negligencia y mediocridad, el Paraguay crece en cuanto a inversiones y a clima de negocios –entendiéndose por Clima de Negocios un conjunto de condiciones o factores presentes en una economía que dan lugar a oportunidades e incentivos para facilitar el desarrollo de la actividad empresarial–; esto favorece el crecimiento económico y social, así como la competitividad de las economías.

Según el Banco Central del Paraguay (BCP), el flujo de Inversión Extranjera Directa (IED), se concentra principalmente en el sector financiero, industrias y comercio que en conjunto suman casi el 50 % del total.

Incluso en un año complicado como fue el 2020 por motivos de la pandemia del covid-19, el flujo de inversión extranjera totalizó USD 6.180 millones, según el registro oficial de la banca matriz. La intermediación bancaria representa el 20 % del total del capital extranjero que ha invertido alrededor de USD 1.237 millones; en segundo lugar, el sector de elaboración de aceites sumó unos USD 860 millones y una participación del 13 %; y, tercero, aparece el comercio, en donde los inversores del exterior aportaron unos USD 773 millones, siendo su participación del 12,5 %.

En total, siempre según los registros oficiales, actualmente en el país están operando unas 435 empresas multinacionales, de las cuales 8 son bancos, 6 son compañías de seguro, 3 son otras entidades financieras y 418 suman las empresas no financieras. El país ha sido catalogado por la Fundación brasileña Getulio Vargas por tercer año consecutivo como la economía con el mejor clima de negocios para la inversión.

A pesar de la mediocre gestión política que se ejerce en el Paraguay, existe un clima de negocios favorable a las inversiones. El Gobierno debería aprovechar con solvencia y de manera más inteligente este escenario positivo, abarcar mejor las fuerzas laborales y la capacitación tecnológica, utilizar mejor la infraestructura disponible, innovar, de lo contrario quedaremos aplazados también en esta materia que mantiene estable –de cierta manera– nuestra economía. Paraguay, a pesar de la pobre gestión pública y la inseguridad que presenta, sigue creciendo económicamente y esperamos que en algún momento la política acompañe y facilite la inversión privada.