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Editorial

Votamos sin elección

El 18 de diciembre debió ser una fecha emblemática y recordada en la historia política de nuestro país. La fecha debería marcar el cierre de la etapa identificada como transitoria y el inicio de otra, estabilizada, por marcados valores y conducta social diferenciada de un tiempo y sistema político para el olvido. Cambió la Constitución Nacional hace 30 años, los códigos y las leyes, pero no los adoptamos como referencias y guía de la vida institucional y comunitaria; las malas prácticas en política, los vicios, prepotencia e impunidad son elementos que alimentan el espiral de mediocridad en el que estamos sumergidos, mucho más robustecidos hoy que en los años iniciales de nuestra anhelada y novel democracia.

Así llegamos a unas nuevas elecciones, estas internas, donde no se respetaron los plazos electorales para el inicio de las campañas proselitistas respectivas, no se controlan las fuentes de financiamiento, los funcionarios públicos -empezando por el propio presidente de la República y todo el gabinete- han estado en actividades particulares y en campaña utilizando los recursos públicos y descuidando sus altas responsabilidades; y como broche tampoco se prohibirá el expendio de bebidas alcohólicas dado que el Tribunal Superior de Justicia Electoral interpreta -desde esta elección y en ninguna otra antes- que en las internas de los partidos no rige el mismo marco legal que en las generales.

El oficialismo político presenta a candidatos remanidos -por gestiones anteriores- en tanto que la Concertación, intentando presentarse como alternativa y cambio, tampoco logra generar expectativa suficiente en cuanto a nuevos proyectos, propuestas y candidatos idóneos para gobernar el país.

Las candidaturas para los cargos legislativos también se disputarán con un condimento especial en esta ocasión: las listas desbloqueadas. Una vez más, nos encontramos con más de lo mismo. Viejas estructuras corruptas que hoy día se cuestionan unos a otros sin importar que llegaron a los respectivos cargos gracias a “la unidad” y que actualmente se tirotean por los negros antecedentes que cada uno lleva en su haber.

Pero, como dicen en la jerga política, todo es posible y es cambiante a la vez, tras conocer los resultados de esta tarde, no será nada raro ver “grandes acuerdos” con el reciente adversario teniendo en la mira los comicios generales.

Por su parte, los diferentes precandidatos de la Concertación centraron los cuestionamientos duros al que podría llegar a ser el candidato con mejor posicionamiento en la oposición, Efraín Alegre, desgastando su figura de forma anticipada, y dejando al desnudo la ausencia de propuestas y falta de plan de gobierno en caso de llegar a triunfar en las elecciones generales de abril. También existen propuestas independientes al oficialismo y la concertación: políticos aislados como Euclides Acevedo y el exarquero de la selección paraguaya de fútbol, José Luis Chilavert; el excomandante del Ejército, Gral. Machuca, entre otros candidatos de organismos políticos creados para pugnar en estas elecciones, sin que se perciban propuestas ni posicionamiento ideológico alguno.

Están inscriptos 22 precandidatos a la Presidencia de la República, de entre los cuales los colorados se pasaron descalificándose unos a otros durante toda la campaña; los de la Concertación hablando mal de Efraín Alegre y los independientes directamente no hablaron. Estos comicios se caracterizan por la cantidad de postulantes en carrera, lo que deja un poco de lado la calidad de propuestas que puedan ofrecer al electorado. Y este hecho se percibe aún más en las filas coloradas que, además de elegir al candidato para las generales de abril, también eligen autoridades partidarias.

Una vez más estamos ante una gran oportunidad perdida, un tiempo que no podremos recuperar, con sueños postergados y, no está de más recordar, después de la guerra de desprestigio y encuestas, presenciaremos los abrazos de conformidad, dejando de lado las diferencias políticas, fusionados con el único objeto de llegar al poder y asumir las altas funciones de la República el 15 de agosto del 2023, sin que la ciudadanía nacional pueda anticipar el modelo de relacionamiento con su gobierno y los ejes principales de su acción en el próximo quinquenio.

Una nueva votación sin poder elegir y que será evidencia con los votos en blanco tal como se manifiestan los ciudadanos ante la falta de propuestas electorales que ofrecen los candidatos.

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