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Editorial

Más oscuridad que claridad

Una semana intensa se vivió en torno al polémico Plan Nacional de Transformación Educativa (PNTE), impulsado desde el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y que divide en dos sectores a la ciudadanía. Desde la cartera educativa señalan a este nuevo diseño, a implementarse en todo el país, como un “proceso histórico” para la educación. El mismo se inició en el año 2017 bajo la administración del expresidente Horacio Cartes; tras el cambio de Gobierno, el proyecto avanzó acompañado de una hoja de ruta con ejes estratégicos al 2040.

Los argumentos que defienden el PNTE plantean un sistema que, a futuro, solucionaría por ejemplo la falta de oportunidades laborales para próximas generaciones y que esto básicamente se ejecutaría sobre líneas estratégicas de inversión para mejorar la educación y generar un pacto social y político. Con respecto a la financiación, esta se daría mediante el Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI), cuyo manejo es poco transparente y tampoco se realiza una rendición de cuentas formal sobre los proyectos y programas para la ciencia y la investigación que son financiados.

El titular del MEC explicó que el Plan no tiene ni una letra sobre ideología de género y, en cuanto a eso, el Estado paraguayo es muy claro: “dice hombre o mujer, niño o niña, bien claro, y eso incluye también el documento”. En las 270 páginas del proyecto no hay ningún punto que se pueda objetar, esto es ciencia pura y fue elaborado por el mejor equipo técnico del MEC de los últimos 30 años, fue la postura del ministro.

Pero quedan muchas dudas dando vueltas que el Gobierno no puede responder sobre los procesos de aplicación de un plan de tal envergadura. Se busca implementar un sistema, a mediano plazo, sobre ocho ejes sociales sensibles. A saber:  1. Modelos educativos bilingües centrados en el aprendizaje; 2. Desarrollo profesional del educador; 3. Apropiación de la ciencia y la tecnología en el ámbito educativo; 4. Fortalecimiento de la educación técnica y formación profesional; 5. Gestión educativa centrada en el aprendizaje; 6. Condiciones estructurales y materiales pertinentes para el aprendizaje; 7. Evaluación e investigación educativa para la mejora continua; 8. Financiamiento educativo sostenible; y 9. Fortalecimiento de la comunidad educativa: sociedad, familia y educación.

Paraguay tiene una representación diplomática permanente en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Desde este organismo internacional, el embajador ante la ONU también tendría que dar una explicación concreta y no dejar a la libre interpretación un documento cuyo objetivo es transformar el marco de la política educativa paraguaya en los próximos 20 años.

“No al proyecto que busca la implementación de la ideología de género en las escuelas”, o “Paremos el proyecto globalista que atenta contra la familia” son algunas de las consignas del grupo que está en contra de este proyecto. Pero ¿qué hay realmente detrás de este Plan de Transformación Educativa impulsado desde el MEC? Y, sobre todo, detrás del rotundo rechazo que produce en un sector de la sociedad. Alguien no está diciendo toda la verdad. Y para que la sociedad –sin intereses creados– pueda tomar una posición, es obligación del Gobierno que clarifique muchos puntos que están en zona gris.

¿Quién miente? ¿Se oculta el objetivo real de esta “transformación”? Estas son las preguntas que se hace la mayoría de los ciudadanos. Lo único cierto, y que realmente podemos afirmar, es que no se puede seguir poniendo en riesgo a la educación en el Paraguay, de por sí olvidada desde hace décadas. Las deudas pendientes con este sector se tienen que empezar a cumplir, pero con actos concretos. Tampoco se debe permitir el avasallamiento a los derechos de los niños y a la patria potestad.

Es verdad que la calidad de la educación necesita un golpe de timón, pero sin trasfondos de ninguna índole.Urge claridad y sobre todo honestidad y un abordaje serio. Las víctimas directas de las malas determinaciones políticas son nuestros niños y jóvenes. El Gobierno tiene la obligación de evitar que se siga postergando el desarrollo educativo, científico y cultural en el Paraguay. Pretenden transformar el proceso de educación que hoy está vigente, por otro. Sin embargo, no nos explican con claridad el alcance del proyecto. Si estuviera todo tan bien no habría tantas dudas. Algo no está bien, hay más oscuridad que claridad.

1 Comment

1 Comentario

  1. Marlene Franco

    23 de octubre de 2022 at 23:18

    Muy buen análisis y de que hay algo que no esta bien claro,en eso coincidimos muchos.

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