Editorial
El Contrato Social está roto
En el Contrato Social, Jean-Jacques Rousseau define a un Gobierno como un “cuerpo intermediario establecido entre súbditos y el soberano para su mutua comunicación, a quien corresponde la ejecución de las leyes y el mantenimiento de la libertad tanto civil como política”. Su poder ejecutivo -dice Rousseau- es delegado por el único soberano, el pueblo, y sus miembros podrán ser destituidos por ese mismo sujeto.
Mientras que la gobernabilidad es la relación que se manifiesta cuando existe equilibrio en el ejercicio del poder político, es decir, remite a la capacidad de un Gobierno para procesar demandas de la sociedad y darle respuesta oportuna, estable y legítima. Es por eso que la situación en Paraguay es crítica debido a la ingobernabilidad reinante que nos está llevando hacia resultados devastadores. Esta crisis llegó a tal punto, que nuestras autoridades son incapaces de llevar adelante la gestión de gobierno reflejando confianza y aceptación por parte de la población.
El Paraguay está generando brechas territoriales de espacios ingobernados que iniciaron en las regiones fronterizas, y hoy llegan a departamentos como Cordillera, Central y a la misma capital del país. Desde El Nacional alertábamos sobre la ausencia de una Política de Defensa Nacional, como la nula reacción de los responsables y los altos mandos de las Fuerzas Públicas para enfrentar con éxito la incursión de organizaciones criminales nacionales y transnacionales a zonas puntuales del país -inicialmente-, no habiendo sido inhibidos en tiempo, tenemos que asumir que hoy se han extendido a casi todo el territorio nacional, como ha quedado demostrado. Los gobernantes han perdido el liderazgo en la conducción nacional, la credibilidad y, lo peor de todo, la iniciativa en las acciones y respuestas ante acontecimientos que se fueron y siguen presentándose, un ejemplo es la actual disputa en el Congreso Nacional por el juicio político a la Fiscal General del Estado.
El ministro del Interior hizo denuncias graves en contra de grupos económicos que alteran el mismo funcionamiento del Estado; sin embargo, estas no fueron tenidas en cuenta por otras instituciones. Con este hecho se evidenció la crisis interinstitucional existente y la falta de una política criminal como política de Estado. Los momentos siguientes fueron de vacío y declaraciones vanas, sin que logren estabilizar la desnuda realidad de estar siendo gobernados por compartimientos estancos con intereses propios y diferentes entre sí. Situación que fue perfectamente interpretada por la Embajada de EE.UU. en nuestro país, saliendo al paso y anunciando la próxima llegada del embajador, entre líneas, la agenda con la que viene el mismo.
¿Quién tiene la soberanía en el Paraguay? ¿Qué pasa con nuestro Gobierno e instituciones? Al parecer, estamos en el punto de inflexión de la encrucijada entre corporaciones económicas, grupos criminales o la intervención al Paraguay de un Estado extranjero para coadyuvar en evitar el default del Estado. La improvisación e ineficacia del Gobierno nos han llevado a la falta de confianza en sus representantes. De no rectificar acciones y renovar actores con credibilidad la pérdida de soberanía se irá agudizando.
D.D.W.S.
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