Editorial
Asunción, una ciudad abandonada
Una ciudad no solo es el espacio donde se habita. Una ciudad es un proyecto político, es el sitio de la convivencia social, es la manifestación de los valores compartidos de una sociedad determinada. La ciudad es el lugar por excelencia de la interacción entre los diversos sectores de la comunidad.
La ciudad capital, como su nombre lo indica, es la cabeza de un país. Es el centro neurálgico donde confluyen el poder político, el económico y las manifestaciones culturales más diversas. Y, como capital, la misma porta un valor simbólico expresado en su patrimonio arquitectónico y su disposición urbana, entre sus rasgos principales de identidad.
Asunción, la capital de la República del Paraguay, cumple hoy 484 años. ¿Cómo los celebra? Basta con mirar fotografías de muchas décadas atrás y comparar con el triste panorama que vemos hoy para darnos cuenta de que no hay mucho que festejar. La degradación del centro histórico, fruto de la desidia del gobierno en materia de políticas sociales, ha llegado a límites intolerables. Familias enteras viviendo en condiciones infrahumanas en lo que alguna vez fue la espléndida Plaza de Armas, sitio emblemático de actos públicos y expresiones ciudadanas, no hace más que confirmar una evidencia innegable: la ausencia del Estado.
La ruina que ha invadido las calles vecinas a las sedes del poder público -el Palacio de Gobierno y el Palacio Legislativo- demuestra el abandono del proyecto político de nación. El espacio compartido que supone la convivencia social se ve hoy violentado por la miseria y la inseguridad. La ciudad se ha vuelto inhóspita y sus habitantes se sienten agredidos. La institución responsable de administrar nuestro hábitat no termina de implementar ningún programa coherente para resolver la multitud de problemas de una urbe que ha crecido caóticamente, sin un plan regulador eficiente.
Asimismo, siguen sin resolver el tránsito colapsado, las vías de acceso y salida saturadas, un transporte público que ignora las necesidades de los usuarios, la desatención de los espacios verdes, la indiferencia ante la necesidad de preservación de los edificios patrimoniales, la desidia en la gestión de sitios clave como el Parque Caballero o el Jardín Botánico, los pésimos servicios de desagüe, alumbrado y limpieza, el declive de las instituciones culturales y educativas de la comuna. Sin embargo, la ciudadanía paga regularmente sus impuestos. ¿Qué le retorna a cambio la administración municipal?
Asunción, la “madre de ciudades”, cumple un año más, cada vez más cansada y sometida a los desmanes de la corrupción. Necesitamos revertir esta situación de manera radical. La ciudad debe volver a ser el lugar de la realización personal y el encuentro, el sitio del trabajo y el esparcimiento, el espacio de la creación y el anhelo de un futuro mejor. La ciudad debe ser inclusiva, amable, para niños, adultos mayores, personas con capacidades diferentes y grupos vulnerables.
Necesitamos recuperar la ciudad para todos. Debemos exigir a nuestros gobernantes una ciudad limpia y ordenada, una ciudad segura y restaurada. La capital del país es nuestra carta de presentación. Recordemos esto en octubre, a la hora de votar en las próximas elecciones municipales.
DDWS.
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