Editorial
Sin políticas de Estado
Situaciones excepcionales exigen medidas excepcionales. La pandemia ha interpelado a todos los dirigentes del mundo, ha debilitado sus liderazgos y ha puesto en evidencia la fragilidad del sistema sanitario, incluso en países que se jactaban de su eficiente seguridad social. En Paraguay el gobierno ha sido unánimemente reprobado por su precaria y errática gestión de la crisis. Su capacidad de respuesta se ha visto ampliamente superada por la magnitud de las necesidades sociales.
En estos momentos en que la ciudadanía, desesperada, ya no sabe cómo orientarse para asegurar su vida y cautelar su salud, la confusión reinante en materia de comunicación oficial no es sino la consecuencia directa de las equivocadas políticas implementadas desde el inicio de la pandemia: marchas y contramarchas, disposiciones contradictorias, en un escenario de creciente angustia tanto por el avance de la enfermedad como por la crítica situación económica.
Cuando la peste arrecia y la muerte acecha en todos los rincones, no se puede dejar librada a la ley de la oferta y la demanda la provisión de medicamentos de primera necesidad para pacientes con Covid-19. No se puede lucrar con la salud pública, y mucho menos en pandemia. Estamos viviendo una catástrofe que exige proceder conforme a la magnitud del desastre.
La suba de precios de los medicamentos esenciales en este caso solo puede ser calificada como criminal. ¿Cómo es posible que cuesten en Clorinda la cuarta parte de lo que cuestan en Asunción? Este es un abuso intolerable ante el cual el gobierno no puede permanecer indiferente. Las consecuencias del mercado desregulado están a la vista.
La Ley N° 836/80 “Código Sanitario” faculta al gobierno a tomar medidas excepcionales en caso de emergencia sanitaria. ¿Por qué no crear entonces, como propuso una profesional del derecho, un consejo de fijación de precios máximos de los medicamentos, sin intervención de los privados, como ya existe en otros países de Latinoamérica?
Medicamentos y vacunas son, ahora mismo, prioridad nacional. A la par de garantizar el acceso de la población a todo lo necesario para el tratamiento de la enfermedad, es preciso transparentar el sistema que se está utilizando para llevar a cabo la vacunación. ¿Se está procediendo conforme a un registro? ¿Cuáles son los instrumentos que determinan los grupos a ser vacunados prioritariamente? La ciudadanía desconoce los mecanismos en juego y el proceso de inmunizar a la población puede llegar a ser caótico sin una hoja de ruta adecuada.
Según ciertos especialistas, llamar “crisis” a lo que estamos viviendo no es del todo apropiado, ya que la crisis es una interrupción temporal de la normalidad, es un estado transitorio que se caracteriza por picos y descensos que pueden manifestarse como “olas”. Los sociólogos señalan que la situación que estamos viviendo es mucho más que un momento de perturbación y que puede ser muy prolongada en el tiempo y llegar a desestabilizar las estructuras sociales en la medida en que los responsables de las políticas públicas no procedan con la inteligencia y la celeridad necesarias, atendiendo todos los aspectos involucrados, entre los cuales el económico es crucial.
DDWS
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