Economía
Rafael Ayala: “Se miente a la gente, a los inversores, por eso no vienen”
Rafael Ayala, economista. Foto: Gentileza.
La pandemia golpeó duramente a varios sectores del país. El sector económico se llevó la peor parte de este fenómeno mundial. Con el fin de tener una radiografía de la situación económica a nivel local, El Nacional conversó con Rafael Ayala, economista con amplia experiencia en las finanzas y conocedor cabal de la actual coyuntura económica nacional.
Este año ha afectado a varios sectores del país, especialmente a la economía, ¿cuál es el porcentaje de inflación actualmente?, ¿sus consecuencias?
El sector más afectado obviamente fue el económico. La inflación interanual hoy está en el rango del 7 % y sus consecuencias más inmediatas son la suba de precios de alimentos en general. Esto es lo que más impacta en la gente.
¿Qué políticas monetarias se pueden aplicar para detener la inflación?
Simple, generar empleo y crecimiento. Comparando con otros países de la región, la inflación no es un problema para nosotros. No se engañe, sigue siendo el control inflacionario el principal objetivo del Banco Central. De hecho, hará lo que sea necesario para mantener este objetivo, sacrificando empleo y retrasando el desarrollo del país, que es lo que históricamente siempre se hizo.
Hasta finales de los años 60, los objetivos principales de la FED (Banco Central de los EE. UU.) eran velar por el desarrollo económico y la generación de empleos. Solamente por las presiones inflacionarias generadas por la guerra de Vietnam, se añadió a esos objetivos la estabilización de precios. En la economía más grande del mundo, recién a finales de los años 70, mencionaron la estabilidad de precios. Esto lo destaco solo a fin de comentar que el control de precios no era lo prioritario, ni siquiera para EE. UU. Obviamente, eso ya cambió.
Hay una historia más larga sobre esto, pero lo que quiero decir es que nosotros, como eterno país en vías de desarrollo, solamente sabemos de macroeconomía si controlamos la inflación.
Una inflación baja, sostenida y anticipada, es indispensable para cualquier economía, pero ni por si acaso es la condición indispensable para el crecimiento. Esto es lo que no quieren entender los políticos ni los economistas ortodoxos. Los procesos inflacionarios pueden tener en contrapartida sus adecuadas compensaciones como, por ejemplo, si el salario real baja por inflación, es suficiente indexar el salario, pero en Paraguay eso jamás existió. Son prácticas “zurdas” para justificar el mantener al asalariado eternamente con su mismo sueldo.
Técnicamente, hay un solo costo de la inflación que es imposible evitar, que es la pérdida de valor de los activos líquidos. Le doy un ejemplo. Si usted tiene 100 naranjas en su bolsillo y cada naranja cuesta 1 dólar, tiene el equivalente a 100 dólares en naranjas. Suponga ahora una inflación del 10 %, y tendrá así, aproximadamente, la equivalencia de 90 naranjas.
Esta pérdida por la inflación del 10 % constituye una pérdida para los tenedores de activos líquidos, es decir, los que tienen efectivo, pero no una pérdida neta para la sociedad. No se perdieron 10 naranjas: existen. Representa una transferencia de recursos hacia la autoridad central, la que emite la moneda, la que la respalda. Esto es el impuesto inflacionario. Piénsese en el dinero como una obligación hacia la autoridad que lo emite. Ahora, por esta misma cantidad de dinero, los USD 100, la autoridad debe responder con menos producto en términos reales, menos naranjas.
El sector financiero es el que maneja la mayor cantidad de activos líquidos, por lo cual una pérdida de 10 % sobre 100 millones de dólares es algo más importante que las naranjas. Dicho esto, y que hoy vivimos en una economía globalmente endeudada y con mucha liquidez, los objetivos de mantener la inflación baja siempre serán prioridad. Para resolver este problema entre baja inflación y desarrollo, las respuestas se encuentran en la política económica, no en el tecnicismo.
¿Cómo está la salud de los bancos? ¿Las tasas y condiciones que exigen a sus clientes para financiar proyectos son realistas?
Los bancos en general siempre están bien. Algunos más endeudados que otros, pero tienen una regulación crediticia que permitió que sean relativamente flexibles con sus clientes. Durante la pandemia, las tasas no bajaron realmente lo que podían bajar, aun con la baja tasa de política monetaria que el Central le dio al sistema. No bajaron lo suficiente porque el sistema no sacrificaría rentabilidad y, además, porque no vieron en los clientes menores riesgos. Su percepción fue de un riesgo mayor o de incertidumbre. En ambos casos, la ayuda al cliente fue mantener la tasa. Esto lo menciono excluyendo la tasa del 10 % con los préstamos de garantía estatal (FOGAPY).
Los proyectos de los clientes casi no tienen que ver con la tasa, porque la mayoría de las empresas son pequeñas y medianas y es más importante que el proyecto tenga vida a largo plazo que la tasa que cuesta el mismo. Las empresas buscan ganar para proveer sustento, aun con tasas altas. Las tasas no fueron realistas o no realistas, fueron simplemente las tasas de siempre.
Se habla mucho en el ámbito económico del endeudamiento del país, ¿cómo estamos en ese tema?
Al que anda a pie no le interesa el endeudamiento del país, más allá de ser un tema para hablar en un asado. Le interesa ganar dinero, que su pequeño negocio prospere o que pueda tener un aumento de salario, nada más.
En el gobierno anterior, se informaba a la población de una considerable reducción de la pobreza, ¿se mantiene así?
No lo creo. La pobreza debería ser el principal indicador de la política económica y, lastimosamente, no lo es. Por otro lado, es un concepto relativo, porque si comparo a los pobres y miserables de hoy con los de la Edad Media, serían en ese tiempo clase media o media alta, por lo que es un concepto erróneo. Tiene que ver con la calidad de vida que alcanzan con los recursos que hay, y Paraguay tiene recursos para salir de la pobreza.
Se martilló hasta el cansancio sobre la salud de la “macroeconomía”, pero hay pobreza. ¿Cómo se entiende eso?
La respuesta de esto es política, no técnica. El problema se debe a quienes manejan la economía. Para que el bienestar alcance a todos, se debe cambiar la relación de poder, es decir, que no se gobierne más para unos cuantos, sino para todos. Fíjese la guerra interna que hay hoy en el oficialismo. No buscan el bienestar del país, sino destruir a su enemigo político. No hay planes concretos para salir del subdesarrollo, sino que rifan las instituciones para ver quién se queda con ellas. Si nuestro orgullo máximo es la baja inflación y mostrar los dólares que entran por exportación, ¿cómo se explica entonces que sigamos siendo pobres y no desarrollados? Se miente a la gente, se miente a los inversores. Por eso no vienen.
Ramón González Daher fue condenado a 15 años, una victoria importante para sanear la nación. ¿Cuál es tu mirada sobre ese tema?
Mi mirada es la más simple de todas. Es necesaria la regulación bancaria, desde el punto de vista comercial, más transparente. Nuestro esquema bancario confunde transparencia con mostrar papeles. No, transparencia es que ambos, cliente y entidad, tengan la información necesaria para tomar decisiones óptimas y que ninguno se perjudique. Esto no existe, ya que muchas entidades trabajan con extorsión hacia los clientes. O me das este documento o te cierro la cuenta, es una locura.
Por otro lado, la usura está tan arraigada en nuestra sociedad que, para el sistema e incluso el Central, es una actividad normal. ¿Usted puede imaginar la cantidad de salarios de trabajadores que van a parar al pago de préstamos? No hay ahorro privado. La eterna excusa del sistema es que uno es responsable de su deuda. Ciertamente lo es, pero también hay una corresponsabilidad por parte de las instituciones que no se aplica, y es cuando sobreendeudan a alguien sabiendo que su capacidad está al tope.
Según el Banco Mundial, Paraguay alcanzaría un 4.3 % de crecimiento del PIB en este año. ¿Cuál sería la tendencia para los próximos años?
No lo sé. Seguramente, algunos economistas que manejan y viven de los datos puedan darle esa información. Ahora bien, independientemente del crecimiento, de lo que estoy seguro es que nuestro nivel de endeudamiento subirá y pasaremos el 50 % de deuda vs. PIB.
Los pequeños emprendedores son los más afectados por las consecuencias de la pandemia, ¿hay algún estimativo de pérdida global de ese sector de este año 2021?
Es imposible estimar, salvo por las ventas que no se generaron, comparándolas con años anteriores. Esto es porque existe aún mucha informalidad en este sector. Para tener mejores informaciones, se necesitan mejores registros, mejores balances.
En líneas generales ¿podrías dar un amplio resumen del comportamiento económico del país en este 2021?
En el ámbito financiero, hubo precaución; en el económico, se buscó estabilidad. La causa común fue el Covid-19 y sus dudas sobre su peligrosidad y expansión. Lastimosamente, los vacunados siguen con miedo y tapabocas y los no vacunados enojados por las decisiones algo extremas del Gobierno. Esa falta de liberación económica y comercial no se dio y fue un año más cauto que otra cosa. Los créditos que salieron fueron más reestructuraciones que dinero fresco para emprendimientos. Y aquí nuevamente la política económica fue a beneficio del sistema financiero. Si se fija este año, las casas de bolsa y la bolsa de valores rompieron récord en operaciones. Gran parte del endeudamiento que hay fue a parar al sistema financiero, que utilizó esos fondos para adquirir activos líquidos. El dinero no fue al sector comercial ni a las pymes. Quienes accedieron a créditos lo hicieron a tasas prepandemia, en su mayoría. Los efectos inflacionarios de hoy vienen de esta política monetaria. El mismo Gobierno creó el problema y ellos lo van a solucionar. Lo harán con más restricciones, es decir, más deuda, más emisión de bonos, más tasas y, tal vez, más impuestos.
*Martín Ramírez Machuca
Doctor en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica.
Universidad de Kiel, Alemania.
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