Economía
¿Qué nos une?
Ilustración
En general si le preguntamos a cualquier persona que es lo que desea conseguir en la vida, las respuestas van relacionadas a salud, tranquilidad y armonía familiar, seguridad para trabajar dignamente, alegrías, prosperidad, bienestar, hijos que nos sobrevivan y nos superen en logros, y no mucho más. Podría decirse que en general, queremos vivir tranquilos y sentir que progresamos en base a nuestros esfuerzos.
Estos genéricos puntos de unión, sin embargo, se distorsionan incluso con violencia, cuando ingresa el fanatismo en los debates, ya sea de fútbol, religión o política, surgen ofensas o burlas que hieren susceptibilidades e irrumpen la paz en grupos de familia o amigos, ni que decir, cuando se trata de desconocidos. Los ánimos se caldean en batallas de sin razón a causa de los puntos de división donde se aleja la coherencia, el razonamiento y por sobre todo el respeto a los demás.
No hay lugar para fanatismos
El fanático no quiere cambiar de tema, pero tampoco tiene voluntad para cambiar de opinión. Entonces cuando se encuentran dos o más fanáticos, contrarios en sus posturas, ideales o creencias, no precisan de muchos motivos para que surjan chispas, que desde luego pueden ser avivadas por “pirómanos manipuladores” con intereses superiores o distintos al logro de un ideal o al descubrimiento de la verdad, los cuales están usualmente relacionados con el dinero y con el poder.
Así surgen las radicalizaciones, donde grupos de personas que están convencidas de que tienen el derecho justo de reclamar incluso por la vía de la violencia, ejercen una fuerza coercitiva ante una sociedad o un gobierno, enfrentando ciudadanos enceguecidos ante la seguridad de que su lucha es genuina por el bien común, sintiéndose poderosos por la adrenalina que produce crear un efecto de presión imponiéndose ante las autoridades, muchas veces sin percatarse de que resquebrajar la institucionalidad de la república representa un mal mayor que el bien que protegen o pretenden instalar.
Nuestro país tiene muchas ventajas para instalar una gobernabilidad estable y madura, con procesos respetuosos para el sector social, empresarial y político:
- No sufrimos fenómenos naturales, huracanes, tornados, maremotos u otros, ni siquiera tenemos nieve, nuestros peores males son sequía e inundación. Esto facilita y abarata la ejecución de obras civiles (como industrias, edificios, instalaciones en general) y obras viales (carreteras, puentes, viaductos, etc), también ayuda a que una vivienda digna sea simple de construir y mantener;
- Somos un poco más de 7 millones de habitantes (un barrio en una ciudad populosa del Brasil) y el 50% es menor a 20 años, por lo tanto tenemos una población con alta capacidad de aprendizaje (instrucción técnica o capacitación profesional);
- Suelo fértil y abundante agua dulce;
- Rios transitables la mayor parte del año; posibilidad de operar el aeropuerto prácticamente los 365 días lo que representa una ventaja enorme en la región ante los otros centros aeroportuarios;
- No tenemos divisiones por raza, etnia o religión, en general, somos una población muy homogénea.
Estoy segura de que esta lista queda corta para todas las demás condiciones ventajosas que podríamos encontrar. Estos factores usados inteligentemente por empresarios del sector privado están logrando grandes progresos, sin embargo pueden resultar insuficientes para la sustentabilidad del desarrollo socio económico, si el Gobierno no asume sus roles eficientemente.
Somos conscientes, por lo tanto, de que las empresas y personas debemos aportar en forma de impuestos al Estado, para que éste cumpla sus roles indelegables al sector privado. El empresario debe ser responsable y ético, cumpliendo adecuadamente sus obligaciones sociales, pagando en tiempo y forma sus impuestos, apoyando a sus colaboradores para capacitarse, invirtiendo parte de sus utilidades para fortalecer a la empresa. Los ciudadanos debemos cuidar de los espacios públicos, estar atentos a las necesidades en cada momento, por ejemplo, ahora debemos ayudar a combatir el dengue, cumplir los protocolos de cuidado ante el Covid 19, evitar accidentes de tránsito respetando las leyes, etc.
El Estado en la forma de sus tres poderes, debe Legislar leyes justas y equitativas, debe Ejecutar correctamente sus tareas y debe Juzgar con justicia para todos asegurando que se elimine la impunidad. Pero, además del entorno primordial de seguridad jurídica, hay un factor clave en la competitividad país que le afecta gravemente al sector privado y podemos llamarle eficiencia del Estado.
A pesar del Gobierno
El Estado, las empresas y la sociedad civil conformamos Paraguay, la gobernabilidad solo es posible cuando aprendemos a progresar en forma conjunta, cuando logramos visualizar factores comunes y nos trazamos metas donde a través de la gestión público – privada se consiguen los estándares de calidad y mejora de vida adecuadas para una comunidad que avanza.
No todo lo que se hace desde el Estado está mal hecho, así como no todo lo que hace el sector privado está bien hecho. Todos somos ciudadanos y desde ese concepto de unidad debemos lograr progresar con equidad, respeto y dignidad.
Necesitamos como país sentar bases sólidas para darle dinamismo al crecimiento y desarrollo económico y social. Solo como ejemplo práctico, podemos tomar al sector de la construcción, su cadena de desarrollo es altísima en cuanto a generación de empleo directo e indirecto. Cuando una casa o edificio se construye, involucra a ingenieros, arquitectos, albañiles, plomeros, carpinteros, pintores, electricistas, jardineros, vidrieros, etc, todos ellos requieren de materiales de construcción que nuevamente movilizan a un sinnúmero de oferentes. Una vez terminada la construcción requerirá de muebles, espejos, electrodomésticos, y todo lo necesario para equipar y mantener la vivienda u oficina, que nuevamente generará fuentes de empleo e ingresos.
La distribución de la riqueza se produce mediante la generación de empleo, así cuando la economía crece, es cuando las personas deciden invertir y esa inversión implica creación de oportunidades para más personas.
La ineficiencia de algunos sectores del Estado, al no acompañar el crecimiento económico generado por el sector privado, perjudica enormemente a todo el Paraguay. No podemos plantear realistamente un país digno y productivo sin contar con el apoyo del Estado, que debe brindar electricidad, agua corriente, seguridad, educación, salud y otros servicios.
Las municipalidades deben expedir las autorizaciones en forma ágil y eficiente, así como las patentes comerciales para que rápidamente se puedan generar empleos, que significan nuevos ingresos y con ello capacidad de consumir, ahorrar e invertir.
Sin embargo, todas estas necesidades tan básicas, parecerían teorías sin posibilidades reales cuando no contamos con electricidad ni agua de manera regular, o solo logramos la instalación o asistencia de los servicios básicos “moviendo un contacto” o “pagando una comisión” para conseguir una licencia, patente o una cama en un hospital.
El Estado somos nosotros, los paraguayos somos la materia prima que construye o destruye las oportunidades que se nos presentan. Cada uno de los paraguayos que forma parte del Gobierno, la Sociedad Civil o las Empresas conformamos el Estado Paraguayo y tenemos un rol que cumplir.
Seamos héroes sin ser mártires, no busquemos puntos de discusión, creemos puntos de unión y de construcción ciudadana, evitemos la confrontación y desarrollemos nuestros espacios desde el patriotismo y sentido de pertenencia.
Esto no es romanticismo, es realidad y se traduce en dinero, en salud y en bienestar para la comunidad. El Paraguay necesita y se merece contar contigo en tu mejor faceta, dejemos de lado nuestros intereses mezquinos y asumamos con coraje y decencia nuestra porción de responsabilidad. Sigamos Hablando de Dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.
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