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Jardín Botánico, bajo permanente amenaza

Laguna del Jardín Botánico. Foto: Pinterest

Laguna del Jardín Botánico. Foto: Pinterest

La noticia del ataque a la joven runner la semana pasada volvió a poner al Jardín Botánico en la consideración pública. Esta emblemática área verde urbana de Asunción estuvo prácticamente olvidada durante toda la pandemia de Covid-19, debido a las restricciones sobre el uso de los espacios públicos en la emergencia sanitaria.

La inseguridad es uno de sus males menores, coinciden varios biólogos y ambientalistas. El Jardín Botánico y Zoológico de Asunción ni siquiera tienen actualmente licencia ambiental y tampoco un plan de manejo que apunte a la conservación y revalorización de sus recursos naturales y su patrimonio histórico. Es un territorio librado a su suerte.

El Botánico es como un cordón de hábitat para aves y murciélagos que cumplen un papel importante en el funcionamiento del ecosistema ribereño.

Todas las opiniones consultadas por El Nacional coincidieron en la necesidad de una intervención planificada que le devuelva su función como reserva de biodiversidad y pulmón de una ciudad que exhibe, a la vez, altos niveles de contaminación y polución de sus recursos hídricos.

La presión urbana

“En toda su extensión representa y representó un territorio de importancia biológica para anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Y hoy el crecimiento urbano lo muestra vulnerable y amenazado; si no se protege podría desaparecer”, señaló el ingeniero ambiental Ivo Brun, asesor de Gestión Ambiental y exdirector de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Asunción.

“Es un ecosistema urbano con especies nativas propias del territorio, entre bosques, el cerrado, tipos de suelo, ribereño en la proximidad al río Paraguay en Zeballos Cue; zonas de pastizales, bosques del Bajo Chaco; especies nativas de fauna conviviendo dentro del bosque urbano, bastante adaptadas a la actividad humana; monos capuchinos, tucanes, loros, aguara’y, distintos tipos de reptiles, lagartos, tejúes y, sobre todo, serpientes nativas”, describió.

Entre las especies forestales que habitan el Jardín Botánico, Brun enumeró los “lapachos, muy antiguos, añosos; curupay, frondosos; timbó, añejos también, de gran porte; palmares nativos de dos familias de palmeras”.

Hace unos años no se pensaba en  grandes obras de infraestructura, pero hoy las condiciones lo exigen y todo eso ejerce presión sobre el área.

“El territorio urbano ejerce presión. Hace unos años no se pensaba en viaductos y autopistas, en grandes obras de infraestructura; hoy las condiciones exigen mayor infraestructura, y todo eso ejerce presión sobre el área”, explicó. “Si (el Botánico) no se protege ahora, a la larga puede terminar convertido en una plaza”, ironizó.

Brun cuestionó el hecho de que el Jardín Botánico haya sido separado de la órbita de la Dirección de Gestión Ambiental, de la que dependía hasta hace pocos años, y convertido en una especie de “ente autárquico” que solo responde a reglas propias y no admite fiscalización alguna por las instancias ambientales locales y nacionales, como el Ministerio del Ambiente (MADES).

Dijo Brun que desde su oficina están gestionando la vuelta del parque a Gestión Ambiental. “Estamos en proceso de volver a retomar el área porque somos la máxima autoridad ambiental de la ciudad y es lógico que el Botánico esté bajo dominio nuestro”, argumentó.

Si no se lo protege ahora puede terminar convertido en una plaza.

Por su parte, la bióloga Mamila Defox, directora del Museo Nacional de Historia Natural, del MADES, ubicó al Jardín Botánico como parte del “corredor de biodiversidad”, junto a otros ecosistemas urbanos, el Parque Guasú,  Ñu Guasú, el Banco San Miguel y otras áreas de ribera del río Paraguay, que con sus bancos de arena y humedales son hábitat de varias especies migratorias de aves.

“El Botánico viene a ser como un cordón, para las aves y murciélagos, que cumplen un papel muy importante en el funcionamiento del ecosistema ribereño”, explicó. Dijo que en nuestro país habitan varias especies de murciélagos, entre los insectívoros, frugívoros, los polinizadores, los que comen peces, y también los hematófagos, que se alimentan de sangre, y son los que a través del tiempo han retroalimentado mitos y temores.

Lea mañana: Jardín Botánico, el plan de manejo que falta

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