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Biólogo sobre Marina Cue: “La gestión de las áreas silvestres protegidas tiene mucha desidia”

La Reserva Científica Yberá creada en 2016 sufrió todos estos años la deforestación de su masa boscosa. Foto: IP

La Reserva Científica Yberá creada en 2016 sufrió todos estos años la deforestación de su masa boscosa. Foto: IP

La desafectación de las 1.478 hectáreas de la Reserva Yberá, un área silvestre protegida a cargo del Ministerio del Ambiente (MADES) ubicada en la zona conocida como Marina Cue, para destinarlas a las 120 familias campesinas que ocupan el área, sigue provocando una avalancha de cuestionamientos desde las organizaciones ambientalistas e incluso los gremios de la producción.

Según el biólogo José Luis Cartes, de Guyra Paraguay, la ley que tuvo un maratónico tratamiento de menos de 48 horas en el Parlamento, “sienta otro nefasto precedente que señala que la formalización de un área protegida, aún por ley, no sirve para nada”. “Hay mucho desorden jurídico, decretazos y leyes que se contraponen”, afirmó.

El biólogo sostuvo que la nueva ley, que el presidente Mario Abdo Benítez adelantó su promulgación al día siguiente de su sanción en el Senado, el 18 de diciembre en Salto del Guairá, Canindeyú, tropieza por lo menos con la Ley N° 352/94, que crea el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas (SINASIP), que deja fuera de la Reforma Agraria a las reservas naturales.

La Reserva que el presidente Abdo Benítez se apresta a hacer desaparecer es un territorio rico en flora, vida silvestre y agua. Foto: Archivo

Cartes señaló que “lastimosamente” no es la primera vez que un gobierno de turno toma una decisión similar. “Claro que hay antecedentes de áreas protegidas desafectadas porque fueron invadidas por movimientos sin tierra, como el caso del Parque Nacional Bella Vista, y también las 7.000 hectáreas de ampliación del Parque Nacional Cerro Cora; aunque vale la pena mencionar que en esos casos, las áreas estaban en proceso de creación o de ampliación vía decreto, no por ley como ahora”, señaló.

Además de la Ley N° 352/94, el caso de la Reserva Científica Yberá que el Presidente se dispone a promulgar, viola también la recientemente promulgada Ley N° 6256, de deforestación cero, vigente por los próximos 10 años, y la 5.530, de 2016, que transfiere a la entonces Secretaría del Ambiente (SEAM, hoy MADES) las tierras de la empresa Campos Morombí SACA, donde se produjeron los trágicos episodios de Curuguaty, el 15 de junio de 2012, en que fallecieron 11 campesinos y 6 policías, y que derivaron en la destitución del presidente Fernando Lugo una semana después, al cabo de un juicio político, que fue muy cuestionado en muchos países y le valió a Paraguay su suspensión del Mercosur.

Santuario ecológico

Organizaciones como WWF describen a la Reserva Yberá como un “santuario ecológico”, rico en flora y fauna nativa, que a la vez se constituye en un corredor biológico entre las Reservas Mbaracayu y Morombi. Las familias campesinas sostienen, por su parte, que en la zona ya no existe la idea del bosque atlántico frugal y generoso del que hablan los ambientalistas, que la realidad es otra.

Según el biólogo de Guyra Paraguay, la degradación ambiental que pudo haber experimentado el área de reserva, tal como señalan los campesinos, “puede recuperarse perfectamente”. “Hay imágenes en las redes, específicamente de WWF, que muestra el antes y el después de la invasión campesina”, agregó.

“Cabe recordar que eso ocurrió también durante la vigencia de la Ley 2524/05 de deforestación cero y que ellos alegan que eso no afecta a las propiedades menores de 20 hectáreas, que serían las fincas de cada familia. Sin embargo, una colonia se debe tomar por entero y no finca por finca, pues necesitan habilitar tierras para producir, y en ese sentido no se puede permitir la reforma agraria sobre áreas boscosas”, indicó Cartes.

Sostuvo que “la ubicación es estratégica, pues la Reserva Yberá (vamos a llamarle por su nombre) se encuentra a mitad de camino entre la Reserva Natural del Bosque Mbaracayu y la Reserva Morombi, y además es un área de numerosas nacientes de agua, por ello el nombre de “Yberá”. “La reserva puede restaurarse y volver a contener bosques y convertirse en corredor biológico entre esas áreas; en Marina Cue existen registros de presencia de jaguaretés incluso hasta poco antes de la invasión campesina”, afirmó Cartes.

Junto con Morombí, Mbaracaju y la Reserva de San Rafael, Yberá forma además el conjunto del Complejo Ecoregional “Bosque Atlántico”, que WWF situó entre los 200 lugares biológicamente más importantes del planeta, en una suerte de atlas ambiental titulado “Global 200”. El bosque atlántico paraguayo involucra a los departamentos de Amambay, Canindeyú, Itapúa, Alto Paraná, Caaguazú, Paraguarí, San Pedro, Guairá, Caazapá y Concepción.

Entrevero legal

El biólogo de Guyra Paraguay, definió a la legislación ambiental paraguaya como “conflictiva, entreverada, generadora de un montón de problemas, indefiniciones y contradicciones”. Dijo que “es cierto que existen muchas regulaciones (leyes, decretos y resoluciones), pero es una maraña de cosas que es, primero que todo muy difícil conocer a cabalidad, y segundo existen contradicciones fuertes”.

Cartes afirmó que el país “necesita un ordenamiento jurídico urgente” en la materia, que debía darse con el Código Ambiental, presentado por el MADES al Poder Ejecutivo a mediados de noviembre, pero cuya propuesta “lamentablemente es muy deficiente y no resuelve los problemas mencionados”.

“La situación ambiental en el país es grave, principalmente en los aspectos relacionados a deforestación del bosque atlántico, que ya llegó a niveles críticos permisibles; la contaminación ambiental, disposición de residuos; la cacería furtiva y el comercio de carne silvestre, que actualmente es una barbaridad, entre otros aspectos”, afirmó.

Cartes agregó que “la deforestación del bosque atlántico podemos asociar a múltiples causas”, y no solamente al avance de la agricultura mecanizada, aunque reconoció que la expansión de la frontera agrícola “fue uno de los motores principales de la apertura de tierras del bosque atlántico, principalmente en los años ´80 y ´90”.

La reserva de Mbaracaju, parte del corredor biológico con Yberá. Foto: SENATUR

Explicó que este paradigma experimentó también cambios en el modo de uso de la tierra por parte de los grandes productores agrícolas, por la dependencia que éstos también tienen de los recursos naturales y por las exigencias conservacionistas de los mercados en los últimos años. “Por eso la mayoría de los productores se vieron obligados a desarrollar prácticas más ecológicas, en especial la protección del suelo y de la biodiversidad”.

Dijo que “la situación cambió mucho en 2005, con la entrada en vigencia de la primera ley de deforestación cero, que pesar de las críticas detuvo el ritmo de la deforestación en un 85% y por eso aún hoy día tenemos bosques en la Región Oriental; pero tuvo altibajos, en especial con el Decreto N° 7702/17, que permitió una nueva oleada de apertura de tierras principalmente a la agricultura mecanizada”. “A la par, en estos últimos cinco años, también existió un avance de los cultivos ilegales dentro de las áreas de reserva y áreas silvestres protegidas, como Mbaracayú, Morombi y San Rafael; y hoy día también se estima que 1.000.000 de hectáreas están en manos de colonias campesinas ya sin bosques”, afirmó. “Todos tenemos alguna responsabilidad en este tema”, agregó.

El tema es particularmente sensible a partir de las mismas estadísticas oficiales que registran un ritmo de deforestación de 336.000 hectáreas anuales hasta la entrada en vigor de la ley, y por la aparente permeabilidad en el otorgamiento de licencias ambientales en el MADES, según denunció hace poco un documental inglés que recogió el testimonio de la bióloga Karen Colmán, exfuncionaria de la vieja Secretaría del Ambiente (SEAM).

Según el mismo Instituto Forestal Nacional (INFONA), Paraguay conserva menos de la mitad de la superficie boscosa que tenía en tiempos de la colonización. De 27 millones, hoy dispone de 12,9 millones de hectáreas de bosques. De 9 millones de hectáreas de bosques en la Región Oriental, actualmente quedan 1.900.000 hectáreas. En el Chaco, las estadísticas dicen que en los últimos 10 años la región ha perdido cerca de un millón de hectáreas.

“La situación del bosque atlántico en Paraguay es crítica y requiere que cualquier oportunidad para conservar los bosques sea aprovechada e impulsada por todos, pues eso nos conviene a todos como sociedad que desea vivir en un país limpio y sostenible”, señaló el biólogo Cartes.

Desmanejos

En ocasión de los últimos incendios que afectaron reservas naturales, como Ybyturuzú, San Rafael e Ybycui, a fines de noviembre, volvió a ponerse sobre la mesa lo relacionado al manejo de éstas áreas protegidas por parte del Estado.

Según señaló en la oportunidad a El Nacional el director de Áreas Silvestres Protegidas del MADES, licenciado Rafael Sosa, la vasta superficie, el poco presupuesto del sector, y los sucesivos cambios de categoría de muchas de estas reservas, que pasaron de parque, a reserva y finalmente a áreas de recursos manejados, terminó por definir un tipo de uso que “alteró por completo el espíritu de conservación”.

En octubre pasado salió a la luz el Informe de Auditoría Interna Nº 11/2019, del MADES, que ubicaba al senador de Patria Querida, el ganadero Fidel Zavala, como uno de los 18 ocupantes de tierras pertenecientes a la reserva natural del Parque Nacional Ybycui.

La polémica por Zavala, trajo otra vez el tema del manejo y la situación real en que se encuentras estos supuestos reservorios de biodiversidad. “En Paraguay tenemos 2.840.000 hectáreas de áreas silvestres protegidas, y sólo 57 guardaparques cuando deberíamos tener 5.000, y un presupuesto de U$S 7 millones, el 0,06% del PIB; eso lo que el estado paraguayo invierte en el medio ambiente, menos de un dólar por habitante”, había señalado entonces el director de Areas Silvestres Protegidas del MADES.

Según el biólogo de Guyra Paraguay, muchas, la mayoría, de estas reservas naturales “necesitan concluir su mensura judicial para evitar que se continúen loteando estas tierras, hay que establecer bien los límites de nuestras áreas silvestres protegidas”. Agregó que “la gestión de las áreas silvestres protegidas en el país, desde el Ejecutivo y Legislativo es patético; hay muchas responsabilidades y mucha desidia”.

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