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A tres meses del secuestro, nada se sabe de Oscar Denis
Óscar Denis, ex vicepresidente de la República. Foto: Archivo
Hoy se cumplen tres meses del secuestro del exvicepresidente Oscar Denis Sánchez, sin que hasta el momento pueda saberse sobre su paradero y si aún continúa con vida.
El gobierno de Mario Abdo Benítez no ha vuelto a manifestarse sobre el tema desde la última incursión contra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), hace dos semanas, en la zona de Cerro Guasú, muy cerca de donde secuestraron a Denis y al trabajador de su estancia, que fue liberado pocos días después, el joven pa´i tavytera Adelio Mendoza, cuya comunidad, Ita Guasu, tiene al cerro como lugar ancestral.
En la ocasión, el presidente y su ministro del Interior Euclides Acevedo volaron hacia la base del Comando de Defensa Interna (CODI), en Arroyito, pero tampoco hubo información sobre el paradero del exvicepresidente, sólo vagas referencias y ninguna precisión.
La noticia del enfrentamiento, en la noche del viernes 20 de noviembre, generó cierta expectativa por la suerte del septuagenario político concepcionero. Tan solo unos días antes, los medios recogían las palabras del ministro Acevedo hablando de un “rescate inminente” de Denis, con referencias incluso a la resolución de casos que se presume perdidos, como el del policía Edelio Morínigo, secuestrado en 2014, y el ganadero Félix Urbieta, desaparecido desde 2016. “Se presume que el señor Denis esté con vida, inclusive el señor Urbieta, y hay gente que presume de Edelio”, señaló el ministro. “Con cierto grado de verosimilitud, en breve podríamos tener una información esperada por la ciudadanía”, afirmó.
Sus declaraciones se dieron en momentos en que las hijas del político y ganadero secuestrado anunciaron que recurrirían a instancias internacionales ante la falta de resultados del gobierno en la búsqueda y rescate de su padre.
De la bautizada “operación tormenta”, no se informó hasta ahora si los elementos incautados de los guerrilleros abatidos, y las mochilas que abandonaron los otros miembros del grupo que alcanzaron a evadir el cerco, sirvieron para el levantamiento de pruebas que ayuden a establecer el paradero o la suerte de Oscar Denis.
Es lógico suponer que información de inteligencia tan sensible no es para conocimiento público, pero llama la atención que el gobierno acepte tan silenciosamente la falta de resultados en un crimen, que no solamente se anota entre otra docena de casos, dos no resueltos desde hace años, sino que describe la incapacidad oficial para controlar a las organizaciones armadas que operan en el norte del país, y devolver la paz a la región.
Consultado por El Nacional, el ministro del Interior se excusó señalando que “la FTC maneja informaciones clasificadas”. Tampoco quiso contestar a las afirmaciones de las hijas de Oscar Denis, de que el crimen organizado le hace “dos mil a cero” al gobierno, que es lo que por otra parte parecen demostrar los hechos, más allá de los operativos presentados al público como “formidables golpes” al EPP, cuando en realidad se trata de escaramuzas en una zona de operaciones donde la masiva presencia militar debería hacerle “dos mil cero” a los grupos armados.
Vivos o muertos
Por otra parte, todo parece indicar que la FTC no apunta a capturar con vida a los guerrilleros del EPP, sino que tira a matar; y así, mató a las niñas argentinas de la familia Villalba, el 2 de septiembre en un supuesto enfrentamiento en Yby Yaú, Concepción, exponiendo al país a un conflicto internacional; y a los tres miembros del grupo en la incursión nocturna, en Cerro Guasú, muy cerca de donde ocurrió el combate aquel, y de la estancia “Tranquerita”, donde fue secuestrado Oscar Denis.
La conexión entre todos estos hechos no parece ser sólo geográfica, sino una sucesión de episodios donde los actores siempre terminan muertos. Según la FTC, los guerrilleros abatidos en la “operación tormenta”, Lucio Silva, Esteban Marín y Luciano Arguello, formaban parte del grupo que alcanzó a escapar en el supuesto enfrentamiento del 2 de septiembre en Yby Yaú, y hasta probablemente tenían información sobre Denis, habida cuenta que el secuestro se produjo una semana exacta después. Dos de ellos fueron muertos por efectivos del CODI en el terreno, y el tercero fue abatido por un francotirador que le disparó desde 400 metros.
Entonces, los interrogantes forzados por los hechos se orientan a establecer las razones de por qué en los últimos años no se ha conseguido atrapar a nadie del EPP con vida, para que pudiera ser juzgado, de modo a legitimar los mecanismos institucionales de la democracia en el combate a la violencia, y también interrogado, de manera a obtener información sobre el grupo, su funcionamiento, su logística, su alcance; datos que por otra parte el gobierno no parece manejar en absoluto.
La semana pasada, la organización estadounidense Human Rights Watch, hacía público un informe sobre el supuesto enfrentamiento donde murieron las niñas Villalba, en que señalaba, con toda lógica, que “pese a la gravedad de los delitos que se le imputan al grupo autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), la acción del Estado también debe ajustarse a los límites de la ley”, lo que equivale a decir que a la violencia ilegal el Estado debe responder con institucionalidad.
El caso
Oscar Denis Sánchez fue secuestrado en su estancia “Tranquerita”, junto a su peón el joven indígena Adelio Mendoza, que fue liberado cinco días después, en un caso que desde un primer momento el gobierno interpretó como una respuesta del grupo armado por el ataque a su campamento, el 2 de septiembre en Yby Yaú.
A los pocos días de ocurrido el suceso, el gobierno de Abdo Benítez ordenó un despliegue de tropas y equipos de combate inédito desde la caída de la dictadura, en 1989. La FTC dispone de unos 1.000 hombres, blindados y transporte, además de contar con el asesoramiento de expertos colombianos en contrainsurgencia, con tecnología de rastreo de última generación. Se trata de un esfuerzo que sin embargo no ha rendido los resultados esperados hasta el momento.
En un principio, la liberación de Mendoza, concretada tras un primer y único contacto de los captores de Denis con la familia, donde pasaron una lista de exigencias por su liberación y adelantaron que dejarían en libertad al joven trabajador, aumentó las expectativas por el pronto regreso del exvicepresidente, pero pronto también esas esperanzas se desvanecieron con el correr de los días y la falta de noticias.
La familia Denis cumplió con la parte que le tocaba de las exigencias del grupo armado, que volvió a requerir al Estado la liberación de sus líderes presos Carmen Villalba y Alcides Oviedo Brítez, una demanda imposible de cumplir.
Beatriz y sus hermanas distribuyeron miles de kits de alimentos y herramientas exigidas por el EPP por la liberación de su padre, entre comunidades campesinas e indígenas de Concepción, Amambay, San Pedro y Canindeyú. Fue una verdadera carrera contra el tiempo concretar la tarea en el plazo exigido de 8 días. Después, comenzó la vana espera por el regreso de su padre, que continúa hasta hoy.
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