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Enrique Vargas Peña: “Hay muchos cadáveres que están flotando”

El periodista Enrique Vargas Peña en la charla con El Nacional. Foto: Laura Mandelik

El periodista Enrique Vargas Peña en la charla con El Nacional. Foto: Laura Mandelik

Más que una entrevista, fue una charla; una sucesión de preguntas y respuestas en las pausas del programa que conduce de lunes a viernes a las 16:00, en la FM de ABC Cardinal: “No me crean a mí”, que también resultó una frase que el periodista Enrique Vargas Peña repitió varias veces a lo largo de una conversación, que fue desde la pandemia hasta la exsenadora María Eugenia Bajac y el viaje que le costó la banca, pasando por Horacio Cartes, su hermana Sara, los cigarrillos, Marito, Miami, la operación cicatriz, la izquierda, los haraganes, Fidel Zavala, Donald Trump, Joe Biden, Republicanos versus Demócratas, el bueno de JKF, Vietnam, sus célebres puteadas, y la Iglesia Católica.

-¿Cómo te trata la pandemia?

“Me dio Covid”, dice Enrique Vargas Peña. Se ríe, claro, como el que vivió para contarla. “Me cuidé como un tarado, venía acá de guantes, tapabocas; me iba al supermercado disfrazado, con sombrero y anteojos; todo al pedo, a fines de septiembre, con mis guantes y mi disfraz, me contagié; en octubre me dieron el positivo y la verdad que no me dio nada; me dio fiebre un día y dolor muscular y más nada; el médico no me recetó ni remedios”, relata.

Estamos en el estudio de la FM, una pecera de vidrio en el segundo piso del edificio del diario ABC, sobre Yegros; es como una burbuja en el multimedios; enfrente está el canal, en una pecera más grande, y más allá la redacción del diario; por todos lados hay pantallas reproduciendo la señal en vivo del grupo. Ahí, Vargas Peña nada como un pez en su agua. Sobre la mesa del estudio no hay ningún papel, todo es electrónico; da la sensación de estar en el futuro, o en la famosa película de Robert Zemeckys.

-¿Cómo ves el periodismo paraguayo, hoy con las nuevas tecnologías y la concentración de medios?

“Yo creo que el marco institucional del periodismo paraguayo es muy bueno, creo que es uno de los mejores de América. Nosotros tenemos acá problemas de formación, y creo que hay también mucha corrupción en el periodismo; hay muchos periodistas corruptos. En el tema de acaparamiento de medios, de concentración de medios que estamos viendo ahora, si fuera explícito sería, a mi modo de ver, sin objeciones; pero no es explícito, tiene una fase que es subterránea, con prestanombres y también corruptos. Vos decís: “pero no, si éste está en tal diario”, pero sin embargo está trabajando para la misma central, y ahí radica la amenaza”.

-¿Hace falta una ley antimonopolio?

“Yo creo que lo que en realidad hace falta es una ley de transparencia, porque el problema de la consolidación es un problema de competitividad. Vamos a ser prácticos: (Antonio J.) Vierci no puede sostener un diario que le pierde cuánto, 10, 15 millones de dólares por año; entonces, la consolidación de medios va a ayudar a mantener eso. Ahora, lo que no puede pasar es que eso tenga un prestanombre”.

Cadáveres que flotan

Vargas Peña señala que la concentración de los medios en pocas manos no le preocupa, porque “los paradigmas de la comunicación no son los que eran antes”; porque hoy están las redes, y hay verdaderamente una revolución. “Te voy a decir en idioma inglés: “hay muchos cadáveres que están flotando”, dice Enrique.

“Las empresas cerveceras, gaseosas, eventos, mudaron sus pautas publicitarias, y salvo para casos muy institucionales se mantienen las pautas en los medios. Se fueron todos a las redes; ¿por qué voy a pagarte a vos 10 millones por una publicación que van a ver, no sé, 10 mil personas, si puedo poner 1 millón por una publicación indefinida? Yo creo que va a mantenerse la radio, la tele, la FM por supuesto, y la gestión de información; el núcleo que administra la información se va a mantener, pero eso implica que dos tercios de la gente tienen que irse. El que no se adapta, se tiene que ir”, describe Vargas Peña un escenario que los medios ya están viviendo.

“Es darwinista, y sí; y te puede gustar o no; y de hecho hay gente que rechaza que la cosa dejó de ser como era, eso es negacionismo, infantil si querés; pero tiene una consecuencia: no te pago más”, opina Enrique.

Fakenews

“Tengo que leer las noticias”, avisa EVP. El operador le hace una seña, y dispara una rápida ráfaga de títulos, que él mismo sabe perdidos en un tráfico cada vez más infernal, donde abunda, advierte, la verdadera amenaza: las llamadas fakenews, que hoy inundan las redes y hasta sitios de noticias.

“Esa es una amenaza que viene de afuera, porque se está instalando en el mundo la censura”, afirma Vargas Peña. Dice que “el tema de las fake news va a golpear acá; todavía no llegó, pero están preparando todo para que llegue”. “Te pongo como anécdota nomás el programa de hoy, estudiantes de tres universidades paraguayas que tienen asistencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el PNUD y Compañía, que hicieron el hashtag chake fakenews; eso hay que frenar antes que empiece”, comenta.

-¿Tenés identificados los actores?

“Creo que hay una matriz mundial, y esa matriz está trabajando para instalar primero el caramelo; no vayas a hacer discurso de odio; pero, ¿qué es discurso de odio?, y ahora ya empezaron con “cuidado no vayas a cuestionar el cambio climático”; y entonces van achicando el campo para opinar libremente, y se va abriendo el campo donde ellos van a tener el control. La matriz que yo veo que está trayendo esto acá es el PNUD, el BID y también los representantes de Facebook; eso me preocupa más que la concentración de la prensa”.

-¿Hay mucha censura en Facebook?

“Hay muchísima censura. Uno puede estar o no de acuerdo con lo que se está censurando; ahora se está censurando básicamente el discurso de la derecha; uno puede estar en contra de la derecha, pero no creo que sea correcto poner la censura por una cuestión oportunista; creo que están censurando el discurso de la derecha, porque en este momento en Estados Unidos la gente que está rompiendo el sistema actualmente está en la derecha, y no en la izquierda; la izquierda es la gente del sistema; creo que por ahí viene la amenaza que nos va a llegar”.

Trump, el “antisistema”

“Sí, yo no quiero que nadie me crea a mí”, dice Enrique, repitiendo por primera vez en la charla la frase que da nombre al programa en que estamos. “Es solo cuestión de chequear”, agrega, y tira sus datos: “Trump sacó a Estados Unidos de las cuatro guerras en que estaba; y Biden ya anunció que va a entrar de vuelta en las cuatro guerras, pero le agrega una, y dice: “esto de la amazonia a mí no me gusta cómo hacen los brasileros”; por eso Bolsonaro le contestó: “¿en serio que no te gusta? Bueno, ahora te voy a mandar la lista de quienes compran la madera. Yo creo que la gente tiene una percepción medio -con todo respeto quiero decir esto, porque yo trato de no menospreciar la capacidad de la gente-; pero creo que la gente tiene una distorsión de qué papel juegan cada uno de estos actores en el debate ideológico”.

“Sí, yo creo que Trump es antisistema, y te voy a decir algo que no te va a gustar, como Margaret Thatcher es antisistema”, afirma, trayendo a colación una vieja discusión con el que suscribe, de fines de los 90s, sobre las políticas de la Dama de Hierro.

-¿Los Republicanos son los buenos y los Demócratas los malos?

“Lincoln era republicano y bueno, como Trump que es republicano y bueno. Podés decir que es un argel, que es un tipo que no tiene filtros, ni modales, pero está del lado bueno de la película”.

-¿Qué podemos esperar en Latinoamérica con Biden?

“La prioridad de Biden no es Latinoamérica, pero ni ahí; la prioridad de Biden es poner de vuelta en funcionamiento el complejo militar industrial; acá vamos a tener de vuelta guerra en Siria, guerra en Irak, en Afganistán; vamos a tener líos con Brasil; yo no sé qué ilusión se está haciendo la gente con el amigo Biden”.

-¿Vos crees como dice Trump que hubo fraude?

“Sí, cien por ciento; pero yo no quiero que me crean a mí, acá hay datos. Te voy dar tres elementos, aplicando el Código Electoral paraguayo: no te dejan entrar veedores tuyos al conteo de votos, eso en Paraguay te anulan la mesa; bueno, en Estados Unidos los Demócratas están pidiendo que no se anulen las mesas donde no permitieron el ingreso de veedores; metieron votos después de hora, la Ley dice 3 de noviembre 20:00 último voto; metieron el 4, el 5, el 6, el 7 y 8; los Demócratas están pidiendo que no se anule eso, acá en Paraguay te vas preso si proponés algo así; hicieron votos calesita, pero mal, con el famoso voto en ausencia; votaron 4, 5, 6 veces, y ahora los Demócratas están pidiendo que no se permita el chequeo de las firmas; ahí tenés tres elementos”.

Y para cerrar la idea, Vargas Peña echa mano de una anécdota: “Acá tenemos un mito sobre (J.F.) Kennedy: ¡Ayyy, Kennedy, qué bueno, qué católico!”, dice, y enseguida agrega su inapelable veredicto: “Una basura era Kennedy; Kennedy ganó con fraude; Richard Gale le hizo el fraude en el Estado de Illinois, le entregó la elección; a los tres meses Kennedy entró en Vietnam; fraude para ir a la guerra, igualito, calcado”.

Periodista explosivo

Habíamos hablado, no sé, la mitad del tiempo, y todavía no terminaba de asomarse por completo el Enrique Vargas Peña que todos conocen; el de las célebres puteadas que incluso tienen un perfil en Twitter. No apareció, apenas el Vargas Peña sarcástico de siempre, con su humor negro y espeso. Y esta es la parte más cruda, en la que habla de lo que detona sus explosiones, la mayoría de ellas en sus vivos de Facebook, todos los días antes de salir para el programa en que estamos, a la siesta.

-Vos pareces un hombre muy fácilmente irritable. ¿Sos así o es tu personaje?

“Yo tengo detonantes, pero siempre fui así; para mí el detonante es cuando me toman de pelotudo; y primero lo confirmas: ¿me estás tomando de pelotudo? Y cuando confirmo que me toman de pelotudo, sí, me voy, porque no da gusto. O sea, yo puedo discutir; de hecho, esta mañana tuvimos una conversación con (el senador liberal) Víctor Ríos, intensa, buena, porque él no me toma de pelotudo, ni yo tampoco; estamos cien por ciento en desacuerdo, y tenemos una charla respetuosa, pero porque no te toman por imbécil. A mí lo que enferma es eso, por ejemplo aquella vez de Artemio Barrios, la famosa puteada, la que me lanzó al estrellato vamos a decir (carcajadas); me tomó de pelotudo, ¿me entendés?; “no, estoy acá, estoy recogiendo…”, ¡ándate a la puta boludo!”

-Ese Vargas Peña es el verdadero entonces.

“Sí (jaja), así yo soy en todos lados. Tengo mis detonantes, pero en casa ya no tanto (se ríe)”.

-La gente se engancha porque le gustaría estar en tu lugar, ¿crees?

“Sí, creo que sí; creo que hay mucho de…, no sé cómo se llama eso en psicología; hay mucho traslado, de decir: “la puta, cómo quiero poder decir lo que está diciendo éste tipo”; te digo porque la gente me lo dice. Hoy, que no pude hacer mi trasmisión porque se cortó la luz, avisé, porque siempre aviso, y puse algo así como que “no digo todo lo que pienso, porque voy a decir muchas groserías”, y entonces la gente me escribe y me dice: “¡decí, boludo!”. (Se ríe carcajadas).

Haraganes

Uno de los últimos discursos del presidente Mario Abdo Benítez, sirvió para explorar una relación que siempre asomó conflictiva en el discurso periodístico que muchas veces se le escuchó a Vargas Peña: la izquierda, o mejor dicho, el progresismo.

-Siempre fuiste muy crítico con la izquierda, apoyaste la elección de Lugo (y también su destitución).

“Apoyé la elección de Lugo, y te diría que hoy, yo tengo dos compromisos con la izquierda, sin firmar ningún papel: uno, que creo que nunca más tiene que volver al discurso que está tratando de instalar (Horacio) Cartes: el zurdaje. Creo que es un discurso totalitario, y nosotros tenemos que superar eso. Hoy, estábamos hablando con Juan Ernesto Villamayor sobre el discurso de Marito, de “haraganes”; entonces yo le digo: “Juan Ernesto, quién le escribe los discursos al Presidente, porque me está jodiendo a mí. Y me pregunta Villamayor: ¿Por qué te jode a vos? Y yo estoy de acuerdo que no haya impuestos, pero yo no puedo entender cómo un tipo le puede decir a Jorge Querey o a Dionisio Borda que son haraganes; eso me saca legitimidad a lo que yo digo, y entonces, ¡el Presidente me está jodiendo a mí! Yo creo que podemos discrepar y discrepamos; tengo una muy buena relación con Jorge Querey, muy buena. Creo que tenemos una buena cantidad de cosas para construir en común, y tenemos también ideas diferentes, el tema impositivo diferente, el tema de las cuestiones sociales. Hay cosas que tenemos en común, que yo no tengo nada que discutir con ellos sobre eso; al contrario, son mis aliados. El discurso de ayer de Marito fue patético; es el discurso del Grupo Cartes: “el zurdaje y nosotros”; y está mal eso”.

-La palabra “haraganes” es un insulto muy común.

“Y está mal. ¿Quién te dijo a vos que un trabajo de escritorio es haraganería? ¿Quién le dijo a Fidel Zavala que yo tengo que ir a ordeñar una vaca para que él no me diga haragán? ¡Estamos todos empedo, yo laburo acá diez horas por día!”. “Así estoy, verdad”, agrega Vargas Peña, incorporándose en la silla ergodinámica del estudio, de saco y corbata, un aire acondicionado que era una delicia, y rodeado de tecnología.

“De momento, estamos juntos (con la izquierda)”, agrega Enrique. “Para mí es simple –completa-: yo soy como Churchill: “si estás en contra de Hitler, papá, sos mi amigo”.

Obsesión

Y el “Hitler” del que habla Enrique, es el expresidente Horacio Cartes, que muchos ven como su mayor obsesión, como si estuviera todo el tiempo actuando por despecho, y nada de lo que dijera se correspondiera con algo de la realidad. Vargas Peña dice que no, que ha investigado y hoy está en condiciones de dar cátedra sobre los negocios ilícitos del expresidente.

-Vos con Cartes también tuviste también una relación así, de “amor-odio”.

Enrique cuenta que luego de la venta del Grupo Nación al Grupo Cartes, tuvo una entrevista con la hermana del exmandatario Sara Cartes, que “me dijo: “¡hola!”, y me regaló dos cajas de habanos, ¡de Fidel! ¡Con su firma!”, se ríe Vargas Peña. “Yo le dije: “quiero saber si esto va a ser negocio o va a ser propaganda; si va a ser propaganda me voy; y me dijo que era un negocio, y entonces me quedé”, comenta.

Cuenta que un año y medio después, “la cosa empezó a descomponerse, empezaron a pedirme que despida de la radio a la gente crítica”, y terminó yéndose, con el portazo que todo el mundo conoce, y el relato confundido hoy con obsesión.

“Yo creo que la decisión de sacarme a mi venía de antes, y esto lo pensé después”, asegura, recordando “una vez que tuvimos un almuerzo en Mburuvicha Roga, con Horacio y López Moreira, y no sé por qué salió el tema de la reelección y yo le dije a Horacio: “yo no voy a apoyar nunca la reelección”; y él fue muy amable, puso cara de orto, pero no me dijo nada; yo creo que ahí fue la ruptura”.

“Yo en general aprendí, después, que el gobierno de Cartes se planificó para hacer negocios; ese es un hándicap que yo tengo, todo el tema del billetaje electrónico, los puentes, y por supuesto que me puse a investigar el tema del cigarrillo, y ahora puedo dar clases”, afirma, y estalla en carcajadas.

-¿Qué te dice la operación cicatriz?

“Marito tiene el propósito de terminar, apoderándose de la mayor cantidad de plata para su retiro; y Cartes tiene la necesidad de mantener el control del gobierno porque su negocio depende del contrabando; entonces tienen un acuerdo mutuamente conveniente para ellos, pero destructivo para la república; y es: “yo te voy a dar la garantía, vos terminás tu período, pero en este periodo no me jodés ningún cigarrillo”. ¿Y cuándo se llegó a ese acuerdo?, en febrero del año pasado, que fue la vez que le agarraron (a Cartes) un enorme cargamento; ese día, Marito le agarró de los huevos. Después (el acuerdo) se perfeccionó con lo de Itaipú y todo eso. Marito se va a ir a vivir a Estados Unidos, como el idiota ese del presidente boliviano Sánchez de Losada, que ni hablaba castellano, ¿te acordás? Se va a ir a vivir en Estados Unidos, quien sabe qué se compró ya en Miami. Por eso dice: no me quiero yo pelear con nadie, y claro, ¡si está llevando la guita en carretilla!”.

Suiza

Todos nos imaginamos alguna vez el país ideal. Desde la burbuja de cristal en que estamos, la idea suena fácil.

-¿Cómo es el Paraguay en que te gustaría vivir?

Un país sólidamente democrático y con una sólida economía de mercado. Creo que nosotros los paraguayos podemos replicar muchísimo de Suiza, y no lo digo por accidente: un país mediterráneo, que no se mete en líos con nadie, pero que gana plata con todos, y que tiene instituciones muy sólidas; y esas instituciones sólidas le permiten decirle a los judíos y a los yanquis: “tu ley de lavado de dinero te la metés en el culo, porque acá ganamos guita con eso”. Yo creo que Uruguay está muy cerca de eso”.

-¿Qué lugar ocupan en ese país el agronegocio, la industria, o sectores que siempre te han provocado críticas, como los campesinos?

“A mí los campesinos no me provocan críticas, a mí me provocan críticas los que instrumentan el tema; por ejemplo, Jorge Galeano, que dicen que es de la Multisectorial, pero en realidad es operador del Partido Colorado; y dónde vive este campesino, en Itauguá, y cómo vive; y andá a ver su casa; ¿y cómo viene a la manifestación?; ¡en una tremenda camioneta, oluo! Yo no digo que no sea legítimo hacer ese trabajo; pero reconocé que sos operador político, no campesino. Yo puteo contra eso, y contra un grupo de gente que capta la migración que existe para meterse en el padrón; y te hace vivir en forma precaria, en terrenos ocupados porque de esa precariedad depende la lealtad; te dicen: “acá podes vivir, te voy a dar la luz, el agua, todo clandestino; mientras estés conmigo nadie te va a joder, ahora si salís te reviento”; por eso Hugo Ramírez, que es horrible, tiene gente; es el tipo más votado del Partido Colorado, ¿podés creer? Vos le mirás y decis: “¿pero, cómo, si no sabe ni hablar?”; y Augusto Wagner, el Hugo Ramírez de los liberales, la misma cosa”.

-¿Crees que los sojeros tienen que tributar más?

“No, pero no porque yo crea en la soja, sino porque creo que todos los impuestos tienen que ser bajos para todos; y lo que tenemos que hacer acá es que el 48% que no tributan ni un carajo -porque yo sí pago el IRP y me tiene rotos los huevos-, que paguen; hay un 48% de la economía paraguaya que no paga impuestos; los sojeros pagan poquísimo pero pagan; pero hay operaciones que no pagan, el contrabando de cigarrillos para no r más lejos; los sojeros pagan impuestos sobre las ventas; no te pagan impuestos a la exportación, pero pagan sobre las rentas de sus ventas”.

La Iglesia

En marzo de este año, al comienzo de la pandemia de coronavirus, y cuando el presidente Mario Abdo Benítez encomendaba el país al dios cristiano, Vargas Peña posteaba en su muro de Facebook: “A ver señores creyentes: Simple ko es, el Dios de ustedes es o no es omnipotente? Es o no es misericordioso? Y si es omnipotente y misericordioso cómo es que no se mete contra el Covid-19? Simple es: No es misericordioso ni es omnipresente, o sea, no existe”. Le sobrevino una tormenta de críticas, algunas de sus mismos seguidores y seguidoras.

“¿Quién le dijo a Fidel Zavala que yo tengo que ir a ordeñar una vaca para que él no me diga haragán?”, dijo Vargas Peña a El Nacional. Foto: Laura Mandelik

Yo soy historiador aficionado, me gusta mucho; yo siempre cuento; ahora, cuando llego a mi casa me voy a poner a leer el libro que estoy leyendo: Decadencia y caída del imperio romano, de (Edward) Gibbon; y cuando vos lees eso no podés no detestarle al cristianismo, por todo lo que hicieron, por todo lo que destruyeron, por cómo lo hicieron, por cómo montaron una sociedad totalitaria”, explica Vargas Peña. “Además, yo soy, digamos ideológicamente, un libertario radical auténtico, entonces digo: esperá un momento, Edicto de Tesalónica, Año 380; vos no podés más decir que la Cruz es bola, porque es un delito y te mato; entonces todos nos convertimos en creyentes porque nos iban a matar”, añade, argumentando que “hoy, frente a los fundamentalismos pentecostales, la Iglesia Católica es un mar de liberalismo”.

-Las iglesias pentecostales y su influencia en la política latinoamericana tampoco es un fenómeno nuevo…

“No, para nada. Fíjate en Guatemala, el dictador este que murió hace poco, Efraín Ríos Montt, y que es el papá de todos estos lavadores de dinero que vinieron a hacer el Paseo Jardín y Galería, y eso acá; era un fundamentalista cristiano que le entregó el poder de Guatemala a ellos. Acá tienen una sociedad con Horacio (Cartes) a muerte, lo cual quedó como evidencia maravillosa con el affaire de la senadora María Eugenia Bajac, ¿Adónde se fue María Eugenia? A un congreso de éstos, de cristianos lavadores de dinero (se mata de risa)”.

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