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Mazzoleni: “Jamás pensé en renunciar”
El ministro de Salud Pública Julio Mazzoleni tiene confianza en controlar la pandemia. Foto: IP
Dice que cuando asumió en Salud Pública sabía que estaba metiéndose en la boca del monstruo, que fue una decisión difícil, consensuada en familia por lo que representaba en términos de renunciamiento, de exposición, no sólo en el ámbito personal sino del grupo familiar.
“Es un Ministerio que si bien ha hecho esfuerzos muy valorables en las últimas décadas, tiene déficit importantes y necesidades inmensas, y tampoco es impermeable a la corrupción”, señaló a El Nacional el ministro de Salud Pública, Julio Mazzoleni, en una charla en modo Covid, telefónica, donde habló de los desafíos del cargo, la pandemia y el aprendizaje que trajo consigo; se definió como un hombre de “perfil bajo”, “sobrio”, lejos de aquel “héroe sin capa” como lo pintaban las redes en los inicios de la cuarentena, que incluso mereció un tatuaje; y se mostró abierto a las críticas y dispuesto a pedir disculpas; de hecho, en esta nota se disculpa con los pacientes oncológicos, acaso el área de mayor déficit de la salud pública paraguaya.
La gestión
“Definitivamente, sabía que asumía una cartera muy sensible, con muchas deudas históricas, con dificultades presupuestarias, con corrupción”, afirmó el ministro Mazzoleni. Lo que no imaginó –dijo- es que iba a enfrentarse además a dos epidemias que tienen en jaque todo el sistema sanitario nacional: el dengue y el coronavirus. “Eso jamás imagine, dos epidemias, una seguida de la otra; el dengue es conocido, es la epidemia más conocida de las últimas dos décadas, y después una epidemia global, con todo lo que significa”, afirmó.
Mazzoleni hizo un diagnóstico de su cartera, de cómo la encontró al asumir en 2018. “Salud pública ha hecho esfuerzos muy valorables en las últimas décadas, pero arrastra enormes déficits en varias áreas; tiene recursos muy limitados y necesidades inmensas; necesitamos mejorar la zonificación, los tratamientos; necesitamos incorporar equipos, tecnología”, indicó.
Sostuvo que el suyo es un Ministerio históricamente desfinanciado, con un presupuesto por debajo del 3% del Producto Interno Bruto (PIB), cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el 6%.
“Hay también mucha ineficiencia, duplicación innecesaria de esfuerzos, recursos mal distribuidos, segmentación del sistema; tenemos IPS, hospital de las Fuerzas Armadas, hospital universitario, y no hay integración, lo que torna ineficiente al sistema sanitario”, señaló Mazzoleni.
Dijo que asumió con la determinación de impulsar reformas. “Establecer un nuevo paradigma”, definió. Mazzoleni sabe que de aquí al final de su gestión quizás ni se acerque a la idea que tenía cuando comenzó, pero se propuso mejorar la Salud Pública, “dejarla lo más cerca posible de estándares aceptables”.
El ministro explicó que lo que pretende es orientar definitivamente al sistema sanitario en lo que se conoce como medicina preventiva, en los términos ya recomendados por la OMS, referentes a la atención primaria de la salud.
Dijo que su gestión pretende completar un modelo de atención que empezó a desarrollarse con el gobierno de Nicanor Duarte Frutos, que abrió las primeras Unidades de Salud Familiar (USF), y que alcanzó su punto más alto cuando Esperanza Martínez ocupaba la cartera sanitaria, durante la presidencia de Fernando Lugo. “Con ese desafío es que empezamos, con la firme convicción de mejorar”, señaló el secretario de Estado.
El año pasado, justamente, la OMS celebraba los 40 años de aplicación de su modelo de atención primaria de la salud, cuyos logros, según la organización internacional, se observan en sus resultados en cuanto a mejores servicios, mayor equidad, mejores procesos administrativos y de rendición de cuentas, y empoderamiento de personas y comunidades, entre otros.
Mazzoleni está convencido que este es el camino que nuestro país tiene que seguir en materia de salud pública, por la experiencia positiva que recogen los países donde el modelo se ha replicado. Y sin temor a que puedan tacharlo con algún “ismo”, Mazzoleni consideró que el modelo cubano es la mejor interpretación que conoce. “La OMS plantea garantizar el acceso universal a la salud, y ciertamente Cuba lo ha interpretado”, indicó.
Modo seguro
El secretario de Estado, señaló que Salud Pública venía siguiendo la evolución de los acontecimientos en la provincia china de Wuhan, desde antes que el nuevo y más mortal de los coronavirus hiciera eclosión y se propagara a escala global.
“Cuando nosotros veíamos la situación que se daba en China albergábamos la esperanza de que pudiera contenerse, y cuando se estaba expandiendo, albergábamos la esperanza que no tuviera la dispersión que tuvo”, relató.
Reconoció que una vez que el Covid-19 llegó a nuestra “isla rodeada de tierra”, como llamaba el escritor Augusto Roa Bastos al Paraguay, puertas adentro del gobierno y su cartera vivieron horas de mucha incertidumbre, pero resolvieron adelantarse a la situación. Mazzoleni cree que acertaron.
“Tuvimos que tomar decisiones osadas, tal como requerían esas horas de angustia de estar enfrentando a un virus desconocido”, señaló. Contó que “partiendo de la base de una evaluación muy honesta de la situación, con apenas dos casos, decidimos clausurar toda actividad que signifique mucha interacción social; cerramos los eventos, aeropuertos, toda la conectividad, porque veníamos de un desgaste enorme del dengue, no podíamos descartar la circulación comunitaria”. Así empezó la Fase 0 de una cuarentena que al cabo de siete meses devino en nuevos hábitos y precauciones, y encuentra a nuestro país con indicadores comparativamente mejores que varios de nuestros vecinos.
El ministro reconoció que el manejo de la situación sanitaria generada por la pandemia tuvo sus altibajos, incluso con los episodios de corrupción conocidos, como el sonado caso de los insumos chinos, que puso al descubierto un aceitado esquema para hacerse con las jugosas licitaciones de Salud Pública. Mazzoleni le adjudicó a su gestión haber abortado a tiempo la operación, que ahora es objeto de una investigación judicial.
Frente a la segunda ola del virus, que en este momento tiene a toda Europa bajo nuevas medidas de confinamiento, incluso con toques de queda nocturnos en Italia, Bélgica, Eslovenia y Francia, Mazzoleni se mostró “preocupado”, pero hizo un llamado a la prudencia, a “no dejarse llevar por el temor”. “A esta altura, el temor tiene que ser reemplazado, gradual, sostenidamente, por prudencia y respeto; no hay en el horizonte nada ciento por ciento efectivo, y el tema de las vacunas todavía tiene interrogantes; tenemos que aprender a vivir de manera segura y con mucha consideración hacia el otro”, indicó.
“Cada vez que nos ponemos la mascarilla, tomamos distancia, nos lavamos la mano, estamos haciéndolo no sólo por nosotros, sino también por los otros, es una consideración de cuidar al otro; por eso es que hablamos de cuidamos entre todos”, explicó.
Dice que no se cansa de repetir este libreto, y que quizás hasta lo repita en sueños. “Hay una decisión racional al respecto; yo he aprendido que la reiteración es absolutamente fundamental, porque cada vez que uno se expresa llega a un sector tal, un nicho, en un horario establecido; hay muchas variables que pueden hacer que el mensaje no llegue de manera sostenida con el primer intento”, señaló.
Las críticas
Este es otro capítulo que el ministro Mazzoleni dijo no haber dimensionado en sus alcances. “Yo acepté el cargo por la oportunidad de poder servir a mi país desde un lugar privilegiado, pero también tomar este tipo de decisiones lo hacen sentir vulnerable a uno, lo sacan de su zona de confort”, argumentó.
Este es su primer cargo público de magnitud. Su estancia más cercana en el sistema de salud pública es la jefatura del servicio de Traumatología del Instituto de Previsión Social (IPS). Mazzoleni señaló que entre las críticas que ha recibido, está precisamente aquella que plantea que su escasa trayectoria en el sector público es su mayor debilidad. “Yo vengo del sector privado, el sector académico, incluso del sector de la industria, y del IPS; todo ese bagaje me ha permitido darle una tónica distinta a nuestra administración, y trazarnos objetivos ambiciosos”, afirmó.
El ministro reconoció que “hay muchas cosas que cambiar, malas prácticas que corregir, corrupción”, pero argumentó que “también hay muchos intereses políticos, empresariales, comerciales, mediáticos; esos intereses no se compadecen muchas veces con el rigor de normativas, de políticas, y se juzga en función de esos intereses, o por formadores de opinión con análisis perezosos, que instalan pensamientos difíciles de abordar”. “Son gajes del oficio, lo he sufrido, pero son las reglas de juego”, añadió.
Dijo que la pandemia desnudó la fragilidad de todo el sistema, y que las quejas y reclamos en ese sentido son razonables. Reconoció que la falta de unidades de Terapia Intensiva es un problema real, pero señaló que tampoco es un problema de ahora, sino un déficit que viene de arrastre. “Hoy se puso más evidente la falta de terapia intensiva, y aquí tenemos una saturación permanente, casi todo el año, en invierno y verano, por el dengue y las enfermedades respiratorias”, explicó.
En cuanto a oncología, un área muy descuidada de la salud pública en el país, Mazzoleni admitió que ahí la deuda es sideral, ya que se trata de una patología cuyos medicamentos y tratamientos son costosos. “La cuestión presupuestaria nos complica enormemente, hemos avanzado en términos de la ley nueva, en buscar caminos de financiamiento; hemos inaugurado el segundo acelerador lineal, vamos a incorporar nuevos tomógrafos; pero aquí falta muchísimo”, afirmó.
Sobre los reclamos de los pacientes oncológicos que se hicieron sentir en los últimos días, el titular de la cartera sanitaria pidió “disculpas porque a pesar de todo, no estamos a la altura de lo que se requiere”.
Mazzoleni señaló que muy por el contrario de aquellas versiones que hablaban de su inminente renuncia, en los picos de mayor angustia por la pandemia, jamás se le pasó por la cabeza irse. “Nunca me lo he planteado, me sentía con la conciencia tranquila, y además hubiera sido un acto de enorme cobardía dejar el Ministerio en esa situación, en medio de una emergencia global; me sentía y me siento responsable de un ejército de 45 mil personas”, señaló.
Héroe y villano
El ministro de Salud se definió como un hombre de “perfil más bien bajo”, que se propuso llevar adelante su gestión “con humildad, con pasos prudentes, modestos”, pero que de repente se encontró en medio de una gran exposición pública que significó un desafío aparte.
“Si revisas todas mis declaraciones, apariciones, vas a ver que siempre he tratado de ser una persona sobria, sin aire triunfalista; no sólo por una decisión propia, sino por la convicción verdadera de que uno hace lo mejor que puede y que naturalmente los méritos son compartidos con un gran equipo, incluso con todo el gobierno, y la acción del pueblo paraguayo”.
Sobre el mote de “héroe sin capa”, como lo presentaban las redes en los primeros tiempos de la pandemia, y que incluso se convirtió en tema de tatuaje, Mazzoleni indicó que tomó todas esas manifestaciones como muestra de afecto, producto de la empatía ciudadana en un momento difícil, pero que de ninguna manera se sintió elevado a tal categoría. Bromeó, argumentando que la experiencia como padre le ha enseñado la facilidad con que “uno puede pasar de héroe a villano”.
“Lo tome como una muestra de cariño, que aún hoy siento; yo soy de recorrer el país, estuve ya en todos los departamentos, sólo o acompañando al presidente, y se siente el calor de la gente, aún en los momentos más difíciles”, señaló.
Mazzoleni afirmó que desde un comienzo buscó tener contacto personal con la gente, y más con la gente afectada directamente por la pandemia. “He hablado con pacientes de casos de Covid que se recuperaron –dijo-; he visitado la casa de los primeros pacientes positivos, que fueron agredidos cuando la gente no comprendía nada de lo que estaba pasando”.
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