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“Vení a Cerro”: el pedido de los azulgranas para Gustavo Alfaro

Gustavo Alfaro llegó a Paraguay para apagar un incendio y terminó encendiendo un fervor que no conoce fronteras de clubes. El técnico argentino, ese hombre tranquilo que siempre parece estar más cerca de recitar un poema que de gritar un gol, no sólo está resucitando a la Albirroja en las Eliminatorias para el Mundial de Norteamérica 2026, sino que además está conquistando corazones por fuera del universo albirrojo.

La escena fue surrealista y cargada de esa magia cotidiana que tiene el fútbol en Sudamérica. En el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi, tras el histórico empate con Bolivia en los 4.150 metros de El Alto, un grupo de hinchas de Cerro Porteño rompió el protocolo: se coló entre los aplausos y exhibió un cartel lleno de ilusión. “Alfaro, vení a Cerro”, decía, mientras otros le extendían sus camisetas azulgranas para que el Lechuga las firmara, como si quisieran, desde ya, un pedazo de ese sueño.

Alfaro sonrió. Esas sonrisas de un hombre que entiende que el fútbol es más que táctica y estadísticas, que sabe que un cartelito de cartulina puede resumir toda la fe y la desesperación de una hinchada. No dijo nada, pero firmó todas esas camisetas.

En cuestión de meses, Alfaro pasó a convertirse en el hombre al que los paraguayos le están confiando el sueño de volver a un Mundial. La Albirroja, que comenzó tambaleando en las Eliminatorias, cierra el 2024 con el pecho inflado y en zona de clasificación directa. Y eso, para un país donde el fútbol es el idioma que todos entienden, hace que Alfaro sea hoy algo más que un DT: es un símbolo de esperanza.

Por ahora, el romance es con Paraguay, pero los hinchas de Cerro ya hicieron la primera llamada. Ante la situación actual del club, cualquier intento es válido.

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