Un muro con historia: Balbuena-Velázquez, la dupla que brilló ante Brasil

Cerro Porteño de Presidente Franco, año 2012. Dos jóvenes defienden con uñas y dientes los colores de un club que sueña con mantenerse en la Primera División del fútbol paraguayo. Esos chicos, con las esperanzas tan grandes como su inexperiencia, son Fabián Balbuena y Víctor Gustavo Velázquez. Ahí estaban, intentando mantener la categoría. Entonces no lo sabían, pero ese sería el inicio de un viaje increíble.

Balbuena, el “Comandante”, salió disparado de esa experiencia, con el empuje de quien sabe que su futuro está lejos de casa. Pasó por Rubio Ñu, creció en Nacional y Libertad, y luego se fue a Brasil para vestir la camiseta del Corinthians. De ahí, cruzó el océano hasta la Premier League, donde defiendió al West Ham como un verdadero guerrero. Hoy, el zaguero sigue su travesía en el Dynamo de Moscú, en Rusia, pero no olvida sus raíces: cuando ve una foto del pasado, responde con una sonrisa en las redes sociales, recordando esos primeros pasos junto a su amigo Velázquez.

Velázquez tuvo un recorrido diferente, sin los reflectores internacionales de Balbuena, pero igual de significativo. Siguió rondando en el fútbol paraguayo: de Luqueño a Nacional, pasando por Cerro Porteño y luego Sol de América. Después pegó el salto a México, primero con Lobos BUAP, más tarde con FC Juárez, y finalmente recaló en Rosario, en Newell’s Old Boys. Desde allí, su nombre ha comenzado a sonar con fuerza en el fútbol argentino. Se ganó ese respeto que sólo consiguen aquellos que dejan el alma en el campo. Los hinchas se lo hacen saber en cada partido.

Ahora se encuentran de nuevo. Pero no en la defensa de un equipo modesto del interior, sino con la camiseta de la Albirroja, la absoluta, la de todos. Ya no como promesas. Esta vez buscan un sueño que en estos momentos se siente posible.

El recuerdo que compartió Balbuena en sus redes sociales cobra un significado especial luego del partidazo del martes en la victoria por 1-0 de Paraguay sobre Brasil. Demostraron que el tiempo no ha pasado en vano. Se los vio sincronizados, como si aquellas tardes defendiendo al Ciclón del Este hubieran sido ayer.