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El sueño olímpico de Matheo Mateos: logros, aprendizajes y lo que viene

Foto: @sndpy.

Foto: @sndpy.

Hay que ser medio loco para elegir ser nadador en un país donde la natación es casi un acto de fe. En Paraguay, donde el fútbol se lleva todas las miradas y los titulares, Matheo Mateos decidió, desde chico, que su vida iba a transcurrir entre chapuzones y sueños olímpicos. Y lo logró. Llegó a París 2024, nadó en una piscina con miles de personas gritando, y volvió a casa con una sonrisa que mezcla orgullo y la típica nostalgia de alguien que creció soñando con algo que parecía imposible.

París no fue sólo un viaje deportivo. Fue una odisea de 4 años donde Matheo aprendió que el camino es tan importante como la meta. “Valoré cada día, cada entrenamiento, cada momento de estar lejos de casa”, dice. Porque, claro, la distancia se siente: no es fácil estar 4 o 5 años sin ver a la familia como uno quisiera, con el calorcito de mamá y los domingos en casa. Pero Matheo se las bancó. Y aunque el sacrificio duele, también enseña. A veces, para llegar a la gloria, primero hay que entrenar en soledad.

¿Y cómo se siente ser un referente de la natación paraguaya con sólo 23 años? “Es un privilegio y una responsabilidad”, dice él, con la calma de quien sabe que el agua, aunque fría, siempre es un hogar. Porque a Matheo no le pesa cargar con esa etiqueta. Al contrario, lo motiva. Y entre tantas competencias y banderas al hombro, tiene claro que lo suyo no es sólo nadar rápido, sino abrir puertas para los que vienen.

Pero volvamos a París, porque hay algo en sus ojos cuando recuerda ese momento exacto en que puso un pie en la piscina olímpica. “Es una sensación indescriptible. El estadio lleno, la gente gritando…”, cuenta, y es fácil imaginar la piel de gallina, el corazón latiendo a mil, y ese cosquilleo que mezcla nervios y felicidad pura. Porque sí, competir es duro, pero llegar a ese punto, donde todo el esfuerzo se convierte en realidad, es el premio más grande. “París 2024 fue un hito en mi vida”, asegura.

Y no se duerme en los laureles. Al contrario, ya está pensando en lo que viene: más mundiales, más desafíos, y, claro, una medalla en los Panamericanos. Porque si hay algo que queda claro es que este tipo no se conforma. Va por más. Siempre.

Matheo no piensa sólo en sus logros personales. Tiene una visión clara de lo que falta en Paraguay para que la natación crezca de verdad: más apoyo, más infraestructura, y que se deje de pensar que sólo en Asunción ocurre todo. ¿Piscinas en el Chaco? ¿En Concepción? Claro que sí. Y no es un sueño lejano; es una necesidad si queremos ver a más chicos y chicas siguiendo el camino que él ya empezó a abrir.

Ahí es donde entra El Nacional. Matheo entiende la importancia de los medios en un país donde, si no jugás al fútbol, parece que no existís. “Es clave que haya medios que se animen a contar nuestras historias, que hablen de deportes menos populares”, reflexiona, y uno lo escucha con una mezcla de admiración y empatía. Porque no se trata sólo de él, sino de una cultura deportiva que debe crecer, y mucho: “El Nacional y otros medios jóvenes e independientes juegan un papel crucial al visibilizar disciplinas como la natación, que no siempre reciben la atención que merecen. Nos dan una voz y permiten que nuestras historias lleguen a más personas”.

Aprovechó también la ocasión y dejó un mensaje para El Nacional, que este sábado celebra su cuarto aniversario: “Quiero felicitar a El Nacional por su compromiso con el periodismo independiente y dedicación para dar visibilidad a deportes y atletas. Su trabajo es clave para el crecimiento del deporte en Paraguay, inspirando a las nuevas generaciones a seguir sus sueños en las disciplinas menos conocidas. El Nacional se ha convertido en un faro de esperanza y equidad en el panorama deportivo”.

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