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España vence a Francia y conquista el oro en la final más épica

Foto: @juegosolimpicos.

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Qué se le va a hacer. El fútbol es así. Parece que lo ganás. Parece que lo perdés. Y nada menos que en el Parque de los Príncipes, Francia recibió otra trompada de esas que duelen por mucho tiempo. En la Copa del Mundo, lo empató agónicamente y lo perdió en la tanda de penales. En la Eurocopa, llevó a la Furia al alargue y lo perdió en el minuto 120. Y en estos Juegos Olímpicos en los que tuvo todo a favor para colgarse la medalla dorada, Les Bles volvieron a quedar en el segundo escalón. La España de Santi Denia supo dar espectáculo en París y, a pesar de que atravesó momentos de turbulencia, superó por 5-3 a Francia en una de las definiciones olímpicas más épicas de la historia.

Thierry Henry apostó a un 4-3-1-2, con las líneas bien juntas, un trinomio compacto en el mediocampo y Michel Olisé buscando su lugar a las espaldas de Alexander Lacazette y Jean-Philippe Mateta. Tan bien le fue a Francia a lo largo de los Juegos Olímpicos con sus formas, que no había ninguna necesidad de cambiar justo en el partido por el oro: no entretenerse mucho con la pelota, recuperar la posesión en la zona media y atacar los espacios en velocidad.

Del otro lado del campo, Santi Denia dispuso de un 4-2-3-1 en el que la premisa fue el buen trato de la pelota, la salida limpia desde su propio campo, los laterales desplegados en ataque, la búsqueda del tercer hombre para adelantar líneas y la llegada con paciencia al arco defendido por Guillaume Restes. A excepción de unos tramos de Les Bleus y otros de la Albiceleste, no hubo equipo que despliegue un juego tan vistoso como el de España.

¿Qué iba a prevalecer? ¿El juego vertical de Francia? ¿El movimiento de la pelota de España? Lo cierto es que el amanecer del partido favoreció notoriamente a las pretensiones de Les Bleus: como ante Nueva Zelanda (3-0) y Argentina (1-0), poner rápido el 1-0 le dio la posibilidad de replegarse, esperar y decantarse definitivamente a esperar la oportunidad de lastimar. El arquero español Arnau Tenas contribuyó notablemente, con un error de cálculo que permitió que el remate débil y centrado de Enzo Millot termine en gol. El Parque de los Príncipes comenzaba a colgarse la medalla de oro.

Pero la plata no era suficiente para una España que había dado claras muestras de merecer la dorada. Por más que enfrente haya estado Lacazette, Olise, Mateta, Henry, la Torre Eiffel y la Mona Lisa. Y en el momento más complicado de estos Juegos Olímpicos, la Furia no renunció a su idea, se afianzó a su fundamentalismo y dio un espectáculo. Tic, tac, tic, tac. Para allá. Para acá. Para atrás. Para adelante. Baena, Barrios, Fermín y Sergio Gómez se transformaron en Lennon, McCartney, Harrison y Ringo Starr y dieron un recital ante 45.000 franceses.

Para el 1-1, fue Fermín quien culminó una extraordinaria jugada colectiva de España, que movió la pelota de lado a lado, con paciencia, aguardando la chance de lastimar. Ante la desesperación, Francia se volcó decididamente a presionar la salida del rival y tratar de recuperar el control del partido. Pero le fue contraproducente: la Furia supo encontrar esos espacios intermedios para progresar en el campo, todo a uno a dos toques, y llegar con facilidad a la otra área. Nuevamente apareció Fermín ara el 2-1. Y un tiro libre magistral de Baena puso las acciones 3-1, a los 28’. Ahora, era España quien se empezaba a vestir de dorado.

La segunda mitad transitó sin pena ni gloria hasta los 78’. España había bajado mucho el nivel, cómodo con resultado, mientras que Francia no hallaba los caminos para llegar al empate. Pero un tiro libre sucio de Michel Olise, de lo mejor de Les Bleus en estos Juegos Olímpicos, acortó la distancia al 3-2. Desde ahí, Francia le tiró todo encima a España. Los tres Mundiales, la Premier League invicta de Henry con el Arsenal, el Arco del Triunfo, Juana de Arco y Napoleón Bonaparte. Y a puro empuje, con un penal más que polémico, firmó el 3-3.

El golpe anímico pudo haber sido durísimo para España, que tras una primera mitad fantástica volvía a pisar el segundo escalón del podio. Sin embargo, otra vez conservó la templanza y regresó a las bases. Si la fórmula del éxito había sido la construcción colectiva, ¿para qué pegar el volantazo? Así, Sergio Gómez aceleró, juntó a dos hombres y lo dejó mano a mano a Sergio Camello, quien definió con sutileza por sobre la humanidad de Restes. Y como si su aporte no hubiese sido suficiente, liquidó las acciones con un 5-3 de contragolpe y con asistencia ¡de su propio arquero, con la mano!

¿España y Francia fueron los dos mejores equipos? Claramente. Los de Henry contaron con el viento en popa para colgarse la dorada: el Parque de los Príncipes, el entrenador, sus figuras y un 1-0 tempranero que le sentó de maravilla. No obstante, quien tocó la música del fútbol fue España, a lo España, consagrándose en la final más épica de la historia de los Juegos Olímpicos. Por su enorme nivel en el partido decisivo, por Fermín López, por Pau Cubarsí, por Santi Denia y, sobre todo, por no renunciar a su idea, la Furia está en el escalón más alto de París.

Fuente: ole.com.ar.

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