ODD eterno

La leyenda partió a la eternidad. Esa que marcó un antes y después en la historia del deporte paraguayo. El dirigente más ganador. Quien puso al Olimpia en lo más alto del fútbol. Es que, bajo su presidencia, el Franjeado conquistó 7 de los 8 títulos que hoy lucen en sus vitrinas. Hizo grande a su querido club. Y también al Paraguay, pues, con la primera Copa Libertadores que ganó la O en 1979, se cortó la hegemonía de los uruguayos, argentinos y brasileños. Nuestro país aparecía en el mapa deportivo.

Su legado trasciende lo futbolístico. También dejó bienes patrimoniales para su amado Olimpia. Como la primera piscina olímpica del Paraguay, ubicada detrás de la Platea del Manuel Ferreira. “Había 7.000 metros cuadrados con un zanjón que llevaba al arroyo Rodó. Entubamos toda esa parte. Después compramos una parte del terreno aledaño”, había revelado en una entrevista con El Nacional. Allí, don Osvaldo vio un sueño. La construcción comenzó en 1987 y la inauguración tuvo lugar dos años después. Desde entonces, ese sitio se convirtió en la cuna de grandes nadadores.

“También hicimos la cancha de básquet, de hándbol, el quincho parrilla, una pista de baile y el salón blanco. Todo esto, con el deseo de que el Olimpia no sea sólo un club de fútbol”, contó ODD en dicha entrevista. La Villa Olimpia es otro resultado de la visión del Tigre. “Era un terreno abandonado. Un día fui a mirar y clavé la bandera olimpista allí”. Así era él. Soñador. Ambicioso. No se conformaba con poco.

Su sabiduría la trasladó a la Confederación Paraguaya de Básquet. Durante su presidencia comenzaron las gestiones para la recuperación de la parcela del Estadio Comuneros que se le había sustraído a la institución. Muchos años después, en el 2022, la Confederación obtuvo un terreno de 4 hectáreas en compensación.

La vida de ODD

Hijo de Julio Domínguez y Emilia Dibb. De su padre heredó la habilidad para el comercio; de su madre, el amor por Olimpia. Sus primeros pasos en la entidad franjeada los dio como aguatero del equipo de fútbol. Según cuenta en su autobiografía “Memorias de la Gloria”, su padre le daba dinero para los pasajes y la entrada a los partidos. Pero Osvaldo, “de puro pícaro”, se metía en la cancha como aguatero. Así ingresaba gratis al encuentro y se ahorraba el dinero para las naranjas.

Tuvo una corta carrera como futbolista. Probó en Sol de América y no le fue bien. Más tarde, se desempeñó como central en Mbiguá. Allí le vio un técnico de Cerro Porteño y recibió una invitación para jugar en el Ciclón. “Jugué medio tiempo en reemplazo de uno de los hermanos Monín, el que era central. Entonces escuché un comentario en el vestuario: ‘A este turco ra’y le vamos a dar con palo porque viene a sacarle el puchero a tu hermano’. Eso hizo que no me fuera más”, dice una de las páginas de su libro.

Fue ahí cuando decidió dedicarse al básquet. Su trayectoria comenzó en el Sport Unión, donde se formó desde los 13 hasta los 17 años –también jugó intercolegiales con Fulgencio Yegros–. Dos años después pasó al Olimpia, equipo que tenía grandes basquetbolistas entre sus filas. Pero ODD supo sobresalir a pura disciplina.

Precisamente, fue durante esa etapa que le bautizaron El Rata. “Me llevaron al combinado de Asunción, un plantel que se armó para un amistoso en Corrientes, Argentina. Fue para uno de los partidos preparatorios, en el Estadio Comuneros, cuando comencé a escuchar que los muchachos me gritaban: ‘¡Dale, Rata! ¡Dale, Rata!’. Lo volví a oír en otras canchas. Y quedó. El Rata Domínguez”.

Defendió los colores del Franjeado hasta los 29 años. Luego fue director técnico de sus compañeros, así como del equipo femenino. Pero fue cuatro años más tarde, a los 33, cuando todo cambió… Aquel joven aguatero se convertía en presidente. Colocó al Decano entre los más grandes del fútbol sudamericano. Durante sus 23 años –en distintos periodos– de presidencia, el Olimpia consiguió 14 títulos nacionales y 7 internacionales. Entre ellas, se destacan tres Libertadores y una Intercontinental.