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Un gran Andrey Rublev elimina a Rafael Nadal en cuartos de final

Foto: @atptour.

Foto: @atptour.

Pocas veces, muy pocas, se vio un partido tan nefasto de Rafa Nadal sobre tierra batida como el que ofreció este viernes en los cuartos de final de Montecarlo. El español chocó con un mal día suyo y con uno bueno de Andrey Rublev, que venía de darle una paliza a Roberto Bautista en octavos y estuvo magnífico para vencer también al número tres del mundo: 6-2, 4-6 y 6-2 en dos horas y 32 minutos. Nadal estuvo realmente horroroso hasta el 3-1 del segundo set y, cuando encontró algo de inspiración, el ruso le impidió culminar la remontada sin acusar en ningún momento un cansancio que hubiera sido lógico.

Rublev será quien se enfrente en semifinales al noruego Casper Ruud, que sorprendió al vigente campeón del torneo, el italiano Fabio Fognini (6-4 y 6-3). Rafa pierde la ocasión de igualar el récord de finales (52) y títulos (36) en Masters 1.000, que seguirá ostentando Novak Djokovic. Tampoco podrá recuperar en el Principado de Mónaco el dos del ranking, que mantendrá Daniil Medvedev. Nadal solo había perdido seis partidos en arcilla en los últimos cuatro años, desde 2017, para un total de 42 en su carrera. Ahora, 43.

En la primera manga y el principio de la segunda se vivieron los momentos más anómalos que se le recuerdan a Nadal, con cinco dobles faltas en cuatro turnos de servicio. Malas caras, quejas, gestos de desesperación y autocrítica pública. “¡Rafaaaaaa, Rafa! ¡Vamos!”. “¡Qué fallo, tío!”. “¡Es impresionante! ¡Qué haces!”, se decía el 11 veces campeón del torneo mientras desde su equipo le llegaban ánimos constantemente. Apenas le sirvió de revulsivo. Ante esto, Rublev apenas se inmutaba. Si perdió el segundo set fue porque enfrente tenía al dios de la tierra, capaz de hacer grandes cosas en su superficie favorita, incluso en las peores jornadas.

El tiempo y la inercia del encuentro parecían favorecer a Nadal. Hubiera ganado a casi cualquier otro. Sin embargo, Rublev, una máquina, fue capaz de aumentar su nivel y ganar puntos eternos ante el mejor especialista en intercambios largos, para así aniquilar a un rival que lo había dado todo para resistir en la segunda manga. Lo cierto es que a Nadal le faltan minutos en pista y el ritmo que no le habían dado en los anteriores partidos ni Delbonis ni Dimitrov. Al final, la facilidad con la que ganó a ambos se volvió en su contra y él sabía que podría ser así.

Gran jugador de tierra

No tuvo más remedio que entregarse ante el jugador en mejor forma del circuito, que arrastra una racha de 22-0 cuando gana el primer set y tiene un balance de 23-5 este curso. Le pega a la bola como si se tratara de una pista dura y su preparación desde hace unos años en Barcelona le ha convertido en un jugador magnífico en tierra. Este era el primer enfrentamiento entre él y Nadal en polvo de ladrillo. Se convirtió en un clásico instantáneo que promete. Pero para eso, Nadal tendrá que elevarse de nuevo.

Fuente: as.com.

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