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Cultura

Ordúval Zarratea: La ciudad como metáfora del imaginario

Muestra de Ordúval Zarratea en Galería Fábrica. Vista de sala. Cortesía

Muestra de Ordúval Zarratea en Galería Fábrica. Vista de sala. Cortesía

Pero la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas 
de una mano, escrito en los ángulos de las calles.
Ítalo Calvino, 1972.

Las recientes obras de Ordúval Zarratea, creadas mediante xilograbado, gofrado y linograbado, invitan a explorar el equilibrio entre lo tangible y lo simbólico. Detalles como los trazos y vacíos actúan como metáforas de una búsqueda interna, o como el artista lo llama, el “Circuito urbano”, que recorre desde laberintos personales e introspectivos.

Sus representaciones evocan tanto al minotauro borgiano como inscripciones de un “paraíso artificial” al estilo Baudelaire, donde la “sed de infinito” y la búsqueda por descifrar lo incompleto se entrelazan. Zarratea trabaja con la tensión entre la mano creadora y la resistencia del material, reflejando la lucha por reinterpretar el imaginario colectivo. En el gofrado, las impresiones sin tinta hablan del silencio cargado de significado, lo no dicho que permanece latente en el hábitat y en la consciencia. Cada vacío y trazo sugiere un detenimiento.

Ordúval Zarratea, grabado. Cortesía

Ordúval Zarratea, grabado. Cortesía

Su mirada inquisitiva se posa sobre elementos cotidianos —un tejado o una pila de ladrillos— que, lejos de ser insignificantes, se transforman en señales de la negociación constante entre progreso e identidad. Las figuras de próceres heroicos, como el Mariscal López, tratadas con una crítica implícita, invitan a renegociar íconos históricos y cuestionar su construcción, desmitificándolos.

El grabado, para Zarratea, no es solo un ejercicio de introspección, sino un medio para representar la complejidad de la mente y la ciudad como proyecciones interconectadas. Cada trazo y cada relieve reflejan tanto los conflictos internos como los externos, donde lo oculto y lo revelado dialogan en un laberinto de referencias. En este proceso, surge una búsqueda obsesiva por delimitar; cada línea trazada es tangible, innegociable y fuerte, convirtiendo el acto de grabar en una afirmación de lo que debe marcarse y quedar como una huella indeleble.

Muestra de Ordúval Zarratea en Galería Fábrica. Vista de sala. Cortesía

Muestra de Ordúval Zarratea en Galería Fábrica. Vista de sala. Cortesía

 

Nota de edición: El presente texto acompaña la obra del artista en la exposición titulada Ganadores del Premio Fábrica 2023, habilitada en Fábrica Galería de Arte (Sgto. Martínez 271) hasta el mes próximo. Se trata de una muestra conjunta que reúne trabajos de Ordúval Zarratea y Carlos Almeida.

 

* Fernando Colman (1990) trabaja en investigación en arte contemporáneo para Curatoría Forense Latinoamérica y en comunicación digital. Ha realizado diplomados en Antropología del Arte (LATIR, México), Arte aplicada a la Sociedad (Überbau_house, São Paulo). Colabora con Trabajadores de Arte Contemporáneo y Experimental Photo Festival (Barcelona).

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