Cultura
La polifonía del subconsciente. O de “El obsceno pájaro de la noche”, de José Donoso
EDICIÓN ESPECIAL 100 AÑOS DE JOSÉ DONOSO. “El obsceno pájaro de la noche”, aparecida en 1970 y considerada la obra cumbre del escritor chileno, no es un libro para un lector apurado y complaciente. No tiene el modo de superlectura veloz, es un enemigo de la coherencia patética a la que aspira la lógica del sentido común.
Dos ediciones de "El obsceno pájaro de la noche". Cortesía
Leer El obsceno pájaro de la noche es como estar bajo una tormenta, donde no solo escuchas el murmullo del agua cuando se destroza en el piso, sino también el alarido del suelo perdiendo la sequedad, junto con la agonía de los insectos invocando a una muerte que cabalga sobre el lomo incontenible del líquido asesino.
Todos hablan, el narrador, los personajes, el contexto, la palabra muda, el silencio, la frase castrada, el párrafo envejecido, pero lo más perturbador es que tú también hablas, tu subconsciente entra en la danza, ingresa al código. Ojo con eso, Donoso enfermó durante los años que escribió el libro, tú también puedes enfermar al leerlo. “Si el libro les trae muchas pesadillas y otras rarezas, no lo lean, intenten con otro libro”, les insistía a mis estudiantes, pues acostumbraba a dar este libro como lectura anual en Chile; con eso tenían más que suficiente, pero si los abrumaba, había que dejarlo, podía ser insano; tres o cuatro, o cinco, lo dejaron.
El libro es Chile, es Latinoamérica, es el país donde ocurren las cosas, donde construyen una caverna para abandonar a las sirvientas de toda la vida, a las que dejaron su vida para criar a los hijos de los patrones, es la deformación del cuerpo agobiado por la enfermedad que no mata, sino que denigra despacio e imperturbablemente. El obsceno, como le llamaban mis alumnos, es el escenario de las leyendas indígenas que como monstruos devoran la colonización europea cuando cae la noche y la luz huye a las tinieblas.
Ricos, pobres, abandonados, burgueses indecorosos, cuerpos taponeados por todos sus orificios, sin poder respirar nada más que su propia angustia, vejez de sonrisa desdentada, jugando a ser bebés sucios y egoístas. Todos desfilando sin certezas y conversando al unísono. El obsceno no es un libro para un lector apurado y complaciente, no tiene el modo de superlectura veloz, es un enemigo de la coherencia patética a la que aspira la lógica del sentido común. No te entregues a él si no vienes con un ejército de manos para tocar el barro penetrante del inconsciente. No lo leas, evítalo, solo los suicidas de lo claro y coherente pueden llegar a sentir el olor del obsceno.
Yo me demoré un año en leerlo, un año, qué es un año, para matar un imbunche [1], para desvestir al sol. Tres páginas pueden diluirse en semanas; cuidado, no se puede asignar minutos a lo que permanece inmóvil.
La cómoda vida entre Chile, Estados Unidos, España y Francia del distinguido profesor Donoso, que amablemente podía evitar la dictadura de Pinochet, quedó atrapada en el limbo de algo más horroroso que todos los milicos dueños de unos segundos en la historia, pues el horror del obsceno es la misteriosa distancia entre lo divino y lo hediondo que cada ser vivo carga en la tierra. No leas el obsceno, su autor se enfermó cuando lo creaba, a ti te puede pasar lo mismo.
Nota
[1] Del mapudungun ifünche: “persona deforme”. Ser de la mitología mapuche y de la mitología chilota. Esta criatura es un ser humano deforme que tiene su cabeza doblada hacia atrás y aplastada; tiene torcidos los brazos, dedos, nariz, boca y orejas y una lengua partida en dos. Anda en una sola pierna o en tres pies (una pierna y las manos), pues la otra pierna está pegada por detrás al cuello o a la nuca. No tiene la facultad de hablar, limitándose a emitir sonidos guturales, ásperos y desagradables (Wikipedia). José Donoso hace su propia interpretación del mito, señalando a este ser deforme como fruto de una creación humana.
* César Zapata Cerezo es profesor de Filosofía, magíster en la misma especialidad, escritor y conductor radial. De nacionalidad chilena, reside hace 12 años en Asunción.
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