Cultura
Las primeras fotografías de una guerra sudamericana (II)
La Guerra de la Triple Alianza no solo significó una cicatriz profunda en la historia sudamericana, sino que también marcó un hito en el registro fotográfico de conflictos bélicos en la región. Gracias a las innovaciones y tecnologías de la época, pioneros como George Thomas Bate y Javier López documentaron la crudeza de la guerra y retrataron a sus protagonistas. Parte final.
Montón de cadáveres paraguayos en Tuyutí, 1866. Fotógrafo: Javier López Bate & Cía. Biblioteca Nacional de Uruguay.
En mayo de 1866, aprovechando la concentración militar y avizorando la posibilidad de hacer un gran negocio con la venta de las copias fotográficas, George Thomas Bate hizo gestiones ante el gobierno uruguayo para obtener un salvoconducto que les permitiera a sus empleados llegar al frente de batalla. Entre junio y julio de 1866, un grupo de profesionales de la firma, encabezados por Javier López, llegó a Tuyutí y registró los escenarios de la guerra. Posteriormente, el 1.º de agosto del mismo año, salió a la venta la primera serie conformada por una decena de fotografías titulada “La Guerra contra el Paraguay”, que en algunos periódicos se anunciaba también como “La Guerra Ilustrada”.
Tras el interés que había generado la primera serie, Bate envió nuevamente a Javier López al teatro de operaciones entre los meses de septiembre y octubre de 1866. El 4 de noviembre de 1866, la firma comenzó a vender la segunda serie de fotos, cuya cantidad de imágenes se incrementó considerablemente. Al parecer, la segunda no obtuvo el mismo éxito comercial que la primera serie de fotos y para 1867, un ex socio de Bate y dueño de la firma, Juan Vander Weyde, remató los bienes del estudio, probablemente en quiebra.Hacia fines de 1866, los ánimos nacionalistas habían menguado en ambas orillas rioplatenses: la extensión de un conflicto que se suponía más breve, sumado al despilfarro de recursos y una elevada cantidad de muertes comenzaron a generar desgaste y cierto malestar entre la población. En septiembre de 1866, la batalla de Curupaytí acentuó aún más ese descontento.
Luego de la estrepitosa derrota, el emperador del Brasil, Don Pedro II, reemplazó a los altos mandos militares. Los generales Mitre y Flores se retiraron del conflicto, regresaron a sus respectivos países y el mando pasó a Luís Alves de Lima e Silva, quien ostentaría el rango nobiliario de “Marqués de Caxias” y, posteriormente, “Duque de Caxias”. Además, durante ese año, la prensa europea publicó el Tratado de la Triple Alianza, que tenía hasta entonces un carácter secreto. Su divulgación repercutió negativamente en varios países y en algunos sectores de la sociedad rioplatense. La impopularidad de la guerra, sumada a los tradicionales conflictos entre las provincias argentinas y Buenos Aires, provocó levantamientos en la región cuyana. En aquel momento, el caudillo catamarqueño, Felipe Varela, llamó a la rebelión y a no participar en una guerra fratricida contra Paraguay. A pesar de contar con un importante apoyo popular, Varela fue derrotado. Por si esto fuera poco, una epidemia del cólera, que se había diseminado entre las tropas del ejército argentino, se extendió a Buenos Aires y a las ciudades del litoral hacia 1867.
Luego de los sucesos de 1866, la guerra se paralizó durante un año. Aprovechando esta situación de relativa paz en el frente, varios fotógrafos llegaron a los campamentos para obtener ingresos con la venta de los retratos. Esta vez, la escenografía fue más austera: ya no había decorados o adornos dispuestos en el interior de los estudios, sino carpas, fogones, armas usadas y la camarería de quienes posaban juntos ante la lente de las cámaras.
Con el reinicio de las acciones beligerantes sobre la fortaleza de Humaitá en 1868, el gobierno brasileño convocó al fotógrafo Carlos César para documentar el avance aliado. Humaitá había sido un fortín inexpugnable y, muchas veces, se la comparó con el puerto ruso de Sebastopol, ubicado en el Mar Negro. Esta iniciativa de la Casa de los Braganza, sumado a la reproducción de los retratos del emperador Pedro II en la instancia inicial de la guerra, reflejó la importancia estratégica que tuvo la fotografía para la monarquía lusitana. Los colodiones, tomados por César, mostraron la caída de Humaitá, la bandera imperial en los territorios conquistados y los combatientes asentados en los campamentos de Ayuí y en Tuyú-Cué.
Tras la caída de Humaitá, Caxias prosiguió su marcha hacia Asunción con importantes victorias durante la Campaña de Pikysyry (1868–1869). El 5 de enero de 1869, Asunción fue invadida y saqueada. Desde aquel año, varios fotógrafos y firmas llegaron al territorio guaraní para registrar un Paraguay vencido, mostrando las señales de la caída del Mariscal Francisco Solano López. Manuel San Martín, Manuel Benítez, Nuno Perestrello da Cámara, John Fitzpatrick, Agostino Forni y la firma Erdmann & Cattermole son algunos de los operadores que documentaron la ocupación aliada y el Palacio de López bombardeado.
Luego de la toma de Asunción, el emperador Don Pedro II relevó a Caxias de la comandancia y nombró a su yerno, Luis Felipe María Fernando Gastón de Orleans, Conde D’Eu y Príncipe de Orleans, como líder de los ejércitos aliados. La Campaña de las Cordilleras (1869-1870) fue la última etapa de la guerra que se caracterizó por la eliminación de los últimos recursos del Paraguay, las matanzas más crueles sobre la población civil y la persecución al líder paraguayo hasta su muerte el 1.º de marzo de 1870.
Conservadas en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires, dos fotografías de autor anónimo en formato tarjeta de visita muestran los cuerpos destrozados de dos niños, sobrevivientes de las últimas batallas, posiblemente de Lomas Valentinas o de Acosta Ñu. Como testimonios mudos, estos documentos son, quizás, las imágenes más dramáticas que representan la violencia aliada ejercida sobre la población civil en el último tramo de la guerra.
La intervención de las cámaras fotográficas durante la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, ya sea en el frente o en la retaguardia, ha permitido registrar el conflicto sudamericano, mostrando que la guerra estuvo presente tanto en los estudios, donde los oficiales posaron con aire marcial frente a los fotógrafos, como en los campos de batalla, donde la destrucción y la muerte quedo registrada, para mostrarle al mundo y a la posteridad la crudeza del combate, sin mitigar el horror, muchas veces escondido bajo las pinceladas épicas de los cuadros de batallas.
A más de 150 años, estas y otras fotografías son un valiosísimo testimonio de quienes lucharon en uno de los acontecimientos más dramáticos y sanguinarios del siglo XIX y un legado para salvaguardar la historia visual de Sudamérica.
* José Ignacio Sánchez Durán es licenciado en Ciencias de la Comunicación Social (UBA). Su tesis de grado, Fotografías de guerra, fue reconocida por la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA) como Mejor Tesis de Investigación y obtuvo el premio de la Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (FADECCOS). En 2019, Historia, fotografía y guerra. Un estudio sobre la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, escrito con María Belén Strassera, obtuvo el Premio a la Investigación Latinoamericana, otorgado por el Centro de Fotografía (CdF) de la Intendencia de Montevideo (Uruguay) y fue publicado en 2021. La obra fue reeditada este año en Paraguay por Arandurã y presentada en la 48ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
-
Destacado
Peña deja la cumbre del G20 en ambulancia tras sentir dolor en el pecho
-
Lifestyle
“Bungee jumping training”: saltar para estar en forma
-
Política
Falleció el abogado José Fernando Casañas Levi
-
Agenda Cultural
Paraguay e Irlanda celebran el legado de Madame Lynch
-
Deportes
¡Olimpia aguanta con uno menos y conquista su estrella 47!
-
Deportes
Preparan “fan fest” para hinchas que no tengan entradas para la Final de la Copa Sudamericana
-
Política
En redes sociales despiden a Casañas Levi
-
Deportes
Paraguay debuta con una goleada en el Mundial C20