Cultura
Enseñar, alimentar, cuidar. Las escuelas paraguayas durante la Guerra del Chaco (1932 – 1935)
Acaba de aparecer, bajo este título, el libro del investigador David Velázquez Seiferheld. El mismo expone un periodo crucial de la historia del Paraguay a través de la condición del sistema educativo, cuyo rol fue decisivo durante el conflicto con Bolivia. Publicado por Arandubook y UNVES. Aquí compartimos el texto introductorio.
La disputa por los territorios entre Paraguay y Bolivia, en los textos escolares. Mapa de 1905 del libro de Héctor F. Decoud (izquierda) y carátula del libro boliviano de 3er grado de instrucción primaria de 1928 (derecha) de autoría de Alfredo y Heriberto Guillén Pintos.
El estudio del impacto de las guerras en la educación, desde la mirada de las ciencias históricas, es una tarea altamente compleja, en la que es necesario enfrentarse a la tensión entre la emocionalidad, la sensibilidad, los juicios éticos y morales, con la comprensión histórica que se produce con los instrumentos y conceptos de la disciplina. Incluso, se trata de algo aún más importante: una comprensión adecuada de los agentes, hechos y procesos que forman parte de las relaciones entre guerra y educación, es requisito previo fundamental para, luego, emitir juicios éticos, morales y políticos.
La complejidad del análisis aumenta, dado que, desde la modernidad, el sujeto de la educación por excelencia, es el niño. De modo que, en términos contemporáneos, es casi imposible separar guerra, educación y niñez, adolescencia o juventud. Por otro lado, como la modernidad escolar es concomitante con la modernidad de los estados nacionales, aquella fue pensada como ámbito fundamental de la formación del ciudadano y soldado [1].
En una época en que no existía una esfera positiva de derechos humanos, y como parte de ésta, de derechos de la niñez, el reclutamiento de niños en los ejércitos, en tiempos de guerra, era un problema práctico que se reducía a que quien podía portar armas y pertrechos, podía ser reclutado.
Es cierto que los niños, por lo general, estaban en la retaguardia, en las áreas de aprovisionamiento o como abanderados o tamborileros. En ocasiones, combatieron, como Los Emulantes, en México, al lado del sacerdote José María Morelos y Pavón, en 1811; los Niños mártires de Chapultepec, también en México, en 1847; Los Cabitos de Lima, durante la Guerra del Pacífico. En las guerras de independencia de Bolivia, también participaron niños, e, incluso, algunos fueron luego protagonistas centrales de la vida política boliviana, como Manuel Isidoro Belzú, quien llegó a ser Presidente de la República.
Sin embargo, en ninguna guerra hubo niños en número y proporción tan grandes como en la Guerra de la Triple Alianza (1865 – 1870), que integraron el ejército paraguayo que se batía en inferioridad numérica y de recursos contra las tropas argentinas, brasileñas y uruguayas, en su propio suelo, especialmente desde 1868, aunque también existían niños combatientes en los ejércitos aliados [2].
Desde mediados del siglo XIX aparecieron en los estados independientes de América Latina los liceos militares, que eran, generalmente, internados militarizados destinados a hijos de las élites dirigentes. Éstos se distinguían de los estudiantes de las escuelas de talleres y escuelas de oficios de los ejércitos, generalmente niños y jóvenes humildes, huérfanos o abandonados, que eran “corregidos” en éstas.
Las escuelas del sistema educativo, por su parte, como elemento curricular central de la formación ciudadana, creaban los batallones escolares, en los que aprendían rudimentos de organización militar y uso de armas. Esta estrategia, que duró unos 20 años, entre fines de siglo e inicios del siguiente, fue duramente cuestionada desde la pedagogía, y, eventualmente, con el tiempo, suprimida.
La Gran Guerra, la primera guerra mundial (1914 – 1919) con sus grados inéditos de destrucción indiscriminada de infraestructura y poblaciones, mostró los límites de unas débiles y tácitas leyes de guerra, afectando las vidas de millones de niños y niñas en una escala antes desconocida.
En este escenario, sin los instrumentos y medios para proteger a la infancia, Thomas Woody (1891 – 1960) expresaba, en, y acerca de, la atmósfera nacionalista que caracterizaba a los estados e imperios desde el siglo XIX, que “La guerra es un instrumento del estado nacional; la educación, como instrumento de la voluntad nacional, se ha convertido en una preparación psicológica para la prueba final de la guerra” [3] (Woody, 1945: 587).
El autor enfatizaba que la educación creaba “Una satisfacción provinciana con la nación propia; subestimación, desprecio u odio a los otros; aceptación de la guerra como medio de resolución de conflictos entre estados; un arrogante “aplastar al enemigo” [4], “conquistar el mundo”, patriotismo, una prontitud dócil para obedecer órdenes, (…) –tales han sido las actitudes mentales, desarrolladas en varios grados por los grandes competidores modernos por la victoria en la carrera por el poder nacional”–.
Con la segunda guerra mundial en desarrollo, un estudio coordinado por William Carr y Mary Louise Mallam analizaba el impacto de la guerra que se inició en Europa sobre la educación en los EE. UU. Además del impacto de la guerra en los estudiantes, los autores proponían otros campos de análisis, como: el grado en que la guerra había estimulado al liderazgo federal en educación; los efectos de la guerra en la opinión pública en lo concerniente a la eficiencia de la escuela y el valor de la educación; los efectos de la guerra en el financiamiento de la educación; las nuevas funciones asumidas por la escuela durante la guerra; la naturaleza y el alcance de los cambios curriculares motivados por la guerra en historia, en las artes, idioma, economía doméstica, y otros campos; consecuencias de la guerra sobre el prestigio relativo de la profesión docente [5].
Los estudios históricos en el Paraguay, que se refieren a la guerra y la educación, enfatizan, sobre todo, la forma en cómo era presentada la guerra de la Triple Alianza en los programas de estudio, textos, currículum, de fines del siglo XIX e inicios del XX, en el marco de las batallas por la memoria que tenían lugar en aquellos años, entre los regeneracionistas y reparacionistas. La historia oficial, dominada por la narrativa liberal regeneracionista, vinculaba la guerra de la Triple Alianza a los regímenes de Francia y los López, caracterizados como “tiranos”, al mismo tiempo que, en una solución de compromiso forzado, exaltaba el heroísmo del pueblo. Mientras tanto, surgía y se consolidaba una corriente revisionista, heroicista, que, finalmente, prevalecería desde 1936 [6].
En lo que se refiere a la Guerra del Chaco, la historiografía pone de relieve, por lo general, el esfuerzo colectivo realizado por el país para enfrentar el conflicto bélico que, entre 1932 y 1935, lo enfrentó con Bolivia. Sin dudas, fueron las Juntas de Aprovisionamiento la bisagra entre las acciones de la sociedad civil organizada y el ejército: las Juntas, tanto la nacional como las locales, coordinaron el apoyo que comisiones organizadas con diversos niveles de formalidad, asociaciones de caridad, instituciones educativas, ofrecieron a las fuerzas armadas durante el conflicto. Con razón, fueron llamadas “Protagonistas de la Retaguardia” [7].
En el caso de las escuelas, las referencias aluden al papel que las instituciones educativas cumplieron como lugares de alojamiento de tropas, hospitales de sangre, o espacios de realización de actividades de recolección de apoyos materiales, tales como festivales o tertulias. Más recientemente, y desde una perspectiva social del conflicto, nuevos trabajos abordan con mayor profundidad el papel de la educación y su impacto en el cambio de roles de las mujeres en el Paraguay durante la guerra, aunque sin casi referirse a una profesión ya por entonces ampliamente feminizada: el magisterio [8].
Instituciones educativas –algunos de cuyos maestros y alumnos fueron movilizados y/o reclutados y combatieron, muriendo en la Guerra o sobreviviendo a ella– desarrollaron una memoria heroica, materializada en efemérides, poemas, canciones patrióticas, himnos institucionales, placas recordatorias o monolitos de homenaje [9].
Entre el 2019 y el corriente año, fueron hallados antiguos archivos escolares que contienen información valiosa sobre las escuelas durante la Guerra del Chaco, así como un archivo con las actas de creación del Hospital de Sangre de la Escuela Normal [10]. Éstos nos permiten visualizar el impacto de la Guerra sobre la política educativa, matrícula escolar, la gestión, administración y organización escolar, y sobre el currículum. Estos archivos permiten ampliar e invertir la mirada del análisis, desde cómo las decisiones estatales y la presión social intentaron que la escuela desempeñara un rol, o varios, determinados y reglados por instrucciones oficiales, a cómo las escuelas efectivamente se organizaron para hacerlo.
Nuestro trabajo se basa, entonces, en evidencia proveniente de archivos públicos y privados, testimonios orales, archivos escolares, registros oficiales, memorias institucionales e información de prensa. Lejos, creemos, está de agotarse la información de la que pudiera llegar a disponerse, pero entendemos que contamos con una masa suficientemente importante de datos para presentar un trabajo con conclusiones relativamente sólidas, y que, a la vez, invitan a ampliar y profundizar los estudios sobre este campo tan, insistimos en ello, complejo.
Paraguay y Bolivia atraviesan, desde 1938, un periodo de prolongada paz y fructíferos intercambios de todo orden. Ambos estados honran a quienes combatieron unos contra otros, en 1932 y 1935. Sin embargo, y aún con un marco conceptual distinto respecto de la niñez y sus derechos, en varios lugares del mundo, la educación sigue siendo rehén de la guerra, como señalaba la Unesco: “solamente la mitad de los niños y un cuarto de los adolescentes refugiados están escolarizados y en las regiones en conflicto hay más de 28 millones de niños no escolarizados” (Unesco, 2017). Puede la Historia alertar sobre esta paradójica relación entre la guerra y la educación: una educación que sigue preparando para dar la vida por la patria –última ratio del nacionalismo–, aun cuando el interés superior del niño –su protección, su promoción– es la última ratio de nuestro futuro como especie.
Notas
[1] La relación de la niñez con la guerra es anterior a la existencia de las escuelas, como queda en evidencia en la propia palabra infante, que, según Joan Corominas, designa al “niño de mantillas, niño pequeño”, “incapaz de hablar”. En España, el concepto mutó, hacia el siglo XII, para designar “al joven noble” y un siglo después, “al hijo del rey”. El mismo autor agrega que, a mediados del siglo XVI, la desinencia del italiano -fante, “mozo, muchacho”, y también “sirviente”, designó a los criados de los caballeros, y, luego, a los “soldados de a pie”. Corominas, Joan. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. 3a edición. Gredos: Madrid, voz “Infante”, pp. 335 – 336.
[2] Entre la literatura con fines de divulgación, véase Colmán Gutiérrez, Andrés (2013) Acosta Ñu. El Lector: Asunción; Cosp Sandoval, Enrique (2020) Inocencia perdida: los niños en la Guerra de la Triple Alianza. Goya: Asunción. Con diferentes énfasis –no solo en la batalla de Acosta Ñu–, véase Barreto, Ana (2020). Silvia Cordal: La niña que vivió para contarlo. Atlas: Asunción; y, muy especialmente, Fuentes Armadans, Claudio (2021) Acosta Ñu, relato de una tragedia. Atlas: Asunción. Este último libro se basa en una síntesis lograda, a partir de una muy amplia diversidad de fuentes (documentales, bibliográficas, hemerográficas) tanto del Paraguay como de Argentina, Brasil y Uruguay). En cuanto a los estudios históricos, véase Potthast, Barbara (2005). Niños soldados y niñas famélicas en la Guerra del Paraguay, en Potthast, Barbara/ Sandra Carreras (eds.): Entre familia, sociedad y estado. Niños y jóvenes en América Latina (siglos XIX y XX). Biblioteca Iberoamericana. Frankfurt a.M./ Madrid: Vervuert/ Iberoamericana 2005, 89-114; y Segovia G., Víctor. J. Participación de niños y mujeres en la Guerra contra la Triple Alianza (1864 – 1870). FONDEC: Asunción. 2019.
[3] Original en inglés, traducción del autor.
[4] En el original: “lick the enemy”, expresión en inglés para expresar la derrota completa y total del enemigo. No tiene traducción exacta al español.
[5] Carr, William G., y Mallam, Mary L. Chapter II: Effects of the World War on American Education. Review of Educational Research, Vol 13, No. 1, pp. 13-20. 1943. En línea en: https://doi.org/10.3102/00346543013001013
[6] Mencionamos los trabajos recientes de Liliana Brezzo, “Reparar la nación” Discursos históricos y responsabilidades nacionalistas en Paraguay, en Historia Mexicana, LX, 1: 2010; Bridget Chesteron, The grandchildren of Solano López. Frontier and Nation in Paraguay, 1904 – 1936, Albuquerque, NM; New Mexico University Press, 2013; Ignacio Telesca, La Guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. Instituto de Investigaciones Geohistóricas. Folia Histórica del Nordeste. 2015; Pedro Caballero Cáceres, La instauración del nacionalismo como política de Estado durante el gobierno del Cnel. Rafael Franco (1936 y 1937), en Trans-pasando Fronteras, núm. 7. 2015; David Velázquez Seiferheld, Mbo’e. Introducción a la historia de la educación paraguaya. CAV/Museo del Barro – Diakonía. Asunción, 2019; Bárbara Gómez, ¿Quién manda en la educación paraguaya? La prohibición de Francisco Tapia, 1898, en Revista del Paraguay desde las Ciencias Sociales no 11, 2020; y Carolina Benítez Alegre, Género y nacionalismo en la educación paraguaya: las mujeres en la historiografía escolar de la Guerra de la Triple Alianza, en revista Diálogos, 24 (3). 2020.
[7] Barboza, José Heriberto. Protagonistas de la Retaguardia. Capítulos “La Junta Nacional de Aprovisionamiento” durante la Guerra del Chaco. Asunción, edición de autor, 1998.
[8] Véase, por ejemplo, Barreto, Ana. Mujeres que hicieron historia en el Paraguay. Asunción, Servilibro – Secretaría de la Mujer, 2011; Sosa, Estela Mary. Transformación de las relaciones de género en contexto bélico. Buenos Aires, 2010; Monte de López Moreira, Mary. Mujeres en la Guerra del Chaco. Su protagonismo en la retaguardia y la vanguardia, en Res Gesta. Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales – Instituto de Historia. Rosario, Pontificia Universidad Católica Argentina, 2018. Velázquez Seiferheld, David. Mbo’e. Introducción a la historia de la educación paraguaya. Asunción, CAV/Museo del Barro, 2019. Véase también el artículo de divulgación de Velázquez, Seiferheld, David. Enseñar, alimentar, cuidar. Las escuelas durante la Guerra del Chaco (1932 – 1935) en el diario La Nación, 12 de junio de 2017. Asunción.
[9] El recuerdo de la participación estudiantil ante la Guerra del Chaco se remonta a las conmemoraciones de los sucesos del 23 de octubre de 1931, descritos en el transcurso del texto.
[10] En el archivo de Beatriz Mernes de Prieto (1899 – 1998), docente, feminista, de destacada actuación civil y política en el Paraguay del siglo XX, activa militante del partido liberal. Actualmente, su documentación se encuentra en la Biblioteca Justo P. Prieto, del acervo de Arnaldo Martínez Prieto.
El autor
David Velázquez Seiferheld (Asunción, 1971) es historiador, académico correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia, miembro fundador del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH), socio de la Sociedad Argentina de Historia de la Educación (SAHE) e investigador de las universidades nacionales de Villarrica del Espíritu Santo y de Pilar. Se desempeña actualmente como viceministro de Educación.
Nota de edición
David Velázquez Seiferheld (2024). Enseñar, alimentar, cuidar. Las escuelas paraguayas durante la Guerra del Chaco (1932-1935). Arandubook Ediciones/UNVES (Universidad Nacional de Villarrica del Espíritu Santo).
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