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Cultura

Małgorzata Kaźmierczak: De la Europa de las periferias a la presidencia de AICA Internacional

Małgorzata Kaźmierczak, presidenta de AICA Internacional. Cortesía

Małgorzata Kaźmierczak, presidenta de AICA Internacional. Cortesía

Curadora independiente de proyectos artísticos –especialmente performáticos– en Polonia y Estados Unidos, Małgorzata Kaźmierczak –polaca, doctora en historia, investigadora, escritora y editora– es desde hace poco más dos meses la nueva presidenta de AICA, la asociación internacional de críticos de arte fundada en 1950, con sede en París y filiales en todo el mundo, que reúne unos 5.000 profesionales de la crítica y la curaduría de 95 países [1]. Aquí el diálogo que mantuvimos con respecto a su trabajo, la crítica y el nuevo momento de la institución.

—¿Cómo se desarrolló la crítica de arte en Polonia durante el periodo de influencia soviética?

La crítica de arte en Polonia siempre ha sido relativamente fuerte, al igual que la reflexión sobre este género, la metacrítica. El nombre mayor de la época de influencia soviética fue Mieczysław Porębski, que en los años 60 dijo: “El crítico de hoy es un experto”. Él introdujo las categorías de “crítica de poetas” y “crítica de expertos”, anunciando el paso de la primera a la segunda. Atrás quedaron los tiempos de escribir ensayos: el papel de los críticos ha sido asumido por curadores, galeristas, profesionales de museos, que eligen las obras y las interpretan a través de exposiciones que son así, no así. Porębski formuló la idea de la crítica como juego. La iniciativa en este juego debía pertenecer al artista, mientras que el siguiente paso debía darlo el crítico, quien –asumiendo riesgos y decidiéndose por éste y no por otro camino– “gana cuando su elección se confirma […] en elecciones posteriores. Pierde si su elección inicial pasa sin repercusiones”. El juego, por tanto, consiste en ser visible y en que las elecciones del crítico tengan un significado real, provocando repercusiones concretas: las reacciones de los artistas y del público. De este modo, el crítico se convierte en responsable de la forma del arte.

Otro gran nombre en la historia de la crítica de arte en la Polonia de esa época, cuyas ideas siguen vigentes, fue Jerzy Ludwiński. En su práctica profesional, Ludwiński participó activamente en diversos centros y círculos creativos con el objetivo de descentralizar el arte y formular un lenguaje específico de crítica artística. Entre otras cosas, creó el concepto de Museo de Arte Actual, que apuntaba a la necesidad de una institución que reaccionara ante todo a los hechos artísticos, provocando acontecimientos que fueran un campo de juego entre el artista, el espectador y el crítico. Ludwiński pretendía que el museo fuera un espacio activo que generara fenómenos y captara cosas interesantes. Buscaba difuminar los límites entre la creación y la realidad.

Małgorzata Kaźmierczak, entrevistada por la televisión polaca. Cortesía

Małgorzata Kaźmierczak, entrevistada por la televisión polaca. Cortesía

—¿Qué ha cambiado en el ejercicio crítico desde la caída del Muro de Berlín?

El problema tanto de la crítica como del arte en aquella época era el aislamiento y la falta de contactos internacionales regulares. Esto cambió con la caída del Telón de Acero. Cabe mencionar que este cambio comenzó en Polonia, más de un año antes de la caída del Muro de Berlín. Los tiempos de transición en mi país, en los años 90, fueron muy difíciles. La comunidad artística estaba dividida entre los que temían la llegada del capitalismo y el neoliberalismo y los que acogían con entusiasmo la liberación de la opresión estatal. La crítica de arte empezó a restablecerse a mediados de la década, con la fundación de la revista online Raster, buscando hacerla accesible y didáctica de modo a cambiar la actitud negativa de la gente hacia el arte contemporáneo.

¿Cómo ves las cosas hoy?

Creo que hoy en día la crítica de arte es bastante fuerte en Polonia. Tenemos universidades que la enseñan. Soy coautora de un máster de este tipo en Cracovia. La característica de la crítica de arte en Polonia es su fuerte posición ética. Somos una comunidad pequeña en la que todo conflicto de intereses se ve claramente. El tipo de publicidad artística muy extendida en las revistas más importantes de Europa Occidental o de Estados Unidos es desconocido en Polonia porque nadie la trataría con seriedad. Las instituciones artísticas no pueden intentar influir en lo que se escribe sobre lo que exponen. Si lo hacen, se convierte en tema de debate público.

—¿Qué razones te motivaron a presentar tu candidatura a la presidencia de AICA?

Soy una persona a quien le gusta actuar. En 2020 me convertí en vicepresidenta de AICA Polonia. Fue una época muy difícil para la cultura polaca. Tuvimos que mantenernos firmes contra el régimen derechista y populista que lo controlaba todo. Aprendí a actuar en estas circunstancias desfavorables. También comencé a comprometerme en la lucha por la libertad de expresión. Organicé un grupo de secciones de Europa Central y Oriental y realizamos un proyecto juntos. Entonces, cada vez más gente de la región comenzó a preguntarme por qué no intentaba candidatarme a la presidencia. Decidí arriesgarme y empecé mi campaña. Era importante para mí presentarme como alguien llegado de un mundo peor, la Europa B, de las periferias. También era importante para mí como mujer. Ahora puedo decir con orgullo que soy la quinta en este puesto, después de Władysława Jaworska, Kim Levin, Bélgica Rodríguez y Lisbeth Rebollo Gonçalves, y la tercera persona de Europa del Este, tras Władysława Jaworska, de Polonia, y Dan Hăulică, de Rumania.

—¿Cómo evalúas la situación actual de la institución? ¿Crees que necesita cambios? ¿Cuáles?

Creo que AICA está en una condición estable. Está libre de problemas serios. Por supuesto, todo el mundo tiene su visión y le gustaría cambiar algo. Yo quisiera avanzar en el sentido de la descentralización, la descolonización y la diversidad. Mi idea es también volver a la solidaridad, que era típica de la AICA en el pasado. Me gustaría provocar acciones concretas, no hacer una declaración vacía. No quiero tratar esto en términos de cambio, porque el terreno ya está hecho. Sólo tenemos que arriesgarnos y prestar atención a las partes del mundo que habían quedado fuera de nuestro foco. Necesitamos apoyarnos de verdad. Me gustaría conectar más las secciones locales con la AICA Internacional. Necesitamos reforzar el sentimiento de que pertenecemos a la misma organización. Esto puede hacerse fácilmente, por ejemplo, a través de nuestra imagen en Internet. También me gustaría que nos implicáramos en política y nos relacionáramos más con la UNESCO a nivel diplomático. Me gustaría que AICA fuera políticamente activa.

—¿Cómo ves el futuro de la crítica de arte en una sociedad asediada por nacionalismos y extremismos, donde los centros del circuito internacional del arte todavía muestran un interés “exotista” propio del colonialismo en la práctica artística de comunidades marginales?

Se trata de una preocupación muy importante que todos compartimos, pero que se aplica a toda la humanidad, no sólo a la crítica de arte o al arte en general. Por otra parte, no encuentro ningún momento fácil para la crítica de arte en la historia del mundo. Sólo significa que necesitamos más arte y reflexión sobre lo que se comunique al mundo. En octubre pasado, en Polonia derrocamos al régimen populista gracias a la enorme determinación de todos los ciudadanos. El arte y la crítica de arte desempeñaron un gran papel en ello. Hace poco participé en unos talleres sobre libertad de expresión con Asena Günal, la mujer turca que colabora con Osman Kavala en la organización llamada Depo, en Estambul. Kavala fue condenado en Turquía a cadena perpetua agravada por su actividad cultural. Ahora está en la cárcel, pero sigue organizando eventos. Asena Günal, en una presentación sobre la actividad, dijo que la organización no puede rendirse porque él no lo hace. Si ellos no se dan por vencidos, nadie puede.

—Has desarrollado un importante trabajo de investigación y curaduría en el campo de la performance. Cierta vez escribiste que, desde el principio, el arte de la performance ha sido antiinstitucional y contracultural, razón por la cual los artistas de performance buscaron otros canales de visibilidad, ya fuera en espacios artísticos independientes, en festivales organizados por otros artistas o en el espacio público. Según sostienes, la práctica ha tomado la forma de perfoactivismo, funcionando fuera del mercado del arte y de las instituciones artísticas entendidas como tales. ¿Cuál es tu aproximación a la disciplina?

Me interesa especialmente el arte de la performance, que analizo desde la perspectiva de una persona estrechamente vinculada a los artistas que la practican. Tanto mi padre como mi difunto marido fueron artistas de performance, de modo que he participado activamente en la concepción, programación y ejecución de performances a lo largo de toda mi vida. Desde muy joven me he dedicado a documentar performances, a documentar lo que a menudo se considera imposible de documentar. Además de un enfoque teórico, aporto a mi análisis la visión de un profesional.

Actualmente, mi investigación se centra en el arte de la performance dentro de un contexto político. Esta forma de arte reacciona rápidamente a la realidad; los artistas suelen llegar a los acontecimientos sin planes predefinidos, inspirándose en su entorno inmediato y respondiendo espontáneamente. Esta capacidad de reacción es única en la performance y proporciona un rico material para examinar sus dimensiones políticas. Me motiva especialmente explorar los contextos políticos e históricos del arte de la performance. Es fascinante ver cómo artistas de décadas anteriores predijeron acontecimientos futuros y abordaron cuestiones políticas acuciantes. Este aspecto me interesa más que las consideraciones puramente estéticas, aunque reconozco que la forma estética de la performance también puede tener un significado político.

Perfil

Małgorzata Kaźmierczak fue editora, escritora y traductora del portal livinggallery y editora de la revista académica Art & Documentation. Fue presidenta de la Fundación para la Promoción del Arte de la Performance “Kesher” en Cracovia, Polonia; directora de la Galería de Arte de Kalisz, Polonia; redactora jefa de la editorial y profesora adjunta de la Facultad de Pintura y Nuevos Medios de la Academia de Arte de Szczecin, Polonia. Actualmente, es profesora adjunta en la Universidad de la Comisión Nacional de Educación de Cracovia y Jefa del Consejo de la Disciplina de Estudios Artísticos. Entre 2020 y 2023 fue vicepresidenta de AICA Polonia y entre 2021 y 2023, vicepresidenta de AICA Internacional.

 

* Adriana Almada es crítica de arte, escritora, editora y curadora. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA Internacional), de la que fue vicepresidenta, así como presidenta del capítulo paraguayo (AICA Paraguay). Es directora artística de la Colección Mendonca (Paraguay), curadora general de Pinta Sud Asu y editora de Cultura de El Nacional.

1 Comment

1 Comentario

  1. Aníbal Cardozo

    17 de marzo de 2024 at 11:00

    Excelente entrevista pues clarifica la acción y actitud de la crítica de arte, de los críticos y del ambiente de las artes visuales y destaca la importancia de la reflexión crítica del arte en relación con el ámbito en el cual se desenvuelve.

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