Cultura
Sobre el número dual en la poesía y sus bemoles
Brane Mozetič. Cortesía
Cuando me saturo de literatura (es solo un decir), nada mejor que curiosear en la gramática de alguna lengua que jamás hablaré. Pero saber de qué visión del mundo me estoy perdiendo me proporciona curiosamente introspecciones deslumbrantes y placenteras que me devuelven con fuerza renovada a la literatura.
Por ejemplo, ahora que reviso mi difunta revista Fórnix (n° 3-4, 2004) –aventura editorial que alegraba y entretenía mis días–, me topo con los poemas homoeróticos del esloveno Brane Mozetič (Liubliana, 1958), vertidos, así creía yo, con mucho acierto al español, me doy cuenta de lo intraducible que no pocas veces puede ser la poesía, constatación que golpea y resiente mi tarea como trujamán.
Me explico: el esloveno es una de esas lenguas modernas que ha mantenido el dual, esa forma gramatical arcaica, entre el singular y el plural que se utiliza para hablar de dos cosas o dos personas (“ambos”, por ejemplo, es uno de los poquísimos casos de dual que subsisten en el español, vástago del latín).
Cabe resaltar que así como en unas lenguas hay el número dual, hay otras que tienen el trial y el cuadral, incluso el paucal (para aludir a “pequeñas” cantidades de entre tres y diez elementos), antes de pasar a marcar gramaticalmente el plural genérico a partir de un quinto o más elementos. Esto último sucede en algunas lenguas de Oceanía.
Pero volviendo al dual en el esloveno, no es difícil imaginar su papel especial en la poesía erótica en esa lengua balcánica: es la lengua del amor, una isla de la intimidad, el murmullo de dos soledades que establecen un frágil vínculo al hablarse al oído, protegidas por la sintaxis misma de esa lengua. El que lee en esloveno un poema de amor entre un tú y un yo inevitablemente termina sintiéndose un pobre y lamentable voyeur. A diferencia del que lo lee traducido (por ejemplo, al español) y que, con candor, se siente convidado, sin sospechar que los amantes lo ignoran o, peor aún, lo desdeñan por completo. Sin duda, un tercero sobra en el dual.
En este punto me pregunto cómo se sentirá un poema erótico en lenguas del trial o cuadral (con tres o cuatro elementos formando una unidad). ¿Será una especie de ménage à trois, un swinging o swapping, un tawanku puneño, una orgía de pares o nones, excluyendo a los mirones o a los que pagan por ver? Me pregunto si en español, entre su simple singular (un elemento) y su plural (dos o más) la soledad puede ser muy ardua, pesada e indefensa o si, por otro lado, la compañía es una forma de solidaridad o más bien una manera plural de descubrirse cada vez más solo.
Siguen dos sonetos de Brane Mozetič, traducido al español por su connacional Marjeta Drobnič que, por lo que intuyo, no ha podido traducir el dual esloveno por la sencilla razón de que en español no existe esa categoría de número excluyente, por lo que nos perdemos esa calidad de ser solo testigos pasivos de un amor de un grupo de dos al que no pertenecemos. ¡Hay que tenerlo en cuenta al leer este tipo de poesía en esloveno!
* * *
en una habitación negra me inclino sobre ti
ilumino con una vela tu rostro, las marcas de
los golpes, cortes, convulsiones de tu boca
cuando la cera gotea sobre tu pecho
cuaja y se cuartea bajo los dedos
como la saliva bajo los besos, como
la piel bajo los dientes, miras la llama
que se acerca, sueñas con ese país
de tinieblas eternas, de mis caricias
de mis jadeos tranquilos, me susurras
al oído: duele, tráeme estas olas
pero más lentas, tócame con más ternura
aprieta tus dedos alrededor de mi cuello
para que te vea hasta el final.
* * *
eres la llovizna que salpica mi cara
traes la humedad, suavizas la piel
y la vida se detiene demasiado
ha perdido el futuro y la agudeza
ya no hay dolor, ni miedo
ni horror, cuando alguien se arroja al río
cuando disparan sobre los vivos, y los cuerpos
sucesivos pasan entre nuestras piernas
te deslizas por la piel, algo salado, cálido
como en verano, pataleas repitiendo
la misma melodía, sin cesar
me librarás de las sobras, me lamerás
hasta los huesos para que me funda
con la tierra, seré para ti solo como la lluvia…
Nota de edición
Los poemas aquí reproducidos son parte del libro de Brane Mozetič Poemas por los sueños muertos (traducción al español de Marjeta Drobnič), Málaga: Málaga, 2004, del original en esloveno Pesmi za umrlimi sanjami, Liubliana: Cankarjeva založba, 1995.
* Renato Sandoval Bacigalupo (Lima, 1957) es profesor de literaturas europeas, doctor en Filología Románica y traductor. Ha publicado poesía y ensayo. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura, Perú, en 2019, mención especial en Poesía. Acaba de publicar su poesía reunida Trenos de trinos (1983-2023).
-
Deportes
Los tres escenarios posibles en el Caso Trovato
-
Deportes
Derlis González se sinceró y reveló su club de infancia
-
Deportes
La mano de Caballero, ¿debió ser penal?: qué dice la IFAB
-
Nacionales
Escándalo en colegio de Lambaré: “desvisten” a alumnos y los dejan en la calle
-
Destacado
¡Héroes! Bomberos dan por concluidas sus tareas en zonas afectadas por incendios
-
Política
Abogada dice que la estabilidad laboral no se puede eliminar, es un “derecho humano protegido”
-
Destacado
¡Por fin! Llegó la ansiada lluvia en algunas zonas del país
-
Destacado
Adolescente fallece tras gresca en partido de fútbol
Aníbal Cardozo
21 de enero de 2024 at 11:56
Excelente reflexión que nos refiere cómo hablamos y cómo no hablamos y, consecuentemente, nuestra mente amplía su mirada al mundo y, de alguna forma, nos proyecta más allá de nuestra (cómoda) casa